José Luis Sánchez, rodeado de artistas y amigos que le rindieron homenaje. :: J. J. G.
Por el escenario pasaron altruista y generosamente algunos de los nombres que eran habituales del local clausurado
JUAN JESÚS GARCÍA | GRANADA.
El entrañable espíritu lúdico y musical del viejo Secadero de tabaco de la carretera de Alhendín volvió a hacerse realidad por unas horas con el concierto 'solidario', pero que más que recaudatorio se convirtió en un homenaje a su promotor, José Luis Sánchez, que se celebró la noche del viernes en el teatro CajaGranada
Con el tiempo reducido a la de un acto de programación habitual por el escenario del teatro pasaron altruista y generosamente algunos de los nombres que eran habituales del local clausurado. El Combo de la Casilla con su animosa función de calle dio la bienvenida al público, pero otros muchos se ofrecieron también pero no se pudieron incluir por falta de tiempo (habrá más festivales dicen) en una noche especial y mágica -doblemente estando allí Magomigue- para el público que llenó (en cuerpo y también espíritu a través de las entradas de la fila cero) el teatro CajaGranada.
Con su gracejo habitual abrió la noche, y la condujo, el gran Mago Migue, entre cartas y juegos de manos que más parecían los milagros de san Heraclio Fournier, quien recordó que muchas de sus primeras noches de magia las pasó en el Secadero. Como también se estrenó en esta tierra (como tantos otros) la cantante riojana Ángela Muro, una mujer que desde entonces ha demostrado que está dónde y cuándo hay que estar, y siempre; su pequeña intervención (todas fueron de 30 minutos) llena de carácter y fuerza interpretativa la culminó con una versión esencial, con la sensible guitarra de Miguel Corral y el tremendo cajón de Rubem Dantas, de una de las piezas que interpretaba en el Broadway madrileño, ese impresionante 'Over the raimbow' emulando a una terminal Judy Garland.
Con Elena Bugedo llego un registro distinto, Elena grabó en el Secadero el que iba a ser su primer disco, y no pudo faltar; bajo el reloj de la sala proyectado en el ciclorama sorprendió a propios y extraños con sus nuevas canciones llenas de picardía y ternura pero no por ello exentas de dobleces y fuerza: nadie salvo ella puede cantar 'chas y aparezco a tu lado' y arrancar ovaciones; tiene un mundo propio y se expresa a través de hermosas y muy, muy, cercanas imágenes.
Fina ironía
Entre cartas marcadas, risas ("el próximo bar a ver si lo insonorizas bien para que no nos molesten las televisiones de los vecinos") y patos comedores de ases de picas, Magomigue presentó al homenajeado, pendiente de un indulto para evitar pasar dos años y medio en la cárcel ¡por programar música en directo en su local! Sánchez, (sí, léanlo un par de veces por si no dan crédito, pero es cierto), quien a pesar de la procesión que lleva por dentro no ha perdido el sentido de la ironía ni el humor: se dirigió al público verso en mano y lágrima a punto, "encadenando carocas" explicó o, a la espera de que otro grande, Ozelui, les ponga imágenes, o sea su propio compositor, también dibujante de la publicación Batracio Amarillo. Sánchez fue despedido con una ovación de varios minutos con todo el público en pie.
Los dos javieres, Ruibal y Krahe invernaron muchas noches en el Secadero y fueron los primeros en suscribirse voluntariamente a este acto. El gaditano llegó solo, aunque con su chorro tórrido de voz siempre está más que acompañado, mientras que el enjuto madrileño lo hizo con su habitual guitarrista, el genial López de Guereña (sí, el que preparó las canciones de Miguel Ríos para Big Band). Delante de la imagen enladrillada de la pared que fuera del local clausurado ambos actuaron por última vez, cantando 'A Roma no quiero ir', 'Quédate conmigo', o la lorquiana 'Por tu amor me duele el aire'... y todas esas "historias reales basadas en hechos ficticios" que pueblan las canciones de Krahe: 'Marivi', 'En la costa suiza', 'Abajo el Alceimer' o 'Ay democracia', que "es una petición pero es la única concesión que hago, que lo sepan" precisó imperativo con su absoluta rotundidad habitual, antes de atacar un delirante monólogo sobre las respuestas que están en el viento y en la fuente a la que va a por setas. No hay dos, ni de lejos.
"La cultura es el arma del paz" se podía leer al fondo del antiguo Secadero, aquí el lema estuvo retador delante del escenario, el mismo que por unas horas recordó, en palabras de Ruibal , que el Secadero "fue una casa de arte y amistad por encima de todo".
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