Continúa el homenaje al poeta granadino en la ciudad de los rascacielos por su 115 aniversario
M. SÁNCHEZ CARDIEL NUEVA YORK
Los homenajes en Nueva York a Federico García Lorca por el 115 aniversario de su nacimiento siguen y, tras el concierto de Patti Smith o la exposición en la Biblioteca Pública, ayer el Poetry Project acogió una lectura de sus poemas con, entre otros, Paul Auster y la mexicana Mónica de la Torre. El escritor de Nueva Jersey saltó a la fama internacional con La trilogía de Nueva York y el de Granada con Poeta en Nueva York. La Gran Manzana como inspiración o a veces como desesperación fue lo que hiló este acto con la amplia parroquia lorquiana de la ciudad de los rascacielos y, no en vano, el acto tuvo lugar en la iglesia de San Marcos, en el barrio del East Village.
"Cuando estudié en Columbia me emocionaba pensar que en ese mismo campus y en esa misma residencia había vivido Federico García Lorca", explicó Auster, antes de reconocer que, entre toda la obra del español, era esePoeta en Nueva York su libro favorito.
Para rendirle homenaje recitó dos de sus poemas, Vuelta de paseo y La aurora e hizo suyo aquello de "Asesinado por el cielo / entre las formas que van hacia la sierpe / y las formas que buscan el cristal / dejaré crecer mis cabellos".
Lorca lo escribía al llegar a Nueva York en 1929 para estudiar inglés, con el corazón roto por su relación con el escultor Emilio Aladrén y decepcionado con sus amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel, por considerarle un artista incapaz de lanzarse a la modernidad.
Esa modernidad en Nueva York fascinó y horripiló al autor de Yerma a partes iguales. Fascinado por el jazz pero incapaz de entender Wall Street, la mexicana Mónica de la Torre recordó que "una de las razones por las que se puede amar a Lorca es por su reacción nada convencional ante Nueva York. Quienes consideran que Poeta en Nueva York es una oda a la ciudad se equivocan".
Para demostrarlo, la mexicana se apoyó en New York (Oficina y denuncia) con versos que rezan: "Yo denuncio a toda la gente / que ignora la otra mitad / la mitad irredimible / que levanta sus montes de cemento / donde laten los corazones / de los animalitos que se olvidan /y donde caeremos todos / en la ultima fiesta de los taladros".
Pero si la modernidad es, desde luego, sinónimo de vigencia, ayer Lorca se mostró como un poeta del siglo XXI. Otro de los convocados hoy, Rowan Ricardo Phillips, así lo consideró y dijo que "el poder de Federico se demuestra con toda esta gente reunida aquí en un día tan lluvioso como hoy". Phillips, poeta, ensayista y traductor del catalán al inglés, reconoció antes de leerOda a Walt Whitman que fueron esos versos los que le hicieron querer escribir los suyos propios y se dirigió a la audiencia para decir "abróchense los cinturones" ante el homoerotismo de doble filo del poema. "Puede el hombre, si quiere / conducir su deseo / por vena de coral o celeste desnudo / Mañana los amores serán rocas y el Tiempo / una brisa que viene dormida por las ramas", leía Philips.
"Cuando estudié en Columbia me emocionaba pensar que en ese mismo campus y en esa misma residencia había vivido Federico García Lorca", explicó Auster, antes de reconocer que, entre toda la obra del español, era esePoeta en Nueva York su libro favorito.
Para rendirle homenaje recitó dos de sus poemas, Vuelta de paseo y La aurora e hizo suyo aquello de "Asesinado por el cielo / entre las formas que van hacia la sierpe / y las formas que buscan el cristal / dejaré crecer mis cabellos".
Lorca lo escribía al llegar a Nueva York en 1929 para estudiar inglés, con el corazón roto por su relación con el escultor Emilio Aladrén y decepcionado con sus amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel, por considerarle un artista incapaz de lanzarse a la modernidad.
Esa modernidad en Nueva York fascinó y horripiló al autor de Yerma a partes iguales. Fascinado por el jazz pero incapaz de entender Wall Street, la mexicana Mónica de la Torre recordó que "una de las razones por las que se puede amar a Lorca es por su reacción nada convencional ante Nueva York. Quienes consideran que Poeta en Nueva York es una oda a la ciudad se equivocan".
Para demostrarlo, la mexicana se apoyó en New York (Oficina y denuncia) con versos que rezan: "Yo denuncio a toda la gente / que ignora la otra mitad / la mitad irredimible / que levanta sus montes de cemento / donde laten los corazones / de los animalitos que se olvidan /y donde caeremos todos / en la ultima fiesta de los taladros".
Pero si la modernidad es, desde luego, sinónimo de vigencia, ayer Lorca se mostró como un poeta del siglo XXI. Otro de los convocados hoy, Rowan Ricardo Phillips, así lo consideró y dijo que "el poder de Federico se demuestra con toda esta gente reunida aquí en un día tan lluvioso como hoy". Phillips, poeta, ensayista y traductor del catalán al inglés, reconoció antes de leerOda a Walt Whitman que fueron esos versos los que le hicieron querer escribir los suyos propios y se dirigió a la audiencia para decir "abróchense los cinturones" ante el homoerotismo de doble filo del poema. "Puede el hombre, si quiere / conducir su deseo / por vena de coral o celeste desnudo / Mañana los amores serán rocas y el Tiempo / una brisa que viene dormida por las ramas", leía Philips.
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