La Delegación de Salud y la UGR han renovado el convenio del programa de convivencia
S. V. GRANADA
Hay mayores, sobre todo mujeres, que viven solos y buscan algo de compañía para pasar los días y tener también de paso a una persona que les pueda echar una mano en el hogar. Y qué mejor forma de hacerlo que con un joven universitario. Eso es lo que piensan los más de cien mayores de Granada que ya están en lista de espera para acoger a un estudiante en casa gracias al convenio de convivencia compartida que han renovado la Universidad de Granada y la Delegación de Salud; un programa que fue pionero y que cumple ya 20 años.
Según el delegado de Salud, Higinio Almagro, más de cien mayores ya están en lista de espera interesados en participar en el programa. Según la vicerrectora de Estudiantes, Rosa García, el número de universitarios que lo han solicitado ya es de medio centenar y eso que no se ha publicado aún la convocatoria, que estará abierta durante unos 20 días.
El programa de alojamiento con personas mayores se puso en marcha en la UGR en el curso 1991-1992 y su punto fuerte es que une "alojamiento con solidaridad" ya que se produce una ayuda mutua entre ambos implicados.
Para optar al programa hay que solicitarlo en la UGR o en Salud. Una vez recibidas las solicitudes, los trabajadores sociales estudian tanto las condiciones del mayor -tiene que ser autónomo y tener una casa con unas condiciones de habitabilidad- como las del estudiante, que se compromete a cumplir unas reglas recogidas en una especie de acuerdo de convivencia. De hecho, en ese acuerdo, tienen que pactar si se permite fumar o llevar compañía al piso, entre otros asuntos.
Al joven le sale gratis la estancia a cambio de la compañía y el pago común de las facturas del hogar -que nunca supera el 50% del total-. También tiene que comprometerse a participar en las tareas cotidianas de la casa ya que no se trata de un hotel.
El programa comenzó funcionando con un convenio y después se pasó a convocatoria pública pero esta dependencia económica lo podía poner en tela de juicio y se ha pasado de nuevo al convenio para asegurar su continuidad.
Una vez realizado el emparejamiento entre el mayor -tiene que tener más de 60 años o menos si existe alguna discapacidad- se puede iniciar la convivencia, que en principio se acuerda para un curso. "Con este acuerdo se da respuesta por un lado al aislamiento y la soledad que sufren muchos mayores y por otro a la dificultad de muchos estudiantes para encontrar un alojamiento", matizó Almagro durante la presentación.
Según la vicerrectora, cada curso unos 30 estudiantes se benefician de este programa.
Según el delegado de Salud, Higinio Almagro, más de cien mayores ya están en lista de espera interesados en participar en el programa. Según la vicerrectora de Estudiantes, Rosa García, el número de universitarios que lo han solicitado ya es de medio centenar y eso que no se ha publicado aún la convocatoria, que estará abierta durante unos 20 días.
El programa de alojamiento con personas mayores se puso en marcha en la UGR en el curso 1991-1992 y su punto fuerte es que une "alojamiento con solidaridad" ya que se produce una ayuda mutua entre ambos implicados.
Para optar al programa hay que solicitarlo en la UGR o en Salud. Una vez recibidas las solicitudes, los trabajadores sociales estudian tanto las condiciones del mayor -tiene que ser autónomo y tener una casa con unas condiciones de habitabilidad- como las del estudiante, que se compromete a cumplir unas reglas recogidas en una especie de acuerdo de convivencia. De hecho, en ese acuerdo, tienen que pactar si se permite fumar o llevar compañía al piso, entre otros asuntos.
Al joven le sale gratis la estancia a cambio de la compañía y el pago común de las facturas del hogar -que nunca supera el 50% del total-. También tiene que comprometerse a participar en las tareas cotidianas de la casa ya que no se trata de un hotel.
El programa comenzó funcionando con un convenio y después se pasó a convocatoria pública pero esta dependencia económica lo podía poner en tela de juicio y se ha pasado de nuevo al convenio para asegurar su continuidad.
Una vez realizado el emparejamiento entre el mayor -tiene que tener más de 60 años o menos si existe alguna discapacidad- se puede iniciar la convivencia, que en principio se acuerda para un curso. "Con este acuerdo se da respuesta por un lado al aislamiento y la soledad que sufren muchos mayores y por otro a la dificultad de muchos estudiantes para encontrar un alojamiento", matizó Almagro durante la presentación.
Según la vicerrectora, cada curso unos 30 estudiantes se benefician de este programa.
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