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sábado, 4 de mayo de 2013

"La crítica no está cómoda con los éxitos populares" granadahoy.com


Calvo Poyato es doctor en Historia Moderna y durante dos décadas mantuvo una activa trayectoria en el PA. Entre otros cargos, fue alcalde de Cabra y parlamentario andaluz en tres legislaturas.
JOSÉ JOAQUÍN LEÓN

Foto: Óscar Barrionuevo
-¿Dejó la política para afianzarse como escritor?          
-No. Dejé la política hace ocho años por un desencuentro con el entonces secretario general del PA (Julián Álvarez). No compartía sus planteamientos y decidí marcharme. ¿Eso me ha ayudado para mi carrera literaria? Sin duda.
 
-Su última novela, Sangre en la Calle del Turco, ha tenido buena acogida.
-Si contamos que se ha publicado en Círculo de Lectores y en bolsillo, va por la sexta edición. Estoy contento con el resultado de la novela y con la acogida. 
 
-¿Por qué interesa aún el magnicidio de Prim?
-Entre 1870 y 1974 hubo en España cinco magnicidios de presidentes de Gobierno, en los que murieron Prim, Cánovas del Castillo, Canalejas, Eduardo Dato y Carrero Blanco. El de Prim es el único en que no existe certeza de quién lo asesinó. No hubo sentencia. Ese misterio lo hace más atractivo. 
 
-¿Por qué lo mataron?
-La muerte de Prim se debe enmarcar en el Sexenio Revolucionario, dentro de la inestabilidad. La revolución de 1868 se marca como objetivo derribar a Isabel II, pero sin tener un repuesto. Se abren puertas para una república, una monarquía borbónica o una monarquía con otra dinastía. Había enfrentamientos fuertes. Prim era la clave y se convierte en un obstáculo.
 
-Ian Gibson ha escrito otra novela sobre Prim.
-Coincidí con él en un ascensor en Sevilla y me dijo que, cuando se enteró de la publicación de mi novela, fue corriendo a comprarla para ver si coincidían. 
 
-Son distintas.
-Sí. Yo analizo la situación anterior al asesinato.
 
-Unos forenses han estudiado la momia de Prim.
-Vi la momia de Prim, gracias a la amabilidad del alcalde de Reus. El próximo año se cumple el bicentenario del nacimiento de Prim y se está investigando. Los forenses han aportado sus conclusiones.  
 
-¿Hay novedades?
-Sigue sin aclararse. No comparto algunas teorías. Dicen que se desangra a las pocas horas, pero se sabe que vivió tres días después de los disparos. En España hubiera sido imposible mantenerlo en secreto más allá de unas horas. Las heridas no eran mortales. Pudo morir por una infección, según parece. Tampoco creo que fuera estrangulado.
 
-¿Por qué no se descubrió la autoría del atentado?
-Siete años después, en 1877, Cánovas del Castillo dio instrucciones para que el caso fuera sobreseído. Uno de los sospechosos era Antonio de Orleans, duque de Montpensier; y Alfonso XII se iba a casar con su hija. Todo eso le da morbo, pero hay muchas dudas.  
 
-¿Por ejemplo?
-A Prim lo acompañaban dos coroneles, que reconocen la voz de quien ordena disparar. Era un diputado jerezano, Paúl y Angulo, republicano, que huyó de España y se exilió en Francia. Algunas investigaciones lo dan como autor. Sin embargo, él siempre dijo que no lo había matado.
 
-Los críticos están siendo muy duros, últimamente, con las novelas históricas.
-Sí, pero no sólo últimamente. Cuando Victor Hugo publica Nuestra Señora de París, en el siglo XIX, ya le dijeron de todo.
 
-¿Por qué son criticados?
-La crítica no se siente cómoda con los éxitos populares y le cuesta asumirlos.
 
-¿No hay oportunismo?
-Es más difícil escribir una buena novela histórica porque, si no está bien documentada, te lo pueden decir. En la ficción, me invento lo que sea y vale. En la novela histórica también caben ciertas libertades. Yo ponía al protagonista, el periodista Fernando Besora, en el coche de Prim, lo cual es una barbaridad histórica. Pero tuve que investigar para otros datos. Por ejemplo, el precio de un décimo de lotería en 1870, que costaba 10 pesetas, y el premio era de 40.000 pesetas.
 
-Es experto en Historia Moderna, pero escribió una novela sobre Hipatia.
-Hipatia me atraía muchísimo. Coincidió con la película de Amenábar, pero yo lo estaba trabajando desde antes. En este caso, como en el de Caterina Sforza en La dama del dragón, eran personajes atractivos, aunque me saliera del marco que mejor conozco. Distingo al historiador del novelista.
 
-¿Añora la política?
-No, no... Disfruté y lo recuerdo con agrado, tanto en el Parlamento, como el tiempo en que fui alcalde. Pero eso se cerró.
 
-¿Cree que el andalucismo tiene futuro? 
-Creo que la lucha por Andalucía, en el marco de España como Estado, hay gente dispuesta a asumirla. En Andalucía han gobernado siempre los mismos y el paro es escandaloso. En el discurso oficial, hemos pasado de ser la California de Europa a no tener seguras tres comidas al día. Lo difícil es saber asumir el andalucismo, pero sigue siendo un proyecto ilusionante.
 
-¿Le ha beneficiado o perjudicado ser hermano de Carmen Calvo?
-Ha sido indiferente. Nunca le pedí que me presentara un libro, ni he estado en el Circuito Andaluz de las Letras. Empecé antes que ella en la política.
 
-¿Nunca le vieron como hermano de la ministra?
-No, al revés. Carmen Calvo es mi hermana. Soy su hermano mayor. Sobre eso hay una anécdota curiosa. 
 
-¿Cuál?
-En unas elecciones, Carmen encabezaba la lista del PSOE en la provincia de Córdoba y yo la del PA. A mi madre, que ya murió, le preguntó un periodista a quién votaría. Ella contestó: "Una madre ayuda siempre al hijo que más lo necesita y yo votaré a Pepe". No votó al PA, sino a su hijo Pepe.
 
-¿Para cuándo su próxima novela? 
-Estoy corrigiendo las galeradas y se publicará el 17 de octubre. No digo más. Tan sólo que está relacionada con Andalucía, con un episodio del siglo XIX.

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