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miércoles, 13 de junio de 2018

El valor que no se ve elhuffingtonpost

JAVI POLINARIO La oftalmóloga pediátrica Ana Wert revisa la vista a una alumna de la escuela Joan XXIII del barrio de Bonavista de Tarragona

Qadir tiene 10 años. Hace catorce meses, su familia y él salieron de Paquistán para instalarse en Badalona (Barcelona). Es un niño inquieto y curioso que no ha tardado en integrarse. Le ha ayudado el cambio de actitud que ha hecho en los últimos meses. Ahora es más alegre y sociable.
En la escuela Ítaca de su nueva ciudad, donde cursa 5º de primaria, aseguran que "le ha cambiado la cara" y que se muestra "más sonriente y comunicativo". Y, ¿en clase? También se comporta de forma distinta: "Es más participativo y está más atento y receptivo", dicen.
Esta nueva actitud es una consecuencia más de la operación a la que fue sometido. Entró en el quirófano en enero y solo tuvieron que pasar tres meses para que el cambio fuese notable.
Nada más llegar, Qadir se incorporó a la clase de Luz Reneses, la educadora especial del colegio, quien no le quitó los ojos de encima para conocerlo bien. Pronto descubrió que los problemas que el pequeño tenía para seguir las clases podrían ser causados por una mala visión.
Cuando Luz alertó a sus compañeros, también se fijaron en que presentaba una mancha en el ojo. Por todo esto lo incluyeron en el Programa de salud ocular en la infancia desfavorecida que lleva a cabo la Fundación IMO en este centro. El proyecto ofrece revisiones gratuitas a niños en riesgo de exclusión social y un tratamiento o corrección, si lo necesitan.
JAVI POLINARIO Adam, un alumno de la escuela Joan XXIII del barrio de Bonavista de Tarragona, pasa la revisión ocular

Los ojos en el punto de mira

En este momento entran en juego la oftalmóloga pediátrica Ana Wert y sus compañeras optometristas Elena Núñez, Laura Salomó y Ernesto Marco, junto con Vanessa Carreon e Irene García. Este equipo está recorriendo varios colegios de Cataluña y Madrid para realizar la acción social.
Ellos confirmaron que Qadir padecía estrabismo y que tenía un nevus conjuntival (un tumor pigmentado, generalmente benigno). Le derivaron al Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona, donde le hicieron la intervención quirúrgica que corrigió su desviación ocular y descartó que ese lunar en la superficie del ojo fuese maligno.
Todas las visitas y pruebas necesarias, así como la cirugía y la extracción del nevus, fueron costeadas por la Fundación IMO, responsable de todo el proceso oftalmológico.
AVI POLINARIO La oftalmóloga pediátrica Ana Wert

Con la vista hay que andarse con ojo

No nacemos viendo. La visión se nos desarrolla durante los primeros años de vida, especialmente hasta los cuatro o cinco años, aunque hasta los diez podemos estar "aprendiendo a ver".
Por eso es importante que las patologías de la infancia se detecten en esa etapa. Ana Wert hace hincapié en que "si se corrige tarde, el cerebro es más adulto y no tiene posibilidades de aprender, mientras que, si se trata en la infancia, se puede llegar a ver el cien por cien de mayor."
La oftalmóloga cree que debería ser obligatorio hacer una revisión de la vista a todos los niños a los cuatro años. Es cierto que, a veces, en la consulta del pediatra si se localiza algún problema, se deriva al especialista, "pero no está protocolarizado", lamenta Wert. "Por eso, los padres deberían preguntarse '¿Alguien ha revisado cómo ve mi hijo?' cuando llegan a los cuatro años", concluye.
Las revisiones oculares se deben hacer antes de cumplir los seis meses para descartar anomalías (cataratas, glaucoma, malformación, tumor...). Y otra revisión a los cuatro años servirá para descartar estrabismo o ambliopía (ojo vago). De todos modos, en cualquier momento que se sospeche de una patología ocular, hay que visitar a un especialista.
A esto se le llama medicina preventiva, algo que no está demasiado extendido. Para descubrir una patología visual temprana es necesario concienciar de la prevención a las familias, especialmente a aquellas que tienen dificultades económicas, ya que "cuando cuesta llevar un plato a la mesa, las gafas del niño pasan a ser menos importantes", explica la oftalmóloga.
Pero a los profesionales sanitarios siempre les quedarán los docentes. Ellos son unos buenos aliados para detectar patologías. A diferencia de los padres, el profesorado pasa muchas horas con las criaturas y tienen la oportunidad de comparar, porque disponen de un grupo de niños y niñas de la misma edad expuestos a situaciones visuales similar: miran la pizarra a lo lejos, leen los libros de texto de cerca, etc.
AVI POLINARIO Ilyas, un alumno de la escuela Joan XXIII del barrio de Bonavista de Tarragona, pasa la revisión ocular

La oftalmóloga vuelve al cole

Los días que el equipo de la Fundación IMO se desplaza a los colegios seleccionados, instala cuatro puntos para comprobar la agudeza visual de los niños y niñas. La intención es saber cómo ven, cuánto ven y si tienen estrabismo o cualquier otra patología ocular como, por ejemplo, blefaritis, conjuntivitis o ptosis.
Si un niño parece sufrir una patología, le dilatan las pupilas (técnica conocida como midriasis) con unas gotas ciclopéjicas para conseguir que el músculo ciliar (en el ojo) deje de hacer su función y puedan explorarlo bien. "Esta es la manera de conocer la graduación de un niño pequeño, porque es más objetiva", explica la oftalmóloga pediátrica.
El Programa de salud ocular en la infancia desfavorecida, promovido por la Fundación IMO con el apoyo de la Obra Social "la Caixa" y de Càritas Catalunya, lleva en marcha cinco años y ha realizado más de 5.600 revisiones oculares, ha diagnosticado 1.089 patologías y ha costeado 1.292 tratamientos.
Las profesionales que dan vida a este proyecto han recorrido un total de quince colegios y centros de recreo infantiles de Barcelona (Nou Barris), Badalona (Sant Roc), L'Hospitalet de Llobregat, Tarragona (Bonavista) y Carabanchel (Madrid).
JAVI POLINARIO La Fundación IMO instala en las escuelas todo el equipamiento necesario para revisar la agudeza visual de cientos de niños un par de días

El objetivo es revisar la vista de todos los niños y niñas de P4 para detectar cualquier anomalía, aunque en el programa también se incluye alumnado de otros cursos si la dirección de la escuela sospecha que pueda sufrir algún problema relacionado con la visión o los ojos. Además, en alguna ocasión, los servicios sociales municipales han derivado a niños y jóvenes de la ciudad para recibir estos servicios básicos.
Paralelamente, estas profesionales de la vista de la Fundación IMO ofrecen su conocimiento a través de charlas dirigidas a las familias con el fin de sensibilizar sobre la importancia de vigilar la salud visual de sus hijos.
Qadir es solo un ejemplo que demuestra lo importante que es el sentido de la vista. Hay que saber ver más allá. Una vista corregida permite a los niños sentirse más seguros de sí mismos, ser más abiertos y comportarse sin reprimir su verdadera personalidad. Además, les ayuda a mejorar su rendimiento escolar. Por eso, la prevención es esencial y proyectos como este facilitan que todos tengan acceso a algo tan básico como la salud visual de nuestros pequeños.

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