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domingo, 20 de julio de 2014

Una hora de compañía que alegra vidas granadahoy.com

Ocho voluntarios de la asociación Acercando Distancias prestan su tiempo para que personas mayores y dependientes no estén solas
MIGUEL LÓPEZ GRANADA
María del Mar y Consuelo forman un binomio perfecto, cada una aporta y recibe lo que necesita y tiene la otra.
El trato cercano entre ambas hace que se consideren casi familia.
Consuelo Castillo tiene 81 años. Aunque tiene cuatro hijos -de 55, 50, 46 y 38 años respectivamente- vive sola en casa. Esa es precisamente su única carencia, la falta de compañía. María del Mar Abad es profesora de Informática en la Universidad de Granada. A sus 46 años, y tras superar un cáncer, comenzó a interesarse poco a poco por las personas mayores: "Tenemos que cuidarlas, ellos lo han dado todo por nosotros", asegura. De esa forma, Consuelo y María del Mar unieron sus vidas hace dos meses. 

Desde entonces, cada martes y jueves María del Mar visita a Consuelo para hacerle compañía, dar una vuelta y realizarse a sí misma como persona. Y todo gracias a Acercando Distancias, una asociación no lucrativa creada al albor de los centros de salud Caleta, Salvador Caballero y Albayda. 

El trato cercano y personal que se intuye entre Consuelo y María del Mar es tan palpable como la agilidad y capacidad física de la anciana. "Ellos puede valerse por sí mismos, pero necesitan compañía", afirma María del Mar, quien reconoce aprender mucho de las personas mayores, de su compañía y de su sabiduría natural y empírica. 

A lo largo de los aproximadamente sesenta minutos que pasan juntas la conexión es total, hasta el punto de considerarse casi familia la una de la otra. Momentos que se hacen aún más visibles cuando Consuelo necesita sacar al perro o ir a dar un paseo. La simbiosis es absoluta, y mientras la una recibe compañía, la otra colma su necesidad de entregarse a los demás. Un intercambio puro y sano, pues al fin y al cabo el ser humano vive en una especie de ecosistema social donde la relación con el similar es imprescindible. 

Como María del Mar, otros siete voluntarios de Acercando Distancias realizan labores similares, conciliando sus vidas personales con la ayuda altruista y desinteresada. 

El objetivo de Acercando Distancias es captar una amplia red de voluntarios que ponga libremente su tiempo a disposición de las personas mayores o dependientes. "Sólo ofrecemos compañía", cuenta Ana Afán de Ribera, trabajadora social de los centros de salud de Albayda, Caleta y Salvador Caballero e impulsora de la iniciativa. Actualmente son ocho los voluntarios que ponen su cariño y atención en manos de quienes más lo requieren. 

"Estamos muy contentos, pero queremos más. Por eso vamos a volver a poner mesas informativas en septiembre, para que la gente sepa cómo puede ayudar a los demás, y las personas que lo necesiten cómo ser ayudados", arguye Ana Afán. 

La idea es que la iniciativa que emanó de algún rincón de su despacho termine extendiéndose a otros centros de atención primaria de la capital además de los tres anteriormente citados. "Cuantos más seamos, más distritos y sectores sociales podrán verse beneficiados", explica. 

Asociaciones como Acercando Distancias se hacen más necesarias que nunca en épocas como esta, en la que la solidaridad y la filantropía cobran más importancia que nunca. Aunque, como advierte Ana Afán, "no ofrecemos ningún servicio sustitutivo. Nosotros hacemos una labor complementaria a la que las administraciones deben garantizar". En plena oleada de recortes de todo tipo, siempre se agradece que haya quien se pone al servicio de los demás desinteresadamente, pero conviene recordar también que el garante de la cobertura social a todos los niveles es el Estado. 

Cada día, cientos de voluntarios de todo tipo hacen que la vida de otras personas sea más fácil a cambio de nada tangible, pero todo lo intangible. Intangibilidad que se manifiesta, por ejemplo, en mentes forjadas alrededor de la experiencia. Mentes como la de Consuelo, que pronuncian frases capaces de hacer que una persona se levante cada mañana para emprender una nueva aventura pese a la rutina. Y es que "dicen que trabajando no se piensa en nada malo". Aciertan, quien lo dijo fue Consuelo.

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