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lunes, 21 de junio de 2021

A veces las cosas no son lo que parecen ElHuffPost

 Situaciones, personas, civilizaciones o determinados hechos históricos pueden ser muy diferentes a lo que habíamos interpretado en un principio.

Por Pedro Gargantilla

Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria y jefe de Medicina Interna del hospital de El Escorial de Madrid


¿Qué relación guarda el Bluetooth con los vikingos?

Olimpiadas y Juegos Olímpicos no son, aunque a veces lo utilicemos como tales, sinónimos. La Olimpiada es el periodo de cuatro años que transcurre entre dos Juegos consecutivos, esto es, entre dos competiciones.

Muy posiblemente muchos de nosotros tras los adjetivos sanguinarios, feroces y asesinos no dudaríamos en añadir el vocablo “vikingo”. Y es que en el imaginario colectivo persiste una idea desdeñosa de esos escandinavos rubios, de ojos azules, desgreñados, analfabetos y de aspecto andrajoso.

Los vikingos se peinaban

Pues ni lo uno ni lo otro. Gracias a la arqueología y a las fuentes escritas hemos podido saber que estos pueblos del Norte no solo se peinaban, sino que cuidaban su estilismo. Al menos a esta conclusión llegó un grupo de científicos en el año 2018 cuando en la ciudad de Ribe (Dinamarca), la más antigua de Escandinavia, descubrieron un objeto que llevaba inscrita la palabra “peine” en el anverso y “peinarse” en el reverso.

Este hallazgo, aunque pueda parecer trivial, era sumamente revelador, ya que por una parte nos da información de la importancia del alfabeto vikingo y por otra de sus costumbres.

Y es que fue hacia el año 800 d.C. cuando las runas vikingas se homogeneizaron y se adaptaron a la forma de hablar. Fue por entonces cuando aparecieron nuevas líneas, verticales y altas que eran fáciles de tallar. Con la adopción de este nuevo sistema apareció un mecanismo uniforme de comunicación escrita bajo el paraguas de la cultura vikinga.

La palabra runa procede de la raíz “run” que se podría traducir por “secreto” o “susurro”. La inscripción rúnica más antigua de la que existe constancia está datada en torno al año 170 de nuestra era y fue encontrada en un peine.

Del peine al bluetooth

En el siglo X vivió el rey Harald Blatand (911-986), el monarca que no solo unificó a los escandinavos sino que fue el primer vikingo en adoptar la fe cristiana y elevarla a la categoría de oficial.

Parece ser que esto último no fue tarea fácil, que el soberano era de armas tomar y que cuando por allí pasó un sacerdote para convencerle de que había un único dios —el cristiano— el rey Harald pidió pruebas. Conminó al clérigo a sostener en sus manos un hierro al rojo vivo. No sabemos cómo, pero el mito cuenta que el fraile lo consiguió sin grandes problemas.

El rey cumplió su palabra y aquel mismo día se bautizó y ordenó a sus súbditos que hicieran lo propio. Corría el año 965 y Dinamarca se convertía en el primer país escandinavo en abrazar el cristianismo.

Los anglosajones han traducido en más de una ocasión el nombre del rey por Harald Bluetooth quizás, de esto no hay constancia, porque uno de sus dientes era de color azulado. Pues bien, si escribimos las iniciales del rey con las runas hagall y berkana el resultado es una H y una B, que al fusionarlas nos da como resultado el logotipo del archiconocido “bluetooth”, la tecnología inalámbrica que llegó a nuestras vidas en 1999.

Los vikingos pensaban que el origen de las runas era divino y que había sido un regalo del dios Odín a los hombres. No, si al final va a resultar que los vikingos no eran tan cafres como pensamos.

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