La autora acaba de publicar 'Los traductores del viento', un trabajo que la crítica califica como una obra de ciencia-ficción mística
ELIZABETH FERNÁNDEZ GRANADA
Es profesora en la Montclair State University de Estados Unidos, además de poeta, novelista y traductora. Acaba de publicar Los traductores del viento (Vaso roto, 2013). López Luaces habla sobre el duro oficio, al fin, de resistir.
-Justo Navarro en uno de sus artículos explicaba que hay que ser atrevido para traducir. ¿Cuál es la mayor osadía que se ha permitido cometer a la hora de traducir un mundo de ficción?
-Creo que mi mayor osadía a la hora de traducir o aún de escribir una novela o hacer poesía es creer que se puede traducir una realidad a otra o peor, una cultura a otra.
- Sobre su nueva novela, 'Los traductores del viento'. ¿Qué le parece esta definición de género: ciencia-ficción mística?
-No sé, siempre es muy difícil definir el propio trabajo pero ya varios críticos han clasificado mi prosa como tal. Una prosa entre la literatura fantástica, ciencia ficción y mística. Creo que vivimos en una época en que los diversos géneros se han borrado y se mezclan, y eso se ve reflejado en mi literatura.
-Agustín, Mateo son nombres de larga tradición cristiana, e incluso, las lecturas que hacen estos personajes son también muy religiosas aunque no necesariamente cristianas. ¿Qué lugar ha ocupado la religión en su formación creativa?
-Como he vivido en diferentes países me he jactado de que la religión aún hoy tiene una gran influencia cultural aunque no seas religioso. Los diversos libros sagrados como la Biblia, el Corán o la Veda han cargado nuestro mundo con poderosos símbolos que están en nuestro inconsciente cultural ,y con mayor o menor fuerza, guían las costumbres y creencias de las diversas sociedades actuales.
-Su novela plantea un futuro hipotético en el siglo XXIII. ¿Cree que para ese momento las religiones habrán muerto o existirá un resurgimiento de la fe más primaria?
-Para muchos seres humanos la necesidad de creer es un modo de sobrevivir en un mundo que está en constante cambio y que es difícil de entender sin unos ciertos pilares educativos, emocionales o intelectuales. La religión puede ser un modo de apoyo no solo espiritual sino también social y por eso mismo creo que las religiones irán cambiando, algunas más rápido que otras, pero probablemente sobrevivirán por muchos siglos.
-Los habitantes de Henoc conviven con un constante sentimiento de exilio. ¿Considera que la tecnocracia intenta, paulatinamente, que la ciudadanía albergue un sentimiento de exilio?
-Creo que vivimos en un mundo en que la tecnología, el marketing, y algunos discursos políticos están creando sociedades del exilio, quiero decir cada vez estamos menos en contacto con nuestro mundo interior, menos en contacto con los seres humanos que nos rodean y poco a poco, parece que el ser humano está más cómodo con una imagen en la pantalla, con un mensaje en Facebook que hablando cara a cara con su vecino o un amigo.
-Sin embargo, ¿este sentimiento no está viéndose retraído por una incipiente indignación cívica?
-Creo que la indignación es una repuesta, a veces más consciente que otras, a esa alienación de la sociedad moderna. La llamada globalización en la que se supone que el mundo se haría más pequeño ha producido todo lo contrario: un sentimiento de enajenación que vemos reflejada en esta indignación ciudadana.
-¿La indignación activa constituye el primer paso para recuperar el sentimiento de pertinencia ciudadana?
-Necesitamos responder a una economía y a una política en la que el ser humano se está transformando en una unidad comercial, en el que el único valor del ser humano es su capacidad de compra.
-Los profetas perturban/ la paz de las realidades; son dos versos de un poema suyo titulado ¿Qué es un poema?. ¿Quiénes son los profetas que perturban nuestro tiempo?
-Los poetas, los novelistas, los filósofos, en general, los pensadores aunque escriban no son muy conscientes de los peligros de la deshumanización de la sociedad contemporánea.
-Es docente en Estados Unidos, donde la gran mayoría de los centros educativos son de carácter privado. ¿Es una defensora de la educación pública?
-Sin una educación pública fuerte no puede haber un movimiento social en el que la diversas poblaciones de un país puedan acceder a la clase media. Esto es lo que ocurrió con la población negra de los Estados Unidos. Por mucho tiempo, no se les permitió ir a escuelas públicas ni a universidades buenas, lo cual les impedía el acceso a los puestos de trabajo y a una vida digna. Sin una educación pública de calidad lo que termina ocurriendo es la división de la sociedad en castas: aquellos que puedan costearle a los hijos una educación de calidad siempre serán la élite y el resto, una clase que les sirva. Esto podemos comprobarlo, en mucho países pobres que no han podido, o querido, invertir en un sistema público fuerte.
-Justo Navarro en uno de sus artículos explicaba que hay que ser atrevido para traducir. ¿Cuál es la mayor osadía que se ha permitido cometer a la hora de traducir un mundo de ficción?
-Creo que mi mayor osadía a la hora de traducir o aún de escribir una novela o hacer poesía es creer que se puede traducir una realidad a otra o peor, una cultura a otra.
- Sobre su nueva novela, 'Los traductores del viento'. ¿Qué le parece esta definición de género: ciencia-ficción mística?
-No sé, siempre es muy difícil definir el propio trabajo pero ya varios críticos han clasificado mi prosa como tal. Una prosa entre la literatura fantástica, ciencia ficción y mística. Creo que vivimos en una época en que los diversos géneros se han borrado y se mezclan, y eso se ve reflejado en mi literatura.
-Agustín, Mateo son nombres de larga tradición cristiana, e incluso, las lecturas que hacen estos personajes son también muy religiosas aunque no necesariamente cristianas. ¿Qué lugar ha ocupado la religión en su formación creativa?
-Como he vivido en diferentes países me he jactado de que la religión aún hoy tiene una gran influencia cultural aunque no seas religioso. Los diversos libros sagrados como la Biblia, el Corán o la Veda han cargado nuestro mundo con poderosos símbolos que están en nuestro inconsciente cultural ,y con mayor o menor fuerza, guían las costumbres y creencias de las diversas sociedades actuales.
-Su novela plantea un futuro hipotético en el siglo XXIII. ¿Cree que para ese momento las religiones habrán muerto o existirá un resurgimiento de la fe más primaria?
-Para muchos seres humanos la necesidad de creer es un modo de sobrevivir en un mundo que está en constante cambio y que es difícil de entender sin unos ciertos pilares educativos, emocionales o intelectuales. La religión puede ser un modo de apoyo no solo espiritual sino también social y por eso mismo creo que las religiones irán cambiando, algunas más rápido que otras, pero probablemente sobrevivirán por muchos siglos.
-Los habitantes de Henoc conviven con un constante sentimiento de exilio. ¿Considera que la tecnocracia intenta, paulatinamente, que la ciudadanía albergue un sentimiento de exilio?
-Creo que vivimos en un mundo en que la tecnología, el marketing, y algunos discursos políticos están creando sociedades del exilio, quiero decir cada vez estamos menos en contacto con nuestro mundo interior, menos en contacto con los seres humanos que nos rodean y poco a poco, parece que el ser humano está más cómodo con una imagen en la pantalla, con un mensaje en Facebook que hablando cara a cara con su vecino o un amigo.
-Sin embargo, ¿este sentimiento no está viéndose retraído por una incipiente indignación cívica?
-Creo que la indignación es una repuesta, a veces más consciente que otras, a esa alienación de la sociedad moderna. La llamada globalización en la que se supone que el mundo se haría más pequeño ha producido todo lo contrario: un sentimiento de enajenación que vemos reflejada en esta indignación ciudadana.
-¿La indignación activa constituye el primer paso para recuperar el sentimiento de pertinencia ciudadana?
-Necesitamos responder a una economía y a una política en la que el ser humano se está transformando en una unidad comercial, en el que el único valor del ser humano es su capacidad de compra.
-Los profetas perturban/ la paz de las realidades; son dos versos de un poema suyo titulado ¿Qué es un poema?. ¿Quiénes son los profetas que perturban nuestro tiempo?
-Los poetas, los novelistas, los filósofos, en general, los pensadores aunque escriban no son muy conscientes de los peligros de la deshumanización de la sociedad contemporánea.
-Es docente en Estados Unidos, donde la gran mayoría de los centros educativos son de carácter privado. ¿Es una defensora de la educación pública?
-Sin una educación pública fuerte no puede haber un movimiento social en el que la diversas poblaciones de un país puedan acceder a la clase media. Esto es lo que ocurrió con la población negra de los Estados Unidos. Por mucho tiempo, no se les permitió ir a escuelas públicas ni a universidades buenas, lo cual les impedía el acceso a los puestos de trabajo y a una vida digna. Sin una educación pública de calidad lo que termina ocurriendo es la división de la sociedad en castas: aquellos que puedan costearle a los hijos una educación de calidad siempre serán la élite y el resto, una clase que les sirva. Esto podemos comprobarlo, en mucho países pobres que no han podido, o querido, invertir en un sistema público fuerte.
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