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miércoles, 14 de marzo de 2018

Si no, ¿para cuándo? granadahoy.com

TRIBUNA


JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA
Ex presidente de la Junta de Extremadura
La maternidad en un país envejecido, lejos de penalizarse, debería primarse de tal manera que el hijo debería venir con un pan debajo del brazo en forma de aumento salarial

Si no, ¿para cuándo? ROSEL
El pasado día 8, los colectivos feministas convocaron una huelga general dirigida sólo a la mitad de la población, a las mujeres, con el objetivo de demostrar que si ellas paran, se para el mundo. En el manifiesto 8-M se denunciaba, entre otras muchas situaciones, que "No aceptamos estar sometidas a peores condiciones laborales, ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo". Frente a lo que ocurrió en la edición de 2017, en esta de 2018 sí contaron con el apoyo de sindicatos y de algunos partidos políticos.
Después del día 8 hay que seguir manteniendo vivas todas y cada una de las reivindicaciones que figuraban en su protesta y en sus demandas. Desde aquí añado dos reivindicaciones que creo contribuirían a eliminar en parte la discriminación salarial a la que se ven sometidas en sus respectivos trabajos.
El profesor Gosta Esping-Andersen, de la Pompeu Fabra, sitúa a las mujeres españolas entre las que menos hijos tienen (1,3) y más tarde (a los 31 años). Un reportaje del diario El País del pasado 4 de marzo, titulado La brecha salarial son los hijos, explica que "Los niños apenas afectan a los ingresos de los hombres", según un estudio publicado en febrero de este año en EEUU. En diez años, la penalización en el ingreso medio de las madres respecto al de los padres roza el 20%. "No puedo comprobarlo empíricamente, pero en la diferencia en el salario base que aprecio para esa franja de edad en hombres y mujeres con ocupaciones muy similares no veo otra razón que el impacto de la maternidad", señala la catedrática de Economía Sara de la Rica, de la Universidad del País Vasco. Es posible que esa no sea la causa única por la que la discriminación salarial castiga al colectivo laboral femenino. Pero para corregir los efectos negativos de la maternidad, el parlamento español debería adoptar una medida parecida a la que rige cuando es la antigüedad en la empresa la que añade un complemento salarial por trienios, cuatrienios o quinquenios, según se recoge en muchos convenios colectivos y en la función pública, o la que ayuda en los sistemas de ascenso laboral.
Es decir, si un trabajador aporta años a su actividad laboral, puede conseguir mejor salario y más posibilidad de ascender en la empresa privada y, desde luego, con toda seguridad, en la función Pública. Vista la pirámide de población española y el número de hijos por mujer, no puede existir mayor contribución al Estado que la que hace una mujer cuando trae un hijo al mundo. Esa contribución a un país envejecido, lejos de penalizarse, debería primarse de tal manera que el hijo debería venir con un pan debajo del brazo en forma de aumento salarial -equivalente a lo que cuesta criar, mantener y formar un hijo al año- hasta que cumplan la mayoría de edad, y de ascenso profesional para la madre que prestó ese enorme servicio y contribución al Estado.
Y puesto que en esta ocasión, sindicatos y algunos partidos apoyaron la huelga, serviría de gran ayuda que los dos líderes sindicales de UGT y CCOO y los máximos representantes de los partidos políticos dimitieran de sus responsabilidades e hicieran todo lo posible para que sus cargos fueran ocupados por mujeres. Así se visualizaría que el apoyo era sincero y que ellos, los líderes, no se consideran más capacitados que las mujeres que militan en sus partidos y sindicatos. El último debate que hubo en el Congreso de los Diputados, referido a la moción de censura, rezumaba supremacía machista cuando invariablemente -con una mínima excepción- eran hombres quienes ocupaban la tribuna de oradores para, en nombre de sus grupos parlamentarios, censurar o defender al presidente del Gobierno, que también era hombre. Produce mucha desconfianza cuando se les oye hablar en el tono paternalista en que lo hacen y desde la superioridad de sus cargos. Desentona tanto y tanto elogio sobre la valía de las mujeres… ¡siempre que estén por debajo de ellos que, evidentemente, se consideran superiores!
La gran conquista de esta huelga sería la de poder vivir en los próximos años bajo la batuta política, gubernamental y sindical de mujeres dirigentes. Seguro que la sociedad se conduciría de otra forma y manera, y por otros derroteros. La discriminación salarial acabaría radicalmente. La siguiente conquista sería la de educar para la no violencia machista, racista y xenófoba. Aventuro que se harían las cosas desde otra perspectiva. Y, si no, ¿para cuándo lo vamos a dejar?

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