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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Comiendo poco se prolonga la longevidad ElHuffPost

El cerebro es uno de los órganos que más afectado se ve por los procesos inflamatorios, por lo que la reducción de estas respuestas podrían beneficiar el cerebro joven y longevo.
Por 
Raquel Marín
Neurocientífica. Profesora de Fisiología en la Universidad de La Laguna (Tenerife) 
ALES_UTOVKO VIA GETTY IMAGES

Cuando hice mi tesis doctoral, recuerdo haber tenido la primera constatación de que comer poco aumentaba la longevidad. Yo en aquel entonces trabajaba en Canadá con la mosca de la fruta. Cuando les podía dieta light (zumo de manzana sin levadura), comprobé cómo las moscas vivían al menos 1/3 más que las que comían a sus anchas.
Un nuevo estudio en ratas ha demostrado que la dieta hipocalórica retrasa la posibilidad de padecer enfermedades asociadas con el envejecimiento. Estos animales también eran más propensos a la inflamación y vivían más tiempo.

Envejecimiento a todos los niveles

El transcurso del tiempo genera un declive funcional en todos los tejidos del cuerpo. Los efectos asociados a la edad se manifiestan en las moléculas, células y tejidos. Se observa por ejemplo que se alteran los genes, la comunicación entre células, se acumulan los residuos de la senescencia y en definitiva aumenta la inflamación. Ello viene acompañado de mayor susceptibilidad a enfermedades crónicas.
La investigación sobre los efectos del envejecimiento es muy amplia. Se hacen numerosos intentos a varios niveles para rejuvenecer el organismo. Algunas propuestas que ya he comentado en un artículo previo consistirían en eliminar las células zombis del cuerpo. Las células zombis reciben este nombre porque son células inservibles (defectuosas, envejecidas, cancerígenas u obsoletas) que se resisten a morir. En general el organismo tiene sistemas de eliminación de células, gracias a la ayuda del sistema inmune que se encarga de su limpieza. Algunos estudios en animales de experimentación han demostrado que eliminar las células zombis contribuye a rejuvenecer.
Otra estrategia posible se basa en reducir los daños acumulados en el ADN y poderlo reparar para evitar acumular copias defectuosas. Sin embargo, hay muchos otros factores que también afectan a la genética: Los factores epigenéticos. Estos factores influyen 3 veces más que la propia genética. Por ejemplo, los factores medioambientales, la dieta, el estrés, la calidad del sueño, el ambiente afectivo, etc.
Una de las estrategias que se proponen consistiría en la restricción calórica.

La restricción calórica mejora el organismo

Desde que se hicieron los primeros estudios en los años 30 por McCay y colaboradores (1935), la mayor parte de los datos obtenidos indican que la restricción calórica facilita el estado físico óptimo, el índice de masa corporal, el estado de la piel, la función del hígado y del riñón y disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En un nuevo estudio decidieron ir más allá en la investigación, indagando en la manera en la que cada célula del organismo podía verse modificada por la restricción calórica. Para ello, utilizaron unas 210.000 células individuales de rata de animales jóvenes y viejos. Algunos de ellos podían comer hasta saciarse y otros tenían una restricción calórica del 30%. En los más mayores, la dieta se controló entre los 18 y los 27 meses, lo que en el humano viene entre un humano maduro (hacia los 50) y uno de la tercera edad. Las células provenían de tejidos diversos, incluyendo el tejido graso, el hígado, el riñón, la piel, el músculo y el cerebro, entre otros.
Para los análisis, los investigadores utilizaron técnicas que permitían analizar determinar la comunicación entre las células, los genes que se expresaban y los programas de producción molecular.
Los resultados indicaban que las células originarias de los animales con dieta hipocalórica no tenían los mismos cambios que aquellas que provenían de los animales que podían a su saciedad. De hecho, más del 50% de los cambios celulares asociados a la edad no se observaban en las ratas con dieta controlada.
Además, se observaban cambios más significativos con la edad en la producción de respuestas asociadas con la inflamación y también con el metabolismo de las grasas en el caso de dieta completa.

Menos propensión a la inflamación

Un aspecto muy curioso era que las células del sistema inmune (las que nos protegen de infecciones) se encontraban más aumentadas en las ratas envejecidas que comían hasta saciarse en comparación con aquellas de dieta restringida. Este efecto podría indicar que se incrementa la respuesta inflamatoria en situaciones de dieta completa.
Uno de los órganos que también presentaba mejor aspecto a nivel celular era el cerebro. El cerebro es uno de los órganos que más afectado se ve por los procesos inflamatorios, por lo que la reducción de estas respuestas podrían beneficiar el cerebro joven y longevo.
Sin duda, conocer en detalle cómo se modifican los genes y las células en respuesta a la dieta asociado con la vejez, puede permitir conseguir nuevas pautas para la fórmula futura de la eterna juventud.

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