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martes, 2 de mayo de 2017

Cuatro motivos por los que tu bebé se despierta por la noche elhuffingtonpost

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Si quieres que la paternidad sea horrible, entonces piensa que tu bebé, o tu hijo de dos años, debería dormir toda la noche del tirón. Si juntas unas expectativas incumplidas con la falta de sueño se generan sentimientos de culpabilidad, de fracaso y, lo que es peor, de resentimiento.
Entonces ¿por qué tus hijos no duermen toda la noche y por qué todo el mundo dice que sus hijos sí que lo hacen? ¿Por qué mienten así? Estos son algunos de los motivos:
1. Los ciclos de sueño
Los bebés y los adultos duermen de forma distinta. Los ciclos de sueño de los bebés (que van de sueño ligero a profundo y luego a la fase REM) duran 45 minutos y es normal que se despierten entre ciclo y ciclo. Los ciclos de los adultos duran 90 minutos aproximadamente y tienen más probabilidades de cambiar de ciclo sin ser conscientes de despertarse. Cuando los bebés consiguen hacer lo mismo, se cree que se debe a que han aprendido "a calmarse solos", un término poco adecuado para denominar a la "transición entre los ciclos del sueño".
El periodo de sueño ligero del ciclo de sueño tiene un beneficio evolutivo muy útil: le da al bebé la oportunidad de dar señales de alarma si:
  • Percibe un cambio de temperatura o de luz.
  • Tiene hambre o sed.
  • Necesita tener a alguien cerca que le dé seguridad.
  • Está incómodo (si tiene el pañal sucio, por ejemplo).
  • Hay algo que le pone en peligro (si algo le obstruye las vías respiratorias, por ejemplo).
Este sistema de seguridad incorporado protege a los bebés del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). Los padres pueden crear un entorno agradable, pero hay algunos bebés que están más alerta y que otros.
2. El ritmo biológico del niño
Durante los cuatro primeros meses de su vida, tu hijo no tiene una noción determinada del día y de la noche. Eso no se puede cambiar, así que ¡no malgastes energía intentándolo! El impulso homeostático del sueño de los humanos empieza pronto por la mañana y nos lleva a dormir por la noche (y hace que tengamos sueño después de comer). Este impulso es un proceso biológico que contrarresta los ritmos circadianos, que sirven para mantenernos despiertos.
Cuando el impulso homeostático del sueño de tu hijo se cruza con los ritmos circadianos cuando se acerca el final del día, es imposible que tu hijo se duerma. Esto explica que los niños estén tan activos a la hora de irse a la cama. Lo normal es que intentemos reprimir esta energía, pero es más útil dejar que se duerman cuando es biológicamente posible.
El reloj biológico de tu hijo acabará estabilizándose aproximadamente a los cinco años. Hasta entonces, dormid cuando podáis y disfrutad de esta etapa tan única.
3. El cerebro en desarrollo
El cerebro de un recién nacido solamente está desarrollado en un 25% y crece exponencialmente durante los primeros años de vida. Darle el pecho por la noche —y, por lo tanto, proporcionarle los ácidos grasos necesarios— ayuda a que desarrolle un gran número de conexiones neuronales.
El desarrollo cerebral va de la mano del desarrollo físico. Por eso, cuando tu hijo aprende a gatear o a andar, se crea una cantidad inmensa de conexiones neuronales. En esas etapas, es necesario darles más de comer (y hay que aumentar las tomas nocturnas).
De la misma forma que tu hijo crece, empieza a distinguir las figuras de apego, y con esta nueva consciencia viene la posibilidad de que sufran ansiedad por separación. Este tipo de ansiedad puede manifestarse por la noche cuando antes no ocurría y es una forma de expresión normal de la importancia que le da a una figura de apego que le transmite seguridad.
En otras palabras, las fluctuaciones de sueño y de despertares dependen de los hitos de tu hijo, de la infinidad de experiencias que vive durante el día y de las interacciones cariñosas y de los estímulos que recibe y que le hacen progresar.
4. El entrenamiento del sueño
Intentar controlar o entrenar a tu bebé para que haga algo distinto a lo natural o a lo neurológicamente apropiado es dar pie a las decepciones. Nunca vamos a poder controlar el sueño de nuestros hijos, por mucho que creamos que sí. Además, el entrenamiento del sueño interfiere con un proceso instintivo y con sus propios mecanismos de protección.
El llanto controlado puede hacer que tu hijo se acabe callando por agotamiento, pero que no haga ruido no significa necesariamente que esté tranquilo. Si te molesta mucho oír a tu hijo llorar se debe a que es la manera natural que tiene de alertarte porque necesita tu atención.
Muchos padres creen que el entrenamiento del sueño es perjudicial y que acaba con la confianza innata que tiene el niño en que las personas que le cuidan vayan a responder cuando las necesite. Es más probable que un niño al que traten con poca sensibilidad sea más dependiente o desarrolle ansiedad. Intentar forzar los ritmos o el sueño independiente de un bebé es como intentar abrir una flor por la fuerza.
La naturaleza se hace cargo de esas cosas dentro de un entorno de amor, apoyo y ánimo y la independencia florecerá cuando la confianza esté bien nutrida.

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