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sábado, 8 de febrero de 2020

El clamor del campo granadahoy.com

ECONOMÍA


FERNANDO FACES
San Telmo Business School

Los agricultores y ganadores han comenzado una intensa campaña de protestas porque la renta agraria se ha desplomado un 8,6% en 2019, tras varios años de crecimiento continuo

Los agricultores se manifiestan contra la situación del campo. R. GONZÁLEZ
gricultores y ganaderos se manifiestan por media España al grito de "los agricultores y ganaderos estamos al límite", "reclamamos precios justos para nuestros productos" ¿Pero qué esta pasando? Los ciudadanos no éramos conscientes del problema. Los problemas del campo son muy viejos y también las calladas y reiteradas protestas de los agricultores. Ha sucedido que la renta agraria del año 2019, tras varios años de crecimiento continuo, se ha desplomado un 8,6%. Si nos acogemos a la revisión estadística de Eurostat, la reducción acumulada de la renta agraria desde 2017 ha sido del -10,2%. En definitiva que tras una trayectoria positiva de varios años de crecimiento la renta se ha quebrado. Lo preocupante es que esto no está sucediendo en la Unión Europea. Sólo Francia se acerca con una reducción de la renta del -8,3%. Según las estadísticas de Eurostat la renta agraria de la UE ha crecido el año 2019 un 2,4%, la de Italia un 21,2% y la de Alemania un 34,3%.
La brusca caída de la renta agraria en el año 2019, tiene varias causas. La primera es la caída de la producción (-3%) como consecuencia de la sequía y por la climatología adversa. La segunda, el importante aumento de los costos del 3,6% (abonos, piensos, fitosanitarios, energía y salarios). El sector proveedor de estos insumos está muy concentrado en grandes empresas multinacionales ante las cuales las pequeñas explotaciones tienen un bajo poder de negociación. La tercera es que la demanda agraria se ha visto afectada con una desaceleración paulatina del consumo nacional a partir de mediados de 2018, tanto en España como en la UE. La cuarta es los aranceles de EEUU al aceite, las aceitunas, el vino y además el impacto negativo del Brexit.
Los agricultores y ganaderos claman porque no pueden vivir de su trabajo. Las explotaciones familiares no son rentables. El abandono de las tierras es cada vez mayor. Cada vez se necesita más tierra para poder vivir. El proceso de concentración de las explotaciones es creciente. El relevo generacional no se está produciendo. Siendo éste el factor más importante de la despoblación rural, de la España Vaciada.
Para las asociaciones agrícolas, los bajos precios en origen no cubren los costes de producción. Por el contrario, los precios en los supermercados son siete y ocho veces superiores a los precios en origen. Los costes suben y los precios bajan. La parálisis de los gobiernos durante estos últimos años ha sido un factor determinante del deterioro del campo. Los problemas permanecen estancados con gobiernos que no toman decisiones. La legislación agraria está paralizada, salvo la que proviene de Bruselas (PAC). La subida del salario mínimo (SMI) ha sido la puntilla, la gota que colma el vaso. Al Gobierno la rebelión del campo le ha cogido por sorpresa. Apresuradamente ha buscado un culpable: las grandes superficies comerciales. Con su gran capacidad de negociación están deprimiendo los precios en origen, ahogando a agricultores y ganaderos. Las grandes superficies argumentan que sólo venden el 7% de la producción agraria, y que el resto va a la industria, la restauración, el pequeño comercio y sobre todo a exportaciones a otros países. Difícilmente pueden ser ellos los responsables de los bajos precios. En cuanto al SMI, el Gobierno niega que sea la causa de los bajos precios en origen. Pero sí es un factor adicional, la gota que colmó el vaso. En los últimos años el empleo agrario ha ido descendiendo hasta el 4% de la población activa, todavía superior a la media europea de 1,2%. Continuará descendiendo en un proceso inevitable, que contribuirá a la España Vaciada.
El ministro de Agricultura señala que el problema de la agricultura y ganadería españolas es más complejo. Que está dispuesto a revisar y mejorar la ley de la Cadena Agroalimentaria, y a reunirse con todos sus protagonistas para buscar soluciones, pero que no será nada fácil. También está dispuesto a liberar fondos para el almacenamiento de los productos y a introducir cláusulas de retirada que reduzcan la volatilidad de los precios.
El diagnóstico, sin negarlo, se queda corto. El sector agrario y ganadero tiene problemas estructurales que subsisten desde hace tiempo. Está excesivamente atomizado, el 94% son pequeñas explotaciones familiares con escaso poder de negociación. El movimiento cooperativo, con más de 4.000 cooperativas tiene una escasa escala de explotación media para poder negociar en plano de igualdad con los grandes proveedores, la industria y las grandes superficies de distribución. Como consecuencia del escaso tamaño y de la escasa cooperación sus capacidades a la hora de investigar mercados o de invertir en investigación, desarrollo e innovación son escasas. Su escaso tamaño dificulta la negociación de las condiciones de financiación en la banca y en los mercados financieros. También condiciona su apertura a los mercados exteriores. En definitiva, la atomización es una de las principales limitaciones de las explotaciones agrarias. Si queremos que la explotación familiar siga existiendo como elemento de sostenibilidad del mundo rural, se debe de fomentar intensamente el asociacionismo cooperativo y del aumento de la escala de las explotaciones empresariales agrícolas y ganaderas,
Nuevas tendencias, económicas, sociales y políticas van a exigir mayor capacidad de adaptación y mayor cooperación entre los integrantes de la cadena agroalimentaria, y mayor cooperación entre el sector privado, el sector público y las universidades y los centros de investigación. Los mercados internacionales están en continua mutación y el proteccionismo y las barreras arancelarias dificultarán las exportaciones. La población está envejeciendo y los mercados desarrollados maduros se están estancando. Por el contrario, los mercados de países emergentes están en alza. Los hábitos de los consumidores están mutando continuamente hacia productos de conveniencia, de calidad y saludables. El permanente cambio exige una alta capacidad de anticipación, de adaptación y de investigación que sólo se puede conseguir partir de cierto tamaño.
En los últimos años el campo ha estado fuera del foco de interés de los ciudadanos y de los políticos. La agricultura y la ganadería son mucho más que un sector. Sin la agricultura y la ganadería no existiría la cadena agroalimentaria, el 10,6% del PIB. Pero es mucho más, es el pilar básico de la calidad del medio ambiente, de la calidad del paisaje, de la integración territorial, de la España poblada y de nuestra propia identidad. Son bienes externos, que constituyen el patrimonio común, que no se negocian en el mercado, que no valoramos suficientemente, pero que son una inmensa creación de valor para la sociedad. Esta es la razón de la existencia Política Agrícola Comunitaria y también la razón de su especial protección dentro de la UE. El Gobierno Español tendrá que estar atento para ser protagonista en la próxima reforma de la PAC y en la estrategia de la política agraria para el próximo quinquenio. Es un momento difícil en el que el presupuesto agrícola de la Unión se va a reducir por la salida del Reino Unido.

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