jueves, 10 de septiembre de 2015

Encuentran a media milla de la costa a la cuarta víctima de la riada de Albuñol granadahoy.com

Se trata de un varón ruso de 43 años que era compañero de los otros dos inmigrantes fallecidos
ROSA FERNÁNDEZ GRANADA
El operativo organizado para la ocasión a su llegada al Puerto de Motril antes de trasladar el cadáver al Instituto Anatómico Forense de Granada.
Panorámica de la dársena motrileña justo en el momento en que había llegado la embarcación procedente de La Rijana.

Una zodiac de Protección Civil de Motril localizó ayer alrededor de las diez de la mañana el cuerpo sin vida de un hombre flotando en el mar, a una media milla marina del litoral granadino, a la altura de la playa de La Rijana, en el término municipal de Castell de Ferro. Así, se cierra el dispositivo de búsqueda puesto en marcha dos días antes, en el que han participado además de un helicóptero y el servicio marítimo de la Guardia Civil, Salvamento Marítimo, la Unidad Canina de rescate de Protección Civil y los Bomberos de Motril. 

Fuentes del Servicio de Emergencias del 112 confirmaron que el cadáver correspondía a Nicolai, un varón de unos 43 años y de origen ruso, que el pasado lunes desapareció en Albuñol tras la riada, y que era compañero de los otros dos emigrantes extranjeros, ambos de nacionalidad lituana, con los que convivía en condiciones infrahumanas en el tubo de una rambla en el casco urbano del municipio costero. 

Con este cadáver se elevan a cuatro las víctimas mortales que ha dejado el temporal a su paso por la Costa, pues además de estos tres fallecidos que vivían en Albuñol, el mismo lunes apareció en la playa de Casarones el cuerpo de un hombre vecino de Castell de Ferro, que en el momento de la tormenta se encontraba en una rambla de La Mamola, donde trabajaba como guarda de una planta de recogida de plástico de invernaderos. 

El cadáver del aparecido ayer en La Rijana fue trasladado por una patrullera de la Guardia Civil al Puerto de Motril, donde los servicios funerarios condujeron el cuerpo al Instituto Anatómico Forense de Granada para practicarle la autopsia. 

Vitalijus Kuznekovas identificó a su amigo Nicolai, a pesar de que el cuerpo se encontraba muy deteriorado y relató que el fallecido procedía de la ciudad rusa de Tambov y que llevaba viviendo en aquel lugar sólo una semana, pues él normalmente residía en La Rábita, donde "trabajaba en lo que iba encontrando: en un bar, en la pesca ... Había subido a Albuñol, por si le llamaban para algún trabajillo como para recoger la almendra". Kuznekovas indicó que además de los tres hombres que fallecieron en la riada, en aquel tubo vivían un hombre y una mujer que salvaron la vida, porque cuando descargó la fuerte tromba de agua, no se encontraban en el interior, ya que la mujer había ido al pueblo para cuidar a unos niños, mientras que el varón había marchado a comprar tabaco, precisamente para Nicolai. 

"Por lo menos llevaba 12 años residiendo en La Rábita, tenía mujer, pero en la actualidad estaba separado de ella, y ésta mantiene una relación con un español. Llevaban mala vida, bebían y una vez que la gente te ve borracho por ahí ya no te quieren contratar, en nuestro país no se puede vivir así, pues el invierno es muy duro, no quería vivir en familia". 

El compatriota de los fallecidos señaló que en el momento que comenzó a llover "no estaban durmiendo, sino que estaban sentados, pero pensaron que no iba a llover mucho. La rambla de Albuñol va normalmente seca, "pero vino una ola enorme de unos dos metros, la primera ola se llevó al primer hombre, fui yo a socorrer a los otros dos para ayudarles, pero la otra ola más grande se llevó a los dos últimos". 

Kuznekovas desconocía si los cuerpos iban a ser repatriados a sus países de origen, aquí no tenían familia, pero el hombre de 60 años, Stepas, era un antiguo militar del ejercito soviético que tiene hijos en su ciudad de origen de Jonava en Lituania. "No hablaban mucho, no se metían con él, ni él se metía con nadie. Cada uno vive como puede". El destino ha hecho que sea el litoral de Granada su último destino.

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