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lunes, 7 de marzo de 2016

Colas y embotellamientos: se pierden horas y salud por los trastornos urbanos eldia

PAGAR CUENTAS Y CONDUCIR, SINONIMOS DE ESTRES EN LA CIUDAD

Las largas esperas cotidianas pueden traducirse en efectos físicos y psíquicos a largo plazo
Fastidio, aburrimiento, malestar. Las colas eternas, sobretodo los primeros días de

La espera que se percibe como pérdida de tiempo, esa que parece improductiva y a la vez impide la realización de otros objetivos, genera estrés. Y a ese cuadro, con consecuencias serias en la salud, se arriesga cada platense que necesita hacer trámites o pagar cuentas y debe, sobre todo durante la primera quincena de mes, aguantarse más de una hora en una cola en el microcentro, o aquel que manejando su auto queda varado en medio del caos a raíz de un embotellamiento. En esta ciudad ocurre que, de un tiempo a esta parte, las dos circunstancias se viven casi de manera cotidiana.
Son varios los desequilibrios que el día a día de colas y congestionamientos viales pueden provocar, según los especialistas consultados. Esa situación de malestar que al reiterarse puede ser acumulativo, causa efectos físicos, incluso graves, como los vinculados al acv o al infarto del miocardio, y contribuye también a episodios psíquicos, en pacientes que ya padecen algún tipo de fobia.
Los embotellamientos son una marca registrada de la Ciudad y un dolor de cabeza al manejar
UN MAL MODERNO
El estrés, un mal que irrumpió con la vida moderna y voraginosa y llegó para quedarse, se sabe, es un sentimiento de tensión, que puede ser física o emocional, y se puede originar en cualquier situación que implique una frustración o que provoque, directamente, enojo o furia. En rigor, se trata de una reacción a determinadas demandas y es necesario en el sentido de que en pequeñas dosis ayuda al sujeto a defenderse contra un peligro pero cuando esa alteración del ánimo dura mucho tiempo puede afectar la salud.
“Un accidente cerebro vascular puede ser el resultado de una carga de estrés que hace elevar la presión arterial”, subrayó el neurólogo y vicepresidente de la Agremiación Médica Platense, Martín Pedersoli. “La violencia relacionada con la espera en los bancos o en las oficinas de la administración pública puede vincularse al estrés urbano. Ni hablar en sectores como, por ejemplo, el de los taxistas, que además del marco hostil en el que desarrollan su actividad se le suma una alimentación no saludable, en puestos de la calle”, planteó el especialista que integra el staff médico del Hospital San Martín.
Desde su especialidad, la psiquiatría, Pablo Capurro aseguró que la frustración que genera la incapacidad de resolver situaciones adversas “puede detonar en un ataque de pánico”, aunque el médico aclaró: “eso siempre en personas con antecedentes de algún tipo de fobia”. En ese sentido, los espacios cerrados o los lugares donde se aglutina mucha cantidad de gente son el peor escenario para trastornos de la ansiedad como la claustrofobia o la fobia social. “Un sujeto restringido o afligido por una exposición extrema o por un espacio abierto, haciendo trámites, y que padece esos temores, que son desproporcionados, puede angustiarse por no poder regresar a su hogar o a su seno de cuidado”, concluyó.
Aunque el pago de facturas e impuestos y las colas que esos trámites obligan a afrontar no son excluyentes de una edad en particular, gran parte de esas escenas tiene como protagonistas a los jubilados, quienes, en su enorme mayoría, son adultos mayores, es decir atraviesan una etapa vital que de por sí puede ser factor de riesgo para situaciones en que los sobrepasan. “Esperar mucho a ser atendido, por lo general es una situación incómoda, en la que la persona no puede ni sentarse. Eso produce bronca, y la bronca tiene que ver directamente con la salud. Las emociones negativas, como la ira, el enojo, la ansiedad, son siempre perjudiciales para la salud y eso provoca las esperas”, sintetizó Silvia Gascón, fundadora de la Red Mayor y directora de la maestría en Gerontología de Isalud.
Una rama de la fonoaudiología atiende los efectos que causan en el organismo los sonidos que sobrepasan determinado nivel de decibeles y varios estudios de la materia indican que los ruidos urbanos (bocinazos, motores de micros, caños de escape), si bien no llevan a la hipoacusia producen tal molestia física que podría llevar a trastornos psicoacústicos. “En esos ambientes hay inconfort auditivo y eso deriva en fatigas, en sentimientos de querer huir de la situación y en violencia acústica, una sensación de malestar físico que puede traducirse en desconexión con el medio o conductas agresivas”, remarcó la integrante de la Comisión de Audiología del Colegio de Fonoaudiólogos regional La Plata, Silvia Bermúdez.
Ciudades amigables
En los relevamientos realizados en el proyecto de “ciudades amigables” con las personas mayores, la gente se queja de las largas demoras, de las esperas en las colas. “Es por ello - explicó Silvia Gascón, desde la Red Mayor, entidad que promueve la iniciativa desde hace tiempo - que un indicador de ciudad amigable es que en las oficinas de atención al público haya filas especiales para adultos mayores, y asientos donde sentarse. Nadie usa el pretexto que `la gente va temprano porque aprovecha para conversar´”.
Es más, según indicó Gascón, la solución pasa por la gestión. “En muchos lugares - recordó - se aprovecha la espera para dar información, recomendaciones sobre autocuidado de la salud, etc. pero siempre se tratan de evitar las esperas. Se debe orientar la gestión de los servicios hacia las personas, centrar la mirada en la gente en lugar de los réditos de las empresas, sean públicas o privadas”, concluyó la gerontóloga

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