Un profesor de la UGR crea una iniciativa para que los ciudadanos colaboren con quienes más lo necesitan Junto a otros compañeros, ofrece trasteros o locales vacíos a personas sin hogar
LOURDES MINGORANCE GRANADA
Hay veces que la vida golpea tan fuerte que resulta difícil volver a encontrar el camino. Hay en Granada personas que un día abandonaron su hogar por distintas circunstancias para no recuperarlo jamás. Peleas familiares, problemas con el alcohol, las drogas, o una simple situación de desempleo que se alarga demasiado en el calendario son solo algunos de los factores que han llevado a la calle a hombres y mujeres que cada noche buscan un hueco donde resguardarse. Para todos ellos, un profesor de la UGR que solo aporta su nombre, Gabriel, ha creado la iniciativa 'Un techo, una noche'. Una forma de ayudar a quienes más lo necesitan con pequeñas acciones que de extenderse a toda la sociedad resolverían muchos de los problemas a los que las administraciones no pueden llegar.
Harto de ver cada día a decenas de personas pidiendo en la calle, Gabriel decidió ofrecer a una hombre sin hogar el trastero de su edificio. Un espacio donde ahora reside Joaquín, un hombre con distintas adicciones que intenta regularizar su vida. En este periodo, y con las atenciones de Gabriel, Joaquín ha dejado por sí solo de tener una conducta violenta. De hecho, al contar cada noche con un techo donde dormir incluso ha empezado a normalizar su vida. "Estaba enganchado al pegamento, al alcohol y era muy violento. Vivía desde hace siete años en un parque al lado de otro hombre que falleció recientemente en un banco. Eran compañeros. Desde que Joaquín ha venido a vivir con nosotros ha cambiado de arriba abajo sin sermonearle ni nada", remarca Gabriel, que recuerda que lo han ayudado en lo que han podido hasta que ha dejado sus adicciones y ha empezado a tomar su medicación.
Así, la iniciativa "consiste en personas individuales que, sin ningún tipo de organización ni estructura detrás, ayudan a quienes no tienen casa, sobre todo en los meses que hace frío", explica Gabriel, que destaca que fue en noviembre cuando se consolidó el proyecto. No obstante, él mismo recuerda que no es nada nuevo: "Si te pones a mirar en la historia, en los libros sagrados budistas está, en el Evangelio está... Siempre se dice que nos tenemos que echar una mano entre nosotros. Lo único que hemos hecho ha sido modernizar o adaptar una idea de solidaridad universal a las circunstancias de esta ciudad. La forma de ayudar es acoger en las propias casas a indigentes pero también en "huecos", espacios como trasteros privados con llave donde se pueda acomodar una persona mejor que en la calle, en un garaje, en un guardamuebles. "Cualquier sitio donde una persona no se muera de frío". De este modo, Gabriel destaca que "somos capaces de ayudar a las personas de manera directa sin burocracia de ningún tipo".
Al trastero de Gabriel donde reside Joaquín también se suman otros tres espacios. Uno es la propia casa de una voluntaria. Los otros dos están ubicados en la calle San Antón, a la altura de la iglesia que tiene el mismo nombre. Las Hermanas Franciscanas Capuchinas se enteraron de esta iniciativa y ofrecieron dos locales de su propiedad donde, con anterioridad, se ubicaban una zapatería y una administración de lotería. "Queremos ayudar en todo lo que podamos", detallan las propias monjas, que han recibido la visita de algunos de los nuevos inquilinos de los locales y que cada mañana reparten bocadillos y café a personas sin hogar. Bárbara, Antonio Miguel, o Fran son algunos de los habitantes de estos espacios a los que acuden cada noche. Es el primer invierno en años que estás personas tienen un sitio donde guardar sus cosas y descansar tras vagar durante años por los parques de Granada. "De estos locales se ocupan otros voluntarios", explica el profesor, que destaca que la atención va más allá de dar un techo. Los colaboradores se ocupan de otros aspectos dependiendo de las necesidades de las personas que se quedan en los locales. "Hay gente que solo necesita un techo para tener cierta estabilidad y encontrar trabajo pero también hay personas con adicciones muy arraigadas y nuestro objetivo intentar eliminar la causa que los llevó a esa situación".
Gabriel es consciente de que un trastero o un local no son el mejor lugar para vivir y tienen sus deficiencias. Pero destaca que, con la escasez de plazas en albergues y residencias, esto es sin duda una opción mejor opción frente a las alternativas: parques y cajeros. Eso sí, siempre respetando la libertad individual de cada persona. Así, para el profesor implantar esta fórmula de ayuda e intervención a los demás sería idónea para acabar con muchos de los problemas que arrastra la sociedad. Para él no se puede esperar a que las administraciones tengan los recursos. "Mi mentalidad es que si realmente todos somos solidarios lo que uno tiene lo puede compartir un poco. Y eso, puede ser mucho".
Harto de ver cada día a decenas de personas pidiendo en la calle, Gabriel decidió ofrecer a una hombre sin hogar el trastero de su edificio. Un espacio donde ahora reside Joaquín, un hombre con distintas adicciones que intenta regularizar su vida. En este periodo, y con las atenciones de Gabriel, Joaquín ha dejado por sí solo de tener una conducta violenta. De hecho, al contar cada noche con un techo donde dormir incluso ha empezado a normalizar su vida. "Estaba enganchado al pegamento, al alcohol y era muy violento. Vivía desde hace siete años en un parque al lado de otro hombre que falleció recientemente en un banco. Eran compañeros. Desde que Joaquín ha venido a vivir con nosotros ha cambiado de arriba abajo sin sermonearle ni nada", remarca Gabriel, que recuerda que lo han ayudado en lo que han podido hasta que ha dejado sus adicciones y ha empezado a tomar su medicación.
Así, la iniciativa "consiste en personas individuales que, sin ningún tipo de organización ni estructura detrás, ayudan a quienes no tienen casa, sobre todo en los meses que hace frío", explica Gabriel, que destaca que fue en noviembre cuando se consolidó el proyecto. No obstante, él mismo recuerda que no es nada nuevo: "Si te pones a mirar en la historia, en los libros sagrados budistas está, en el Evangelio está... Siempre se dice que nos tenemos que echar una mano entre nosotros. Lo único que hemos hecho ha sido modernizar o adaptar una idea de solidaridad universal a las circunstancias de esta ciudad. La forma de ayudar es acoger en las propias casas a indigentes pero también en "huecos", espacios como trasteros privados con llave donde se pueda acomodar una persona mejor que en la calle, en un garaje, en un guardamuebles. "Cualquier sitio donde una persona no se muera de frío". De este modo, Gabriel destaca que "somos capaces de ayudar a las personas de manera directa sin burocracia de ningún tipo".
Al trastero de Gabriel donde reside Joaquín también se suman otros tres espacios. Uno es la propia casa de una voluntaria. Los otros dos están ubicados en la calle San Antón, a la altura de la iglesia que tiene el mismo nombre. Las Hermanas Franciscanas Capuchinas se enteraron de esta iniciativa y ofrecieron dos locales de su propiedad donde, con anterioridad, se ubicaban una zapatería y una administración de lotería. "Queremos ayudar en todo lo que podamos", detallan las propias monjas, que han recibido la visita de algunos de los nuevos inquilinos de los locales y que cada mañana reparten bocadillos y café a personas sin hogar. Bárbara, Antonio Miguel, o Fran son algunos de los habitantes de estos espacios a los que acuden cada noche. Es el primer invierno en años que estás personas tienen un sitio donde guardar sus cosas y descansar tras vagar durante años por los parques de Granada. "De estos locales se ocupan otros voluntarios", explica el profesor, que destaca que la atención va más allá de dar un techo. Los colaboradores se ocupan de otros aspectos dependiendo de las necesidades de las personas que se quedan en los locales. "Hay gente que solo necesita un techo para tener cierta estabilidad y encontrar trabajo pero también hay personas con adicciones muy arraigadas y nuestro objetivo intentar eliminar la causa que los llevó a esa situación".
Gabriel es consciente de que un trastero o un local no son el mejor lugar para vivir y tienen sus deficiencias. Pero destaca que, con la escasez de plazas en albergues y residencias, esto es sin duda una opción mejor opción frente a las alternativas: parques y cajeros. Eso sí, siempre respetando la libertad individual de cada persona. Así, para el profesor implantar esta fórmula de ayuda e intervención a los demás sería idónea para acabar con muchos de los problemas que arrastra la sociedad. Para él no se puede esperar a que las administraciones tengan los recursos. "Mi mentalidad es que si realmente todos somos solidarios lo que uno tiene lo puede compartir un poco. Y eso, puede ser mucho".
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