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sábado, 23 de mayo de 2020

¿Es seguro comer huevos que tengan manchas en la yema u otras anomalías? elhuffingtonpost

La explicación de estos 'defectos' puede ser desagradable, pero que no cunda el pánico.

Por 
Julie Kendrick


UNIVERSAL IMAGES GROUP VIA GETTY
Si te gusta cocinar huevos, es inevitable que de vez en cuando te encuentres con alguna anomalía (manchas rojas, yemas dobles, etcétera). Que no cunda el pánico: son inofensivas.

Para estar seguros, la edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con un profesor emérito de Ciencias Avícolas y una granjera y escritora de un libro sobre cría de gallinas. Así es como explican los misterios de los huevos.

Manchas de sangre

Si ves una manchita roja en la yema, tal vez creas que te ha tocado un huevo fertilizado, pero no es así.
“Las manchas de sangre surgen cuando se produce un pequeño desgarro al salir la yema del ovario de una gallina”, explica Michael Darre, profesor emérito de Ciencias Avícolas en la Universidad de Connecticut (Estados Unidos).

Gracias a los avances en la selección de huevos, cada vez es menos probable que te encuentres un huevo con estos defectos, ya que con una luz especial se puede ver su interior. “Con máquinas muy eficientes, se pueden procesar hasta 450 huevos por hora y los huevos con manchas de sangre rara vez superan la selección en la actualidad”, explica Darre.

En el caso de que te encuentres un huevo así, ¿es seguro comerse esas manchas rojas? Existe bastante consenso en que no pasa nada, pero tampoco pasa nada si apartas la mancha con la punta del cuchillo antes de cocinarlo.

Restos de carne

Si alguna vez has comprado huevos frescos a un ganadero local, quizás te hayas encontrado con una mancha de color marrón rojizo flotando en el huevo. Se trata de un pequeño trozo de tejido que se ha desgarrado de la gallina cuando el huevo ha recorrido su cuerpo.

“Se considera un ‘defecto’, pero es un poco injusto pensar así, ya que al fin y al cabo, el huevo solamente estaba recorriendo el sistema reproductivo”, comenta Lucie Amundsen, copropietaria y encargada del marketing de Locally Laid Egg Company y autora de un libro sobre la industria del huevo. También asegura que estos casos “son muy poco frecuentes”.

Al igual que las manchas de sangre, no pasa nada si ingieres estos restos de carne, pero nadie te va a mirar mal si los apartas.

Dos yemas

Enhorabuena, te ha tocado proteína extra. Es muy raro encontrarse con huevos de dos yemas, no solo debido a los procesos modernos de selección, sino también porque solo las suelen producir gallinas a ciertas edades específicas. “Te encontrarás más yemas dobles en huevos puestos por gallinas muy jóvenes o muy mayores”, indica Darre.

Si quieres aumentar tus probabilidades de encontrar un huevo con dos yemas, compra huevos XXL, que tienden a ser los que ponen las gallinas de estos dos grupos de edad.

Yema oscura

Esto no es un defecto. Al contrario. Según el Egg Nutrition Center, el color de la yema depende de cuántos carotenoides contiene la dieta de la gallina. Amundsen lo confirma según su experiencia en Locally Laid. “En verano, cuando nuestras gallinas comen tréboles y bichos, sus yemas tienden a ser de un color muy claro”, afirma.

Hay estudios que confirman que esas yemas más oscuras de gallinas alimentadas con forraje rico en carotenoides tienen mayor densidad nutricional que los huevos normales, con menos colesterol, más omega-3 y más betacarotenos.

Cáscara irregular

El color de la cáscara depende de la raza de la gallina y no es un indicador del valor nutritivo del huevo. Las cáscaras ocasionalmente varían de forma y textura. Probablemente nunca hayas visto huevos con formas raras porque esos los envían a otras empresas para hacer huevos pasteurizados o huevo en polvo.

Si tienes gallinas o le compras huevos a un productor local, tal vez hayas visto huevos esféricos, no les pasa nada. Si notas que alguno tiene una textura más áspera, son solo depósitos de calcio que no se pulieron en la puesta del huevo.

“Me gusta cuando la gallina pone el huevo y, estando aún húmedo, se sienta encima”, opina Amundsen. “Cuando se ha secado, a veces se le queda la huella de las plumas. Esos nos los comemos nosotros”, cuenta.

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