Esto sí que es kafkiano: resulta que a los que cobran el paro les hacen pasar unos controles de forma aleatoria. En estos controles les hacen presentarse en su oficina de empleo, en este caso que es la que conozco la oficina de Albuñol (Granada) durante dos semanas a firmar diariamente. Pero no firman y se van, no, tienen que volver a firmar dos o tres veces más con algunas horas de diferencia. Según me dijeron en esta oficina es para controlar el empleo sumergido.
En este caso, hay gente que no vive en Albuñol, sino a 28 kilómetros de distancia, por una carretera de sierra, sin buena combinación para ir y volver, y no todos tienen coche. Son 56 kilometros diarios, ¿a cuánto está el litro de gasolina? ¿Se lo pueden permitir? Me parece una burrada.
Sería mejor que el Gobierno controlase otras cosas más graves que se le van de las manos y si no, que visiten ellos a estos parados, que ellos sí se pueden permitir pagar el transporte sin problemas y, de camino, podrán ver in situ cómo viven.
Medidas vergonzosas, indignantes e injustas que siempre recaen sobre los mismos.— María del Carmen Morales Hernández.
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