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domingo, 28 de febrero de 2016

Una educación para el emprendimiento en Andalucía granadahoy.com

Un emprendedor no se hace en un curso de unas horas: es un proceso largo que tiene lugar en un entorno que estimule la creatividad, la asunción de riesgos y la toma de decisiones
ROGELIO VELASCO 

UNA educación que se oriente hacia el cultivo de las actitudes emprendedoras juega un papel clave para modelar las mentalidades de los jóvenes estudiantes, aumentando capacidades innovadoras que sirven durante toda la vida, no sólo para la actividad empresarial, sino para muchas otras que no tienen relación directa con el mundo de los negocios. 

El que la introducción del emprendimiento en la educación tenga éxito depende, como en cualquier otra actividad, de la estrategia que la oriente y de la implementación efectiva. Dedicar más recursos para conseguir más y mejores objetivos no sirve de nada si no hay una racionalidad en lo que se pretende conseguir y un uso eficiente y orientado de esos recursos. 

En España, la educación primaria y secundaria ha sido tradicionalmente memorística y, aunque se han experimentado cambios significativos en muchos aspectos, continúa siéndolo comparada con los principales países europeos. Parte del fracaso relativo de nuestro sistema educativo -como reflejan los sucesivos informes PISA- deviene de esa orientación memorística, en donde no se estimula la reflexión individual, el razonamiento lógico, a través de técnicas de enseñanza que hagan más atractivo el aprendizaje para los alumnos. 

Y ese fracaso relativo no se limita sólo a los conocimientos en matemáticas y lengua, lo es también en habilidades prácticas para afrontar problemas cotidianos. Sacar el mejor billete para un viaje en una máquina expendedora de una estación de trenes, conectar un nuevo dispositivo electrónico o elegir los muebles más adecuados para la casa de un catálogo en donde aparecen características y precios son tareas de la vida cotidiana en las que los alumnos españoles aparecen también por debajo de la media europea. 

Estos resultados son, en parte, consecuencia de varios elementos que no están incorporados en los métodos de enseñanza o que lo están pero con un enfoque inadecuado. 

En algunos países desarrollados, la asignatura de emprendimiento y, con carácter más general, el enfoque emprendedor para varias de las asignaturas que se imparten en la enseñanza forma parte del curriculum de los alumnos. 

En algunos casos, especialmente en los países escandinavos, el enfoque emprendedor forma parte de la enseñanza desde la escuela primaria, cuando las personas empiezan a formarse, y constituye la metodología de la enseñanza dura toda la vida de estudiante. En otros casos, el emprendimiento como asignatura se integra en los programas académicos de enseñanza secundaria y universitaria. 

Pero lo que resulta especialmente relevante es que esa asignatura no se considera como un compartimiento estanco, como una asignatura más asilada de las demás. Al contrario, se incorpora con un criterio metodológico para observar y analizar el mundo que nos rodea, los problemas que existen en el ámbito local y personal en el que vivimos, las necesidades que no están satisfechas y esperan soluciones inteligentes, económicas y, en muchos casos, que puedan venderse en el mercado, creándose una empresa. 

Esa visión emprendedora no está sólo relacionada con los ingenieros, científicos o economistas que desempeñan una tarea en una empresa o por cuenta propia. Un graduado en Bellas Artes, Filosofía o Sociología puede jugar un papel crucial en el mundo de los negocios si aplica sus conocimientos de manera creativa a la actividad económica. Aportan una visión diferente, más allá de las cuestiones económicas o tecnológicas que suelen ser las centrales. 

Y esa visión diferente, creativa, de la actividad económica es, con frecuencia, la clave del éxito de muchos productos y servicios. Apple ha inventado poco y tampoco es superior tecnológicamente a otros productos competidores. Sin embargo, la visión que transmite al gran público de diseño original, contacto con la naturaleza, estética y funcionalidad es muy superior a la de sus competidores. Para que sus productos tengan esos atributos, el papel que hayan jugado profesionales de las bellas artes o la antropología es superior a la que hayan tenido los ingenieros responsables del desarrollo de los productos. No es casualidad que las universidades en EEUU propicien enfoques multidisciplinares que después se vierten en la creación de nuevos productos creados por empresas. 

En los programas electorales de las últimas elecciones generales, estas cuestiones relacionadas con el fomento del espíritu emprendedor apenas aparecen. Todos hacen referencia a la formación profesional dual -alumnos que trabajan en empresas mientras estudian-. Está bien y es útil. Pero esos alumnos, si no han recibido una formación creativa, de trabajo en equipo para resolver problemas concretos y ofrecer soluciones, van a copiar miméticamente lo que las empresas estén haciendo, con poca capacidad para ofrecer soluciones innovadoras. 

Sólo Ciudadanos y, en menor medida, el PSOE, dedican en sus programas electorales alguna atención al emprendimiento desde la educación como vía para mejorar, con carácter general, las capacidades innovadoras de la economía y la sociedad. 

Habría que comenzar cuanto antes la tarea de incorporar en nuestro sistema educativo el enfoque emprendedor para el aprendizaje de todo tipo de materias. Para realizarlo, hay que empezar con la propia formación del profesorado. Algunos partidos han propuesto un MIR para el profesorado de enseñanzas primaria y secundaria. Es una buena idea y durante ese periodo debería formarse a los futuros profesores en técnicas y metodología de enseñanza que propicien la creatividad y las soluciones imaginativas para los problemas a los que se van a enfrentar los alumnos. 


Un emprendedor no se hace en un curso de unas cuantas horas. Es un proceso largo que tiene lugar en un entorno que estimule la creatividad, la asunción de riesgos y la toma de decisiones. Empecemos cuanto antes ese proceso; primero, formando a los formadores, después formando a los alumnos en las escuelas y en las universidades.

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