La superestructura globular creada por un equipo internacional, en el que se incluyen investigadores sevillanos, impide la infección de las células.
EFE, MADRID
Un equipo internacional de investigadores ha diseñado una macromolécula recubierta de manosa, un azúcar simple, capaz de impedir la infección de las células por elvirus del Ébola.
La investigación aparece en Nature Chemistry y por parte española participan la Universidad Complutense de Madrid, el Imdea Nanociencia (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia), el Hospital 12 de Octubre (Madrid) e Instituto de Investigaciones Químicas (centro mixto del CSIC y Universidad de Sevilla). La "gran bola de azúcar" se ha construido a partir de una molécula de carbono, el fullereno C60. Javier Rojo, del centro sevillano y uno de los autores de este estudio, ha explicado que la estructura de esta molécula es tridimensional, semejante a la de un balón de fútbol.
La metodología desarrollada ha permitido conectar mediante enlaces químicos hasta 12 unidades más de este elemento (fullereno C60), hasta crear la superestructura globular recubierta de manosa, el mismo tipo de azúcar que tiene el ébola en su superficie, según una nota del CSIC. En este sentido, Rojo ha señalado que en la superficie del virus del Ébola, al igual que en otros patógenos, existen proteínas que tienen muchos azúcares y se denominan glicoproteínas. Diferentes estudios han puesto de manifiesto que un posible mecanismo de infección por el virus del Ébola comienza cuando éste penetra en las células dendríticas con la ayuda de un receptor molecular llamado DC-SIGN.
Estas células son las responsables del inicio de la respuesta inmunitaria, son las primeras en reconocer la entrada de agentes extraños -como los virus- y de desencadenar una respuesta inmune capaz de destruir al agente infeccioso. Sin embargo, el virus del Ébola puede alterar su funcionamiento habitual y, en lugar de ser un mecanismo de bloqueo, convertirlo en una puerta libre de acceso en las células, consiguiendo infectarlas y después diseminarse por el organismo, ha detallado Rafael Delgado, otro de los firmantes e investigador del i+12 (Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre).
Las conclusiones de este estudio, probado 'in vitro', demuestran que esta "superbola de azúcar" es capaz de frenar el acceso del ébola precisamente bloqueando la molécula receptora DC-SIGN. Y es que DC-SIGN actúa como una puerta de entrada del virus, reconociendo sus azúcares, ha detallado Rojo. "Por lo tanto, si cerramos esa vía de entrada inhibimos la infección. Esto es lo que consigue la macromolécula".
Para comprobarlo, en el laboratorio, se incubaron las células con las macromoléculas creadas y después añadieron el virus del Ébola (artificialmente modificado por motivos de seguridad). Una y otro compiten por entrar en la célula por el mismo receptor: "Si la macromolécula es eficiente -interacciona con el receptor igual o mejor que el virus-, consigue inhibir la interacción del virus con la célula y por lo tanto ésta no se infecta".
Desde la Complutense, el catedrático de Química Orgánica y autor principal del trabajo, Nazario Martín, ha indicado que los resultados ponen de relieve el potencial de estas moléculas gigantes como agentes antiinfecciosos. "Abren la puerta al diseño y preparación de nuevos sistemas que permitan combatir la infección de patógenos frente a los que terapias actuales no son efectivas o son inexistentes, como en ébola", según Martín. Este trabajo se ha hecho en laboratorio y ahora hay que seguir perfeccionando el sistema, para después realizar pruebas en ratones y más tarde con el virus del Ébola real (en laboratorios con seguridad nivel 4, de los que en España no hay).
La investigación aparece en Nature Chemistry y por parte española participan la Universidad Complutense de Madrid, el Imdea Nanociencia (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia), el Hospital 12 de Octubre (Madrid) e Instituto de Investigaciones Químicas (centro mixto del CSIC y Universidad de Sevilla). La "gran bola de azúcar" se ha construido a partir de una molécula de carbono, el fullereno C60. Javier Rojo, del centro sevillano y uno de los autores de este estudio, ha explicado que la estructura de esta molécula es tridimensional, semejante a la de un balón de fútbol.
La metodología desarrollada ha permitido conectar mediante enlaces químicos hasta 12 unidades más de este elemento (fullereno C60), hasta crear la superestructura globular recubierta de manosa, el mismo tipo de azúcar que tiene el ébola en su superficie, según una nota del CSIC. En este sentido, Rojo ha señalado que en la superficie del virus del Ébola, al igual que en otros patógenos, existen proteínas que tienen muchos azúcares y se denominan glicoproteínas. Diferentes estudios han puesto de manifiesto que un posible mecanismo de infección por el virus del Ébola comienza cuando éste penetra en las células dendríticas con la ayuda de un receptor molecular llamado DC-SIGN.
Estas células son las responsables del inicio de la respuesta inmunitaria, son las primeras en reconocer la entrada de agentes extraños -como los virus- y de desencadenar una respuesta inmune capaz de destruir al agente infeccioso. Sin embargo, el virus del Ébola puede alterar su funcionamiento habitual y, en lugar de ser un mecanismo de bloqueo, convertirlo en una puerta libre de acceso en las células, consiguiendo infectarlas y después diseminarse por el organismo, ha detallado Rafael Delgado, otro de los firmantes e investigador del i+12 (Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre).
Las conclusiones de este estudio, probado 'in vitro', demuestran que esta "superbola de azúcar" es capaz de frenar el acceso del ébola precisamente bloqueando la molécula receptora DC-SIGN. Y es que DC-SIGN actúa como una puerta de entrada del virus, reconociendo sus azúcares, ha detallado Rojo. "Por lo tanto, si cerramos esa vía de entrada inhibimos la infección. Esto es lo que consigue la macromolécula".
Para comprobarlo, en el laboratorio, se incubaron las células con las macromoléculas creadas y después añadieron el virus del Ébola (artificialmente modificado por motivos de seguridad). Una y otro compiten por entrar en la célula por el mismo receptor: "Si la macromolécula es eficiente -interacciona con el receptor igual o mejor que el virus-, consigue inhibir la interacción del virus con la célula y por lo tanto ésta no se infecta".
Desde la Complutense, el catedrático de Química Orgánica y autor principal del trabajo, Nazario Martín, ha indicado que los resultados ponen de relieve el potencial de estas moléculas gigantes como agentes antiinfecciosos. "Abren la puerta al diseño y preparación de nuevos sistemas que permitan combatir la infección de patógenos frente a los que terapias actuales no son efectivas o son inexistentes, como en ébola", según Martín. Este trabajo se ha hecho en laboratorio y ahora hay que seguir perfeccionando el sistema, para después realizar pruebas en ratones y más tarde con el virus del Ébola real (en laboratorios con seguridad nivel 4, de los que en España no hay).
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