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martes, 2 de noviembre de 2021

"Nuestra dieta ha terminado definiendo cómo respiramos" granadahoy.com

JAMES NESTOR | ESCRITOR Y PERIODISTA
 LA CIENCIA DE UN ARTE OLVIDADO. De las 5400 especies de mamíferos, el ser humano es la única que tiene los dientes torcidos. La generalización de alimentos procesados, hace unos 150 años, inició un proceso de deformación de la mandíbula y empezamos a respirar más por la boca. Sobre todo esto habla el escritor y periodista estadounidense (The Atlantic, Outside, The New York Times, Scientific American) James Nestor en Respira (Planeta): un libro en el que relata un proceso de investigación sobre este “arte olvidado” que inició hace diez años.

–Cuando comenzó a investigar en el tema de cómo respiramos encontró “historias disparatadas” que hablaban de cosas como aumentar la capacidad pulmonar. “Todo aquello parecían chaladuras”.

–Al principio no podía creer en todas estas historias, porque eran contrarias a todo lo que había aprendido. La biología dice que no puedes influir sobre el sistema nervioso, que es dinámico, automático, que escapa a nuestro control... Pero luego me topé con cosas imposibles, como gente que dejaba de respirar durante varios minutos o que bajaba a muchos metros de profundidad. Todo esto no eran testimonios, sino algo que se podía medir, comprobando los cambios que se producían en el cuerpo. Y empecé a pensar que lo mismo había una historia grande que contar.

–Esa investigación le llevó a comprobar que cerca de la mitad de nosotros respiramos siempre por la boca. ¿Cómo saber si esto no ha sido así siempre?

–La única forma de entender las funciones clave de nuestra disfunción respiratoria es ver cómo ha cambiado nuestro cuerpo a lo largo de los últimos cientos de años, y pasar meses y meses haciendo investigaciones antropológicas. Cómo han cambiado nuestras bocas y nuestras narices ha tenido un efecto dramático sobre cómo respiramos.

–La pesquisa antropológica le llevó a la Colección Morton, realizada en 1830 para demostrar la “superioridad” de la raza blanca.

–Para mí, es irónico que una colección realizada para demostrar la superioridad de una raza de la humanidad demuestre cómo la modernidad ha contribuido a atrofiarnos algunas características. A día de hoy, analizando los restos que Morton podía considerar “inferiores”, lo que vemos son cráneos perfectamente formados de todas las maneras posibles. Cráneos que supuestamente eran peores son el modelo en el que se están basando muchos dentistas sus tratamientos odontológicos.

"LOS CRÁNEOS QUE ERAN DEFORMES PARA LOS SUPREMACISTAS RESULTAN HOY ANATÓMICAMENTE PERFECTOS”

–Hace unos 200 años –dice–, se nos estrechó la boca y se nos taponaron los senos nasales. Todo, por un cambio en la dieta.

–A lo largo de la historia, la comida se ha ido procesando cada vez más, pero el gran cambio respecto al suministro alimenticio lo trajo la Revolución Industrial: las máquinas empezaron a procesar el trigo y crear harina blanca, el azúcar se abarató y empezamos a enlatar y embotellar a gran escala. Por primera vez en nuestra evolución, el hombre, un animal, apenas introducía nada crudo ni integral en su dieta. Robert Corruccini estudió la casuística y vio que, en una sola generación, el 50% de la población empezó a tener los dientes torcidos; en la siguiente, el 70%; en la siguiente, más del 90%. Otras culturas –a las que los alimentos procesados llegaron más tarde, en los años treinta– empezaron poco después a sufrir esto. Los genes no tienen nada que ver en ello. Es más, se da también en animales a los que sometes exclusivamente a una dieta de alimentos más blandos.

–Cuenta que los primeros aparatos de ortodoncia no fueron estéticos, sino para agrandar la boca y ensanchar las vías respiratorias.

–Así es: los primeros dispositivos eran para niños que tenían crecimiento retractil de la nariz y de la boca, que tenían problemas para comer, para tragar, para respirar. Pero, al ser la boca lo suficientemente amplia, los dientes podían crecer más rectos. La ironía es que esos dispositivos son de 1850, y ahora hay una revolución en la ortodoncia, que en algunos casos usa procedimientos parecidos.

–Luego está la cuestión de la altura, frente a la creencia común de que cada vez somos más altos.

–En la década de 1730, un británico medio media 1,70 cm. Un siglo después, 1,65 cm. Nuestros cerebros también eran más grandes hace cientos de miles de años. Nuestro cuerpo responde a condiciones medioambientales, comida y ejercicio, tanto para lo bueno como para lo malo.

–Menciona el entrenamiento por hipoventilación, que practicó el equipo de natación estadounidense en la olimpiadas de Montreal, pero que fue rechazado en los años 80 y 90...

–Para luego ser revisado. Suele pasar mucho en la ciencia. La diferencia es que ahora tenemos acceso a unas mediciones científicas muy exactas que no teníamos hace décadas. Actualmente, hay investigadores viendo la relación entre ciertos entrenamientos respiratorios y el rendimiento deportivo y físico. Es lo más gordo que va a pasar en el atletismo en próximos años.

–Cuando se habla de control de la respiración, siempre pensamos en religiones de Oriente... Pero también está el rosario.

–Hay una razón por la que todos estos rezos se han ido desarrollando a lo largo de miles de años, en diferentes culturas. En todas se sigue el mismo patrón: descubrieron que el ritmo respiratorio tenían un efecto extremo de relajación en las congregaciones. Lo curioso es que, hoy día, sensores y dispositivos nos permiten observar el efecto de ese ritmo respiratorio en nuestros cuerpos.

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