sábado, 16 de enero de 2016

De la vacuna de la gripe a la del polen para pasar una primavera sin alergia granadahoy.com

Los alérgicos se preparan en invierno para reducir los efectos de los pólenes en su organismo Su eficacia es cada vez mayor
S. VALLEJO GRANADA 
La inmunoterapia es un recurso cada vez más utilizado por pacientes con alergia.
Primero hay que hacer un estudio de los alergenos.

Los alérgicos al polen viven en primavera uno de los momentos del año más difíciles para su salud por la reacción de su organismo ante determinados alergenos. Rinitis, estornudos, lagrimeo y hasta asma, que hacen que la calidad de vida de los alérgicos se vea afectada cada año. Pero hay opciones, cada vez más usadas y fiables, para ayudar a los alérgicos a pasar una buena primavera. Son las vacunas. Una preparación que llega entre otoño e invierno -antes de la aparición del polen en cuestión- y que hace que el alérgico pase en cuestión de semanas de la vacuna de la gripe a la del polen. 

El alergólogo de la clínica Alergogranada, Rafael Mayorgas Costoya, explica que existe vacuna contra el polen, ácaros, el pelo de algunos animales, veneno de avispa y abeja y también algunos alimentos como los frutos secos o el melocotón. "Cualquier persona con alergia se puede vacunar, aunque si tiene síntomas intermitentes o puntuales que responden bien a tratamiento, es raro que se vacune. Se recurre cuando hay síntomas persistentes que no responden a medicación o asma", explica Mayorgas. 

La vacuna está indicada desde la infancia, para niños a partir de 5 o 6 años, en adelante. Y hay dos tipos, la pinchada (subcutánea) y la sublingual (con gotas, normalmente para niños, pero que requiere otra administración). Su eficacia es parecida y sólo cambia la administración y las dosis. 

Cuando el alérgico se vacuna, la mejoría empieza a notarse pronto. Además, se recomienda para evitar el avance de los síntomas ya que "la alergia es progresiva y los síntomas pueden ir creciendo". "Se debe empezar en el periodo en el que no esté el polen activo, por lo que suele ser entre septiembre y octubre, hasta febrero. La del ciprés hay que ponerla antes ya que es un polen de invierno y en cuanto aparece ya no se puede vacunar. Lo que se hace es ir administrando dosis progresivas del polen que produce un cambio inmunológico de forma que el organismo deje de reconocerlo como algo extraño y se adapte. "Los beneficios se notan desde el primer año", explicó el alergólogo. Los tratamientos duran entre tres y cinco años y después se consigue que "no se tengan síntomas" o que estos sean muy pocos. Es decir, que se deja de ser alérgico ya que el organismo deja de defenderse y reaccionar contra el polen, lo que mejora su calidad de vida, el coste sanitario de su atención, y el absentismo de los alérgicos, que suele ser alto. 

Esto en el caso del alergias a pólenes. En las alergias a las picaduras de avispas o abejas, o a las de alimentos, lo que se consigue es reducir los efectos del alergeno, no evitarlo en ningún caso. 


Para solicitarla, el paciente tiene que acudir al alergólogo, que la prescribe, así como su número y dosis, y después es el médico de familia el que renueva su prescripción. Tiene que ser colocada por profesionales y en recinto controlado por si aparece alguna reacción tras recibir la dosis, que es una mezcla de suero y polen. El problema es el precio, que es elevado y no está financiado totalmente por la Seguridad Social.

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