la rábita es uno de los nucleos costeros de albuñol
varios vecinos de albuñol
varios niños en las calles de albuñol
La puerta de entrada a la Alpujarra para los visitantes que llegan desde la Costa, entre el mar Mediterráneo y la Sierra se sitúa Albuñol, considerado el municipio más poblado de la comarca de la Alpujarra, que mezcla tradiciones de las dos zonas de la provincia.
Más de seis mil vecinos habitan las calles de este municipio en el que la arquitectura de las zonas de montaña, con calles estrechas y empinadas, contrasta con el surgimiento, en núcleos como La Rábita, de edificios de apartamentos que durante la época estival se llenan de viajeros que buscan disfrutar de las playas granadinas, con la oportunidad de acceder a una zona de montaña, ideal para la práctica de deportes de contacto con la naturaleza como el senderismo o la espeleología.
La agricultura siempre ha estado ligada al avance de esta localidad y ha sido uno de sus principales motores económicos. Las hortalizas, que provienen en parte del periodo árabe, se caracterizaban por el cultivo de trigo, avena o cebada, que además ayudaron a perfeccionar otros cultivos autóctonos de la zona como las habas y las lechugas. La vid, el almendro o la higuera han logrado mantenerse a pesar de los cambios y el vino 'Costa' que se produce en la zona continúa siendo muy apreciado dentro y fuera de la localidad. No obstante los invernaderos constituyen en la actualidad la principal fuente de ingresos económicos del municipio. Así lo apunta la alcaldesa, María José Sánchez, que asegura que son el medio que sostiene la economía de muchas familias de la zona, al tiempo que hace hincapié en las garantías sanitarias que ofrecen los productos criados en sus nuevas huertas de plástico.
El aspecto del paisaje se ha visto alterado por la irrupción de este nuevo medio de cultivo, como sucede en muchas otras localidades de la zona. Los vecinos mayores recuerdan casi con nostalgia cuando los cultivos crecían de forma natural en las tierras que rodean el pueblo, pero son conscientes de la importancia que ha tenido este sector en los avances que ha registrado Albuñol y de los que todos los albuñolenses se benefician ahora.
La tranquilidad convierte el pueblo en un lugar ideal para el descanso y son muchas las caras nuevas que durante el verano pasean por sus calles. Además la tradición vinícola y gastronómica de la zona anima a muchos visitantes a hacer una parada en Albuñol.
El turismo forma parte también de las fuentes de ingresos y crecimiento de la localidad. Tanto por las zonas de Costa, como La Rábita o El Pozuelo, como por las rutas de senderismo de las que los viajeros pueden disfrutar. La ruta del Cerro del Gato, o la de las Angosturas, que incluye la Cueva de los Murciélagos, uno de los yacimientos arqueológicos de mayor importancia de la Costa Tropical, suponen atractivos muy destacados tanto para los que llegan de fuera como para los propios habitantes de la zona.
Junto con los visitantes de fin de semana o de verano hasta Albuñol llegan también nuevos residentes que provienen especialmente de Marruecos o Europa del Este y que han añadido un valor cultural añadido y un enriquecimiento de la localidad.
Un municipio con más de tres kilómetros de litoral, en el que los visitantes son acogidos con amabilidad por parte de unos vecinos y que continúa avanzando, tratando de ofrecer los mejores servicios tanto a los que llegan de fuera como a sus propios habitantes.
Más de seis mil vecinos habitan las calles de este municipio en el que la arquitectura de las zonas de montaña, con calles estrechas y empinadas, contrasta con el surgimiento, en núcleos como La Rábita, de edificios de apartamentos que durante la época estival se llenan de viajeros que buscan disfrutar de las playas granadinas, con la oportunidad de acceder a una zona de montaña, ideal para la práctica de deportes de contacto con la naturaleza como el senderismo o la espeleología.
La agricultura siempre ha estado ligada al avance de esta localidad y ha sido uno de sus principales motores económicos. Las hortalizas, que provienen en parte del periodo árabe, se caracterizaban por el cultivo de trigo, avena o cebada, que además ayudaron a perfeccionar otros cultivos autóctonos de la zona como las habas y las lechugas. La vid, el almendro o la higuera han logrado mantenerse a pesar de los cambios y el vino 'Costa' que se produce en la zona continúa siendo muy apreciado dentro y fuera de la localidad. No obstante los invernaderos constituyen en la actualidad la principal fuente de ingresos económicos del municipio. Así lo apunta la alcaldesa, María José Sánchez, que asegura que son el medio que sostiene la economía de muchas familias de la zona, al tiempo que hace hincapié en las garantías sanitarias que ofrecen los productos criados en sus nuevas huertas de plástico.
El aspecto del paisaje se ha visto alterado por la irrupción de este nuevo medio de cultivo, como sucede en muchas otras localidades de la zona. Los vecinos mayores recuerdan casi con nostalgia cuando los cultivos crecían de forma natural en las tierras que rodean el pueblo, pero son conscientes de la importancia que ha tenido este sector en los avances que ha registrado Albuñol y de los que todos los albuñolenses se benefician ahora.
La tranquilidad convierte el pueblo en un lugar ideal para el descanso y son muchas las caras nuevas que durante el verano pasean por sus calles. Además la tradición vinícola y gastronómica de la zona anima a muchos visitantes a hacer una parada en Albuñol.
El turismo forma parte también de las fuentes de ingresos y crecimiento de la localidad. Tanto por las zonas de Costa, como La Rábita o El Pozuelo, como por las rutas de senderismo de las que los viajeros pueden disfrutar. La ruta del Cerro del Gato, o la de las Angosturas, que incluye la Cueva de los Murciélagos, uno de los yacimientos arqueológicos de mayor importancia de la Costa Tropical, suponen atractivos muy destacados tanto para los que llegan de fuera como para los propios habitantes de la zona.
Junto con los visitantes de fin de semana o de verano hasta Albuñol llegan también nuevos residentes que provienen especialmente de Marruecos o Europa del Este y que han añadido un valor cultural añadido y un enriquecimiento de la localidad.
Un municipio con más de tres kilómetros de litoral, en el que los visitantes son acogidos con amabilidad por parte de unos vecinos y que continúa avanzando, tratando de ofrecer los mejores servicios tanto a los que llegan de fuera como a sus propios habitantes.
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