El 19 de octubre de 1973 el cielo se abrió y descargó agua con toda su fuerza 38 personas murieron en La Rábita y hubo un número indeterminado de desaparecidos
R. FERNÁNDEZ LA RÁBITA |
19 de octubre de 1973. Se trata de una fecha marcada a fuego en la memoria colectiva de los habitantes de La Rábita, la zona cero de una tragedia que afectó hace 40 años a varias poblaciones del poniente almeriense (como Adra y Albox) y de la Costa granadina. Y sus habitantes no olvidan.
El saldo de 200 muertos (38 en La Rábita, aunque hubo un número indeterminado de desaparecidos) y 5.000 millones de pesetas en pérdidas es escalofriante, pero aún más son los testimonios de los que sobrevivieron a la nube.
Vicente Fernández es un agricultor que en aquel momento tenía 22 años y que no paró de retirar cadáveres y barro con el camión de su padre durante esos fatídicos días. Lo recuerda como si fuera ayer: "En los cerros todo eran surcos y no dejó nada… El agua llegaba hasta el primer piso de las casas". Antonio Rodríguez, entonces adolescente, tuvo que bajar de la montaña como pudo por todo aquel desastre...
Todo se desencadenó cuando toneladas de piedras y troncos taponaron el puente y la rambla se desbordó hacia el pueblo. Los testigos cuentan cómo no veían nada por la noche, nada más que relámpagos, y la desolación que sintieron a la mañana siguiente.
Un antiguo barrio de pescadores de La Rábita desapareció por completo. 175 casas quedaron totalmente destruidas. En una de aquellas casas se produjeron unos hechos que suponen el relato quizá más repetido desde entonces y que los habitantes de Albuñol son capaces de reproducir casi en cualquier lugar del pueblo: Una pareja de ancianos se habían resguardado sentados en una silla en un rincón de su casa de planta baja. La sorpresa de los grupos de rescate fue encontrar que la casa de estos señores había sido literalmente triturada por la lengua de fango, a excepción de los apenas dos metros cuadrados de vivienda en los que se encontraban ellos. Algunos, los más creyentes, calificaron aquellos hechos como de "milagro".
Menos suerte tuvo el protagonista de otro de los hechos sucedidos en aquella jornada, un camionero al que muchos recuerdan como un "héroe". Aquella noche trágica La Rábita se encontraba aproximadamente en el cuarto día de lluvias ininterrumpidas debidas a una temible gota fría que había venido a descargar en aquella zona. Un camionero anónimo se encontraba conduciendo su tráiler esa noche cuando observó que el cauce fluvial de la rambla arrastraba residuos sólidos y líquidos a partes iguales, y el gran número de troncos, espeso fango y materiales abandonados por el cauce de aquella pedregosa y seca rambla se habían acumulado en los ojos de aquel puente, haciendo de retén y comenzando a llenarse si como de un pantano provisional se tratase.
El valiente camionero, sin pensárselo dos veces, dio la voz de alarma, bajando por el camino anterior al puente hacia el pueblo y haciendo uso de la bocina de su vehículo para avisar a cuantos más habitantes mejor. Los testigos que se encontraban en la carretera ya a salvo, pudieron observar cómo el camionero emprendía la marcha, momento en que la estructura cedió sesgando la vida de aquel buen hombre que se había preocupado por los demás en un impagable gesto.
Y es que uno de los relatos que se repite, a pesar de la tragedia, es el de la solidaridad. Así, los supervivientes recuerdan el despliegue de medios, los helicópteros, agentes de la Guardia Civil llorando… Pero una visita conmovió especialmente a la población, y fue la del entonces príncipe y ahora S.M. El Rey Don Juan Carlos, acompañado de Doña Sofía.
El alcalde de Albuñol, Juan María Rivas, recuerda aquel gesto: su presencia fue "muy cariñosa, cercana y acogedora" y sirvió para que en aquellos momentos de "penuria", de "susto en el cuerpo" dar ánimos a la población, que sintió a sus príncipes como "muy cercanos". El mismo Rivas recuerda que él estaba estudiando por aquel entonces Derecho y que, cuando vieron en las noticias lo que había ocurrido, cogieron entre varios estudiantes un taxi que no les pudo dejar en el pueblo, sino a varios kilómetros. Las sensaciones que perduran en él hasta hoy de aquel día son las de "silencio, tristeza, resignación..." que se reflejaban en las caras de sus familiares y amigos por haber perdido a seres queridos o sus pertenencias.
Para que las víctimas de aquel fatídico 19 de octubre nunca se olviden, Juan María Rivas, ha querido organizar un homenaje dedicado a ellas, que consistirá en la colocación de un monolito el próximo lunes, a las 19 horas. Al acto acudirá, además del alcalde, el presidente de la Diputación de Granada, Sebastián Pérez, asi como el de Almería, Gabriel Amat, que está considerado en la población "como un rabiteño más".
El regidor cree que hechos como aquellos no volverán a repetirse, porque aquello sirvió para encauzar las ramblas pensando en prevenir hechos como aquellos, sin embargo, se queja de que los compromisos de las administraciones de aquel entonces de ayudar a reconstruir la población no se han cumplido. Como ejemplo, menciona que el puente de la rambla de Albuñol, 40 años después, no se ha vuelto a construir.
El comportamiento de la naturaleza a veces es difícil de prever y explicar. Los meteorólogos de la Costa, como los de cazatormentas.net, apuntan a lo sorprendente de aquellos datos: En cuanto a los pluviales, dicen que Albuñol registró 598 mm. Aquel día, se concentró el grueso de la precipitación en 8 horas. Respecto a la rambla de Albuñol se situó en 2.580 m³/s con una cuenca de tan sólo 120 km2. Una situación que tachan de "inconcebible".
A pesar de que el alcalde se muestra tranquilizador cuando dice que estos hechos nunca se repetirán, a cualquier vecino que se le pregunte, sobre todo a los mayores, confiesa que se inquietan e incluso sienten temor cuando hace cuatro días que está lloviendo. Miran al cielo, y el recuerdo de aquella terrible nube es imposible de borrar.
El saldo de 200 muertos (38 en La Rábita, aunque hubo un número indeterminado de desaparecidos) y 5.000 millones de pesetas en pérdidas es escalofriante, pero aún más son los testimonios de los que sobrevivieron a la nube.
Vicente Fernández es un agricultor que en aquel momento tenía 22 años y que no paró de retirar cadáveres y barro con el camión de su padre durante esos fatídicos días. Lo recuerda como si fuera ayer: "En los cerros todo eran surcos y no dejó nada… El agua llegaba hasta el primer piso de las casas". Antonio Rodríguez, entonces adolescente, tuvo que bajar de la montaña como pudo por todo aquel desastre...
Todo se desencadenó cuando toneladas de piedras y troncos taponaron el puente y la rambla se desbordó hacia el pueblo. Los testigos cuentan cómo no veían nada por la noche, nada más que relámpagos, y la desolación que sintieron a la mañana siguiente.
Un antiguo barrio de pescadores de La Rábita desapareció por completo. 175 casas quedaron totalmente destruidas. En una de aquellas casas se produjeron unos hechos que suponen el relato quizá más repetido desde entonces y que los habitantes de Albuñol son capaces de reproducir casi en cualquier lugar del pueblo: Una pareja de ancianos se habían resguardado sentados en una silla en un rincón de su casa de planta baja. La sorpresa de los grupos de rescate fue encontrar que la casa de estos señores había sido literalmente triturada por la lengua de fango, a excepción de los apenas dos metros cuadrados de vivienda en los que se encontraban ellos. Algunos, los más creyentes, calificaron aquellos hechos como de "milagro".
Menos suerte tuvo el protagonista de otro de los hechos sucedidos en aquella jornada, un camionero al que muchos recuerdan como un "héroe". Aquella noche trágica La Rábita se encontraba aproximadamente en el cuarto día de lluvias ininterrumpidas debidas a una temible gota fría que había venido a descargar en aquella zona. Un camionero anónimo se encontraba conduciendo su tráiler esa noche cuando observó que el cauce fluvial de la rambla arrastraba residuos sólidos y líquidos a partes iguales, y el gran número de troncos, espeso fango y materiales abandonados por el cauce de aquella pedregosa y seca rambla se habían acumulado en los ojos de aquel puente, haciendo de retén y comenzando a llenarse si como de un pantano provisional se tratase.
El valiente camionero, sin pensárselo dos veces, dio la voz de alarma, bajando por el camino anterior al puente hacia el pueblo y haciendo uso de la bocina de su vehículo para avisar a cuantos más habitantes mejor. Los testigos que se encontraban en la carretera ya a salvo, pudieron observar cómo el camionero emprendía la marcha, momento en que la estructura cedió sesgando la vida de aquel buen hombre que se había preocupado por los demás en un impagable gesto.
Y es que uno de los relatos que se repite, a pesar de la tragedia, es el de la solidaridad. Así, los supervivientes recuerdan el despliegue de medios, los helicópteros, agentes de la Guardia Civil llorando… Pero una visita conmovió especialmente a la población, y fue la del entonces príncipe y ahora S.M. El Rey Don Juan Carlos, acompañado de Doña Sofía.
El alcalde de Albuñol, Juan María Rivas, recuerda aquel gesto: su presencia fue "muy cariñosa, cercana y acogedora" y sirvió para que en aquellos momentos de "penuria", de "susto en el cuerpo" dar ánimos a la población, que sintió a sus príncipes como "muy cercanos". El mismo Rivas recuerda que él estaba estudiando por aquel entonces Derecho y que, cuando vieron en las noticias lo que había ocurrido, cogieron entre varios estudiantes un taxi que no les pudo dejar en el pueblo, sino a varios kilómetros. Las sensaciones que perduran en él hasta hoy de aquel día son las de "silencio, tristeza, resignación..." que se reflejaban en las caras de sus familiares y amigos por haber perdido a seres queridos o sus pertenencias.
Para que las víctimas de aquel fatídico 19 de octubre nunca se olviden, Juan María Rivas, ha querido organizar un homenaje dedicado a ellas, que consistirá en la colocación de un monolito el próximo lunes, a las 19 horas. Al acto acudirá, además del alcalde, el presidente de la Diputación de Granada, Sebastián Pérez, asi como el de Almería, Gabriel Amat, que está considerado en la población "como un rabiteño más".
El regidor cree que hechos como aquellos no volverán a repetirse, porque aquello sirvió para encauzar las ramblas pensando en prevenir hechos como aquellos, sin embargo, se queja de que los compromisos de las administraciones de aquel entonces de ayudar a reconstruir la población no se han cumplido. Como ejemplo, menciona que el puente de la rambla de Albuñol, 40 años después, no se ha vuelto a construir.
El comportamiento de la naturaleza a veces es difícil de prever y explicar. Los meteorólogos de la Costa, como los de cazatormentas.net, apuntan a lo sorprendente de aquellos datos: En cuanto a los pluviales, dicen que Albuñol registró 598 mm. Aquel día, se concentró el grueso de la precipitación en 8 horas. Respecto a la rambla de Albuñol se situó en 2.580 m³/s con una cuenca de tan sólo 120 km2. Una situación que tachan de "inconcebible".
A pesar de que el alcalde se muestra tranquilizador cuando dice que estos hechos nunca se repetirán, a cualquier vecino que se le pregunte, sobre todo a los mayores, confiesa que se inquietan e incluso sienten temor cuando hace cuatro días que está lloviendo. Miran al cielo, y el recuerdo de aquella terrible nube es imposible de borrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario