El Pabellón Mulhacén que gestiona Don Patín es la única herencia ligada al espíritu del evento El recinto de la UGR está cerrado
ENRIQUE ABUÍN GRANADA
El día que José Arcadio Buendía descubrió el hielo fue un momento mágico para él. Esa sensación de deslumbramiento por el hielo que narraba Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad no ha tenido correspondencia en la sociedad granadina, para la que la Universiada de Invierno 2015 pasó con más indiferencia que gloria. Y hoy, un año después de su celebración, el legado que ha dejado en la ciudad es escaso. Nada que ver con ese proyecto ambicioso que nació en los albores de una crisis que luego acabaría rebajando las pretensiones de los organizadores. La candidatura inicial con la que Granada se presentó en Bruselas para ser elegida sede -sin rivales con los que luchar-, sufriría numerosos recortes en los siete años siguientes. Finalmente, se descartó la Villa Olímpica pensada para albergar un futuro parque de viviendas y también se desechó la idea de construir varios recintos deportivos. Con lo que todo derivó en una Universiada más austera que en febrero del año pasado suscitó atención durante dos semanas hasta que se apagó la llama del pebetero.
Un año después, la cultura del hielo intenta hacerse paso a duras penas en una ciudad orientada a otro tipo de ocio y a deportes más terrenales como el fútbol y el baloncesto. Pero, siempre hay una excepción y Don Patín está intentando congelar el espíritu de la Universiada y prolongar la querencia al frío. Esta empresa se ha hecho cargo del Pabellón Mulhacén, que en un primer momento se concibió para acoger los entrenamientos del Mundial de Baloncesto de 2014, aunque acabó convertido en una instalación con una pista de hielo permanente.
Don Patín cogió las riendas del Pabellón Mulhacén el pasado mes de octubre y en apenas cuatro meses se ha hecho un hueco en la agenda de ocio de la ciudad. La gerente Cristina Toro informa de que la afluencia a la pista de hielo va creciendo poco a poco y, sobre todo, gracias a los cursos de iniciación al patinaje que se ofertan para todo tipo de edades. "Estamos teniendo muy buena repercusión, abrimos toda la semana y hay fechas como los fines de semana o las celebraciones de cumpleaños que se llena", explica. De hecho, anuncia que la intención de la empresa es abrir durante todo el año y no hasta el 30 de abril como se había programado. "El gasto energético es alto y más en verano, pero estamos pendientes de unas obras que nos permitirían abrir en verano", señala.
El mantenimiento de una pista que tiene que conservar placas congeladas a unas temperaturas muy bajas es el gran obstáculo al que se enfrenta la entidad que gestiona la pista deportiva. No obstante, Don Patín procura mantener unos precios competitivos para que la iniciación al patinaje no sea muy cara. Así, oferta bonos de 40 euros y 70 euros para disfrutar de 10 y 20 sesiones respectivamente, y ha reservado los lunes para el día del patinador con precios más baratos que el resto de los días. "Entre semana, la afluencia baja, pero siempre hay gente porque hacemos cursos de hockey y de patinaje", indica la gerente de la pista.
En la actualidad, Don Patín tiene siete monitores trabajando en el Pabellón Mulhacén, dos profesores de hockey y cinco patinadoras, entre las que hay una que proviene de Rusia y otra de Italia. "Cada vez vienen más alumnos, sobre todo después de la Navidad que se ha animado mucha gente y hasta tenemos algunos alumnos de Jaén y Almería", comenta Cristina Toro sobre una pista de hielo con una capacidad para acoger en torno a 500 patinadores. Eso en lo que respecta a su explotación, pues el Pabellón Mulhacén ha seguido apareciendo en los medios de comunicación después de la Universiada por un caso judicial que ha provocado la investigación de la concejal de Urbanismo, Isabel Nieto.
Otro de los recintos que se utilizó para las competiciones deportivas fue el Pabellón de Fuentenueva, que construyó la Universidad de Granada por un valor de seis millones de euros. Esta instalación que llegó a última hora y tras pasar por un calvario durante su construcción, con incendio incluido, se utilizó en la Universiada para la modalidad de curling. Pero, desde que acabaron los Juegos Universitarios está prácticamente cerrada, según confirman fuentes del Centro de Actividades Deportivas (CAD). Ahora mismo la UGR ha usado el pabellón para dar cobijo a algunos entrenamientos de taekwondo y de patinaje sobre cemento, puesto que sigue sin tener parqué. Ese es el siguiente paso, el sacar a concurso una obra que incluirá la ampliación de la infraestructura con un nuevo suelo para la práctica deportiva y mejoras en los vestuarios.
Será entonces a partir del curso que viene cuando la comunidad universitaria y los equipos deportivos de la institución tengan la posibilidad de disfrutar el nuevo Pabellón de Fuentenueva, que también concentrará parte de las dependencias administrativas del CAD. Es la herencia que deja en la UGR la Universiada, además de las pegatinas con el logo oficial que todavía están adheridas a los asientos del pabellón universitario y algún que otro cartel raído por el paso del tiempo.
Para los que ya no se acuerden de la Universiada pueden visitar el Palacio de Deportes, donde siguen colocados numerosos paneles del evento universitario tanto en el interior como en el exterior. De hecho, la actual oficina del Fundación CB Granada sigue enmarcada por los emblemas de la Universiada que también dan colorido a la zona de las taquillas y a la parte de los vestuarios. El club argumenta que no se pueden quitar las lonas por orden municipal. Donde no queda ni rastro es en la carpa portátil que, en un alarde de pragmatismo, la organización decidió colocar en la explanada del Estadio Los Cármenes. Una medida improvisada que fue muy celebrada por la Federación Internacional de Deporte Universitario (FISU) para futuros eventos.
En Sierra Nevada la competición pasó de puntillas y sin hacer mucho ruido, pero hoy queda una pista de nombre Universiada que es una de las muchas no abiertas para el esquí en esta temporada. La estación anda en la actualidad preocupada por salvar esta temporada que anda escasa de nieve y ya mira con optimismo a la próxima gran cita deportiva del Mundial de Freestyle y Snowboard de 2017.
El otro gran vestigio de la Universiada se puede ver a la entrada del Zaidín. Se trata del pebetero olímpico, que el Ayuntamiento transportó a una rotonda cercana a la del helicóptero. Es lo que ha dado de sí un acontecimiento que un año después casi ha sido borrado del mapa. Lo que sí colean son algunas cuentas que no quedaron muy claras, pues según el único balance del Ayuntamiento, la ciudad se gastó unos ocho millones y percibió solamente seis.
Un año después, la cultura del hielo intenta hacerse paso a duras penas en una ciudad orientada a otro tipo de ocio y a deportes más terrenales como el fútbol y el baloncesto. Pero, siempre hay una excepción y Don Patín está intentando congelar el espíritu de la Universiada y prolongar la querencia al frío. Esta empresa se ha hecho cargo del Pabellón Mulhacén, que en un primer momento se concibió para acoger los entrenamientos del Mundial de Baloncesto de 2014, aunque acabó convertido en una instalación con una pista de hielo permanente.
Don Patín cogió las riendas del Pabellón Mulhacén el pasado mes de octubre y en apenas cuatro meses se ha hecho un hueco en la agenda de ocio de la ciudad. La gerente Cristina Toro informa de que la afluencia a la pista de hielo va creciendo poco a poco y, sobre todo, gracias a los cursos de iniciación al patinaje que se ofertan para todo tipo de edades. "Estamos teniendo muy buena repercusión, abrimos toda la semana y hay fechas como los fines de semana o las celebraciones de cumpleaños que se llena", explica. De hecho, anuncia que la intención de la empresa es abrir durante todo el año y no hasta el 30 de abril como se había programado. "El gasto energético es alto y más en verano, pero estamos pendientes de unas obras que nos permitirían abrir en verano", señala.
El mantenimiento de una pista que tiene que conservar placas congeladas a unas temperaturas muy bajas es el gran obstáculo al que se enfrenta la entidad que gestiona la pista deportiva. No obstante, Don Patín procura mantener unos precios competitivos para que la iniciación al patinaje no sea muy cara. Así, oferta bonos de 40 euros y 70 euros para disfrutar de 10 y 20 sesiones respectivamente, y ha reservado los lunes para el día del patinador con precios más baratos que el resto de los días. "Entre semana, la afluencia baja, pero siempre hay gente porque hacemos cursos de hockey y de patinaje", indica la gerente de la pista.
En la actualidad, Don Patín tiene siete monitores trabajando en el Pabellón Mulhacén, dos profesores de hockey y cinco patinadoras, entre las que hay una que proviene de Rusia y otra de Italia. "Cada vez vienen más alumnos, sobre todo después de la Navidad que se ha animado mucha gente y hasta tenemos algunos alumnos de Jaén y Almería", comenta Cristina Toro sobre una pista de hielo con una capacidad para acoger en torno a 500 patinadores. Eso en lo que respecta a su explotación, pues el Pabellón Mulhacén ha seguido apareciendo en los medios de comunicación después de la Universiada por un caso judicial que ha provocado la investigación de la concejal de Urbanismo, Isabel Nieto.
Otro de los recintos que se utilizó para las competiciones deportivas fue el Pabellón de Fuentenueva, que construyó la Universidad de Granada por un valor de seis millones de euros. Esta instalación que llegó a última hora y tras pasar por un calvario durante su construcción, con incendio incluido, se utilizó en la Universiada para la modalidad de curling. Pero, desde que acabaron los Juegos Universitarios está prácticamente cerrada, según confirman fuentes del Centro de Actividades Deportivas (CAD). Ahora mismo la UGR ha usado el pabellón para dar cobijo a algunos entrenamientos de taekwondo y de patinaje sobre cemento, puesto que sigue sin tener parqué. Ese es el siguiente paso, el sacar a concurso una obra que incluirá la ampliación de la infraestructura con un nuevo suelo para la práctica deportiva y mejoras en los vestuarios.
Será entonces a partir del curso que viene cuando la comunidad universitaria y los equipos deportivos de la institución tengan la posibilidad de disfrutar el nuevo Pabellón de Fuentenueva, que también concentrará parte de las dependencias administrativas del CAD. Es la herencia que deja en la UGR la Universiada, además de las pegatinas con el logo oficial que todavía están adheridas a los asientos del pabellón universitario y algún que otro cartel raído por el paso del tiempo.
Para los que ya no se acuerden de la Universiada pueden visitar el Palacio de Deportes, donde siguen colocados numerosos paneles del evento universitario tanto en el interior como en el exterior. De hecho, la actual oficina del Fundación CB Granada sigue enmarcada por los emblemas de la Universiada que también dan colorido a la zona de las taquillas y a la parte de los vestuarios. El club argumenta que no se pueden quitar las lonas por orden municipal. Donde no queda ni rastro es en la carpa portátil que, en un alarde de pragmatismo, la organización decidió colocar en la explanada del Estadio Los Cármenes. Una medida improvisada que fue muy celebrada por la Federación Internacional de Deporte Universitario (FISU) para futuros eventos.
En Sierra Nevada la competición pasó de puntillas y sin hacer mucho ruido, pero hoy queda una pista de nombre Universiada que es una de las muchas no abiertas para el esquí en esta temporada. La estación anda en la actualidad preocupada por salvar esta temporada que anda escasa de nieve y ya mira con optimismo a la próxima gran cita deportiva del Mundial de Freestyle y Snowboard de 2017.
El otro gran vestigio de la Universiada se puede ver a la entrada del Zaidín. Se trata del pebetero olímpico, que el Ayuntamiento transportó a una rotonda cercana a la del helicóptero. Es lo que ha dado de sí un acontecimiento que un año después casi ha sido borrado del mapa. Lo que sí colean son algunas cuentas que no quedaron muy claras, pues según el único balance del Ayuntamiento, la ciudad se gastó unos ocho millones y percibió solamente seis.
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