Si lo que dice el actual Gobierno andaluz que hizo el anterior con las estadísticas de vacunación de la gripe es cierto sería, literalmente, de juzgado de guardia. Si lo que dice el PSOE que ha hecho el actual Gobierno andaluz inventándose una trola para embarrar las elecciones del 10 de noviembre es verdad también sería, literalmente, de juzgado de guardia. Lo cierto es que uno de los dos está intentando manipular a los andaluces. Bien es cierto que esto no es ninguna novedad: es el pan nuestro de la política de cada día. El recurso a la herencia recibida y a sacar porquería, más real o más fabulada, que los anteriores escondían debajo de las alfombras, es uno de los argumentos recurrentes cuando se llega a un Gobierno. Esta vez, por motivos más que evidentes, no iba ser una excepción.
No es el objetivo de este artículo dilucidar si Susana Díaz se inventaba miles de vacunaciones para que la sanidad pública andaluza, la joya de la corona de la Administración socialista, no quedara mal en las estadísticas o si, por el contrario, esas vacunas que faltan se distribuían a colectivos al margen de las campañas en los centros de atención primaria. Demos por hecho -aunque sea mucho por dar- que la Consejería de Salud pondrá todos los datos a disposición de la opinión pública y que la cosa se aclarará en el Parlamento y si hace falta en los tribunales. Solo habría que apuntar al respecto que al que acusa le toca en un Estado de derecho demostrar lo que dice.
Lo que sí queremos resaltar es cómo en el debate político la verdad y la mentira se han convertido en conceptos líquidos que se pueden amoldar a conveniencia de las estrategias de cada momento. Como sabemos desde Aristóteles, si por verdad se entiende la realidad, la falsedad es una irrealidad. Las vacunas de la gripe no podían estar y no estar al mismo tiempo. O lo que es lo mismo: o el Gobierno andaluz se ha inventado el caso para desgastar a sus rivales políticos ante unas elecciones que se presentan complicadas para los dos partidos mayoritarios o los socialistas son los que mienten con la excusa de que las vacunas estaban y se distribuían al margen del canal de los centros de salud.
Loa único que está claro en este caso es que alguien está intentando no contar toda la verdad o parte de la verdad, lo que equivale a mentir. Y ya va siendo hora de que los ciudadanos no nos tomen por tontos y se nos intente convencer de una cosa y la contraria. Necesitaríamos una vacuna para eso.
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