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martes, 19 de junio de 2018

La importancia de criar a una hija fuerte y segura elhuffingtonpost

a mayoría de mis clientes son chicas con edades comprendidas entre los 9 y los 18 años. Sin embargo, de vez en cuando recibo la llamada de un padre desesperado que me cuenta algo tal que así: "A mi hija le están acosando en el colegio y tiene la autoestima por los suelos. Antes le encantaba ir al colegio y ahora lo odia. ¿Puedes ayudarle a defenderse y recuperar su confianza? Solo tiene cinco años".
Me siento muy feliz de poder ayudar a chicas jóvenes (y a sus padres) a fomentar su seguridad y su fuerza, y me sorprenden mucho este tipo de llamadas y el hecho de que haya niñas que son crueles y otras que se convierten en un objetivo fácil para las críticas.
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¿Cómo podemos empoderar a las niñas para que se sientan fuertes? ¿Cómo podemos recordarles que su opinión importa más que lo que piensen los demás, que deben ser valientes y que no está mal ser asertivas y decir lo que quieren? Debemos inculcar esa fortaleza desde el principio.
Los años de la infancia resultan cruciales a la hora de inculcar a los niños la confianza en sí mismos y fortalecer los patrones neuronales. Piénsalo: en esa época una niña tiene pocas preocupaciones, actúa con valentía, es creativa, es cariñosa y adora a sus padres. Por tanto, sus padres deben aprovechar esa época para cultivar estos aspectos: ayudarla a amar la imperfección, explorar y jugar, conocerse a sí misma y al mundo que le rodea, y a utilizar su fuerza. De ese modo, cualquier influencia de los medios de comunicación o de los demás que pongan en evidencia su seguridad le resultará inaceptable. La autora Deborah MacNamara señala que "valorarse a uno mismo no es algo que se enseñe o se fuerce, es una actitud que debe alimentarse, cultivarse, mantenerse y protegerse".
A continuación se explican algunos consejos para empoderar a las niñas:

Hablar sobre las emociones

Los padres pueden establecer un ritual o una rutina reservada para hablar sobre sentimientos. Para empezar, se puede dar ejemplo y hablar sobre los propios sentimientos. Así, la pequeña aprenderá a calificar sus sentimientos y expresarse de forma saludable, haciéndole saber a sus padres cómo se siente.
Los padres deben aprovechar la infancia para ayudar a su hija a amar la imperfección, explorar y jugar, conocerse a sí misma y al mundo que le rodea.
Tal vez les confiese a sus padres que se siente triste porque no ha podido ir con su hermana mayor a clases de pintura. Puede que derrame un par de lágrimas y necesite un abrazo. En estos casos es aconsejable mostrar empatía y comprensión mediante frases como: "Por supuesto que estás triste. Es duro pensar que te estás perdiendo algo". Esta ayuda emocional le servirá para aceptar sus sentimientos y conocerse mejor a sí misma.
Cuando las niñas confían y expresan sus emociones, no solo aprenden a liberar el estrés y gestionar sus sentimientos, sino que también procesan una gran variedad de sentimientos sin juzgarse a sí mismas.

Enseñarle a amar y cuidar su cuerpo

A las niñas pequeñas les encanta su cuerpo. ¿Por qué? Fácil, aún no han aprendido a avergonzarse de él. Por eso, los años de la infancia son una magnífica oportunidad para ayudarla a valorar todo lo que es capaz de hacer su cuerpo. Pueden emplearse frases que le hagan sentir bien con su cuerpo, como: "Mira qué piernas tan fuertes tienes" o "Hoy te brillan mucho los ojos, ¿estás contenta?".
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Además, a las niñas se les da genial imitar, así que la mejor manera de enseñarles a cuidar de su cuerpo es que vean cómo sus padres cuidan del suyo. Se pueden hacer actividades juntos, como peinarse, echarse crema, alimentarse de forma saludable, etcétera, explicándole el porqué de cada cosa.

Muéstrale la importancia de la autocompasión

No cabe duda de que, con el tiempo, las niñas son cada vez más críticas consigo mismas, en especial al cometer errores. La autoestima acaba basándose en los logros y no en el crecimiento continuo. La autocompasión, de acuerdo con la investigadora Kristen Neff, es una magnífica alternativa a la autoestima porque consiste en la aceptación incondicional de uno mismo.
Los tres preceptos básicos incluyen:
  • Mindfulness ("Soy consciente de que estoy teniendo un mal día, me siento enfadado/a").
  • Generosidad con uno mismo ("Estoy muy orgulloso de mí mismo porque hoy me he esforzado mucho").
  • Humanidad ("Me he equivocado en clase de gimnasia, pero todo el mundo se equivoca de vez en cuando").
De este modo se enseña a las niñas que pueden ser igual de atentas consigo mismas que lo son respecto a sus amigos.

Ayúdale a obtener una perspectiva de adulto

Carol Dweck, experta en el crecimiento, sostiene que, si de verdad creemos en algo, podemos superar los desafíos y persistir ante la adversidad. Las niñas deben ser conscientes de esto. Podemos enseñar a las niñas que son capaces de lo que se propongan y animarlas a plantearse la pregunta "¿Y por qué no yo?". ¿Por qué no puede probar suerte con el fútbol, natación, ballet, teatro o experimentos? Puede hacer todo lo que se proponga e ignorar los pensamientos de fracaso. Es así de fácil.
¿Y si le enseñamos a percibir el fracaso como una oportunidad (para aprender) y reconocer su mérito (por su perseverancia)?
El mundo impone límites a las chicas y les dice que hay cosas que no pueden hacer por ser chicas. Como consecuencia, las niñas aprenden a ser cuidadosas, a estar guapas y a sonreír. En lugar de eso, los adultos deben enseñarles a usar frases como "Lo probaré", "Puedo mejorar" y "Voy a hacerlo". Cuando una niña emplee lenguaje negativo, como "No puedo", háblale de lo que a mí me gusta llamar "el juego de rebobinar", recordándole que tiene la oportunidad de volver a decir la frase, esta vez usando lenguaje más positivo y seguro.
Cuando una niña fracasa en algo, es frecuente que se niegue a volver a intentarlo. ¿Y si, en lugar de eso, le enseñamos a percibir el fracaso como una oportunidad (para aprender), para intentarlo otra vez (pero de otra forma) y reconocer su mérito (por su perseverancia)? Cuando una niña se cae y se ensucia, pero se vuelve a levantar, se convierte en una persona capaz de asumir riesgos y aprende que los errores les hacen más fuerte.
Si se empieza desde muy pronto, se puede crear un espacio de seguridad para que la niña hable sobre sus sentimientos, se quiera a sí misma, practique la autocompasión y confíe en que puede hacer lo que se proponga. De este modo los padres conseguirán construir una base fuerte para la felicidad y seguridad de su hija.

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