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miércoles, 1 de septiembre de 2021

Los indecentes ElHuffPost

Cualquier necio puede llegar a presidente, ningún país está a salvo de esta tentación.

REUTERS
Aeropuerto de Kabul.




Viendo aquél éxodo, decenas de miles de personas, mujeres, niños, ancianos, jóvenes, gente con estudios o con ganas de tenerlos, profesionales… hechos una piña humana en las puertas del aeropuerto de Kabul y tratando de huir, huir, huir lejos, solo con lo puesto, me dije que los veinte años de intervención internacional para defender el país del medievo talibán, y vengar el ataque dirigido por Bin Laden a las Torres, Gemelas, y al Pentágono, y el intento abortado por el pasaje de estrellar otro Boeing contra el Capitolio… no habían fracasado del todo. Habían servido para algo importante: sembrar la semilla de la libertad. ¿Logrará germinar en medio del odio y el fanatismo?

Aquello, aquellas ansias por huir y conservar las libertades que se habían conseguido en dos décadas, sobre todo los derechos obtenidos por las niñas, por las mujeres todas, poder cantar, bailar, leer, jugar, aquella desesperación de un pueblo que quería huir hasta en las ruedas de los aviones militares que despegaban, eran escenas impresionantes. 

Revisemos la hemeroteca con ayuda de san Google bendito que estás en los cielos.  Aunque los estetas habituales de la equidistancia, los melindrosos resentidos, los envidiosos patológicos, los ludópatas del trile y otros destacados militantes del martirologio español heredero en negro del Celtiberia Show, se empeñen en privatizar a los muertos de la operación en Afganistán y en sacarlos a pasear para atacar al presidente Sánchez y al Gobierno haciendo uso del manual de la indecencia, y en enredar con la tragedia, esas escenas son otra cosa. Nada que ver. Constituyen un grito de auxilio al mundo. Un plebiscito. Un dramático “no nos olviden”. Es uno de los resultados de la presencia de las tropas internacionales. 

Todo no ha sido en vano, como algunos pretenden, sobre todo una ‘conjura de ignorantes’ y tramposos que no distinguen la verdad de la mentira, aunque no pueda negarse el fracaso de los objetivos planteados: una República de Afganistán estable, con su bandera, sus instituciones y su ejército, que no pudo sostenerse sin las tropas extranjeras, sobre todo y particularmente, las de EE. UU. 

Esta situación vuelve a poner sobre la mesa de Europa la imperiosa necesidad de ir dando forma a un ejército europeo y a una estrategia de seguridad y defensa común. Pero en los primeros pasos que se dieron… un grupo de países de la UE, caballo de Troya,  traicionó ese proyecto: fue cuando suscribieron una carta de apoyo a la invasión de Irak poniéndose a la disposición de George W. Bush. Aznar fue uno de los hacedores de esta puñalada trapera y uno de los primeros firmantes, aunque algún viejo diplomático parlanchín intente justificar el hecho en que al final fueron más los que apoyaron a Bush Jr. que los que fueron leales con la Unión. 

Lo grave en cualquier caso no fue la cantidad: fue la ruptura de un acuerdo, aprovechando ladinamente el despiste de los nuevos miembros del Este hibernados tras el Telón de Acero, que quizás inconscientemente creyeron que UE era igual a OTAN.  En realidad no se trata de crear un ‘ejército federal’ sino de poner en común las estrategias y el material. La unión hace la fuerza: se llama sinergias.

Cuando el 29 de febrero de 2020 el gobierno de Donald Trump y los talibanes firmaron en Doha (Qatar) el calendario de la retirada de Estados Unidos y sus aliados del ‘teatro afgano’, 14 meses, aquella misa estaba dicha. Fue otra de las minas que dejó enterradas en su camino el tramposo 45 presidente USA. El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, el reconocimiento unilateral de la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sahara Occidental, sin tener al menos la cobertura de un acercamiento con la ONU y Europa sobre la base del proyecto de Estatuto de Autonomía de la ex colonia española, etc. 

El cambio de equilibrios en el Magreb agitó a su vez las relaciones ya tensas de siempre entre Rabat y Argel, que se había quedado colgada de la brocha con los campamentos de la RASD en Tindufff. La crisis ‘a la espera’ empezó una escalada que ha llegado a la ruptura de relaciones diplomáticas, con serios efectos secundarios en el suministro de gas a Europa.   

Joe Biden, consciente de la imposibilidad de una retirada ordenada en tan poco tiempo para tanta logística, tantos hombres y tanta madeja diplomática, consiguió un aplazamiento hasta el 31 de agosto. Pero los talibán, que ya se habían hecho fuertes y estaban entrando en la capital, fueron intransigentes. Encima, los yihadistas del ISIS, feroces enemigos también de los talibán, estaban dentro, al acecho. Las fuerzas armadas afganas sin dirigentes y sin mandos capaces se autodisolvieron. 

El jefe de ese Estado se dio a la fuga, y el Estado implosionó. China y Rusia nuevamente se han aprovechado de la disparatada política exterior trumpista, intentando llenar el espacio abandonado por la superpotencia mundial.  

En España, el liderazgo ‘casadista’ del PP sigue jugando al pan para hoy y ya veremos mañana. Frente a la realidad documentada sitúa una oposición ciega y sorda, cerrada a las complejidades del mundo en el que estamos. Critica a Sánchez cuando sale en las fotos, y le critica cuando no sale. Como en la copla: ‘ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio, contigo porque no vivo, y sin ti porque me muero’, o al revés. 

Al final entra en el laberinto de estar contra una cosa y su contraria; y por las grietas asoma sonriente el ridículo. Acusa a Marlaska del conflicto planteado por la devolución ‘en caliente’ de los jóvenes marroquíes que entraron en Ceuta en la gran avalancha consentida por el gobierno marroquí, y tiene que salir el presidente popular de Ceuta enmendando a Génova y defendiendo la verdad: el ministro del Interior hizo lo que le pidió el gobierno ceutí en una situación provocada desde el exterior y de una gravedad excepcional. Sin embargo la ceremonia de la confusión continúa. 

A mediados de julio ya la Embajada en Kabul advirtió a los españoles que permanecían en Afganistán que se prepararan para salir. No fue, como pregona el PP, una decisión tardía como consecuencia de las vacaciones de Sánchez. Todo el coro de plañideras sigue el guión: todo se ha hecho tarde y mal; el presidente, corean, le roba una foto a los últimos de Kabul, al recibirlos al pie del Airbus A400 del Ejército del Aire; ‘El Confidencial’, ante otra ocurrencia malvada, titula con asombro: ‘Casado critica a Pedro Sánchez por celebrar el éxito de la evacuación’. Y  en el colmo de los colmos el núcleo duro, aconsejado por un jurista desacomplejado que les quiere echar un capote, sostiene que la operación de evacuación debería haber sido autorizada por el Congreso. “Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”, decía Michel de Montaigne. 

Vayamos por partes: la resolución 1386 de diciembre de 2001 del Consejo de Seguridad de la ONU autorizó una Fuerza Internacional en Afganistán. El Consejo de Ministros de 27 de diciembre de 2001 autorizó la participación española. Además, la OTAN se hizo cargo de la ISAF en 2003. Resumiendo, autorizado lo mayor está autorizado por ende lo menor: cada una de las operaciones militares en ese marco. Y como es natural, la retirada y evacuación.  “Esta es una operación que es una evolución de la misión OTAN ’Resolute Support” (Margarita Robles, ministra de Defensa)…

Más ejemplos: la presencia de la Armada en la Operación Atalanta en el Cuerno de África está autorizada por el Congreso y por formar parte de una operación internacional. Como es lógico la detención o disuasión de cada embarcación pirata  no necesita de un acuerdo del Congreso de Diputados. Lo mismo que las actividades de las unidades  BAM que patrullan la costa africana occidental.

La oposición del PP parece víctima de una maldición o de las famosas acupunturas vudú: al final le estalla en la cara el globo de colores.

¿Que a Trump le salió bien? Es correcto. Demuestra que cualquier necio puede llegar a presidente. Ningún país está a salvo de esta tentación, aunque luego a modo de disimulo se silbe ‘el puente sobre el río Kwai’ y se arrepienta por su mala cabeza y le eche al culpa al genio malvado…que se dejó escapar de la botella y luego no quiso entrar en la jornada de irreflexión.






Ángel Tristán




Periodista

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