martes, 6 de octubre de 2015

"Las ciudades que no incorporen la tecnología se quedan fuera del mundo" granadahoy.com

El Ayuntamiento de Granada y la Escuela de Organización Industrial han firmado un convenio para desarrollar proyectos de la futura 'ciudad inteligente'
S. VALLEJO GRANADA 
Fernando Bayón, director general de la EOI, hace unos días en el Ayuntamiento de Granada.

La Escuela de Organización Industrial (EOI) se ha convertido en el 'socio' del Ayuntamiento para desarrollar sus proyectos de Smart City en el camino emprendido para convertirse en una 'ciudad inteligente'. A través de un convenio, las dos medidas más inmediatas son la apertura de un coworking y un plan de formación. Además se pedirán ayudas para invertir en urbanismo. Medidas para el proyecto estrella del Ayuntamiento en los próximos cuatro años. 

-¿De dónde surge este afán de las ciudades de convertirse en Smart Cities? 

-Surge porque en la economía global la tecnología se convierte en la herramienta fundamental para todo, para la comercialización, para la promoción e incluso por parte de los clientes para la selección de los destinos. Hay un viejo refrán que dice: si no estás no existes. Y ahora hay que estar en las redes y en las ventajas que la economía global nos da. Y desde luego el considerar que los destinos turísticos puedan ser destinos inteligentes es imprescindible, porque vamos a acceder a mercados nuevos, con necesidades de turistas o clientes diferentes y también, por qué no decirlo, con recursos turísticos diferentes. Son recursos turísticos que se están metiendo en las ciudades. Donde antes no ofrecíamos más que media docena de recursos turísticos: sol y playa, naturaleza, cultural, deportivo... ahora tenemos una pluralidad mucho mayor que abarca desde el turismo de salud, por ejemplo, hasta el turismo de compras, de negocios, convenciones... y muchas cosas más. 

-Y en todo esto la tecnología tiene mucho que decir. 

-Claro, la tecnología tiene que estar ahí y en tiempo real porque el turista es una persona que consume tiempo y todos los destinos turísticos necesitan incorporar esa inteligencia artificial, esa inteligencia de la tecnología para poder llegar al mercado y existir. 

-Los beneficios de una ciudad inteligente no serán sólo para el turismo, también para sus vecinos.

-A partir de que el destino lo haces inteligente, es inteligente para el ciudadano, para la policía municipal, para el comercio, para los servicios de limpieza, para la regulación del agua... es inteligente para todo. El ciudadano es uno más que se va a beneficiar. 

-Entonces el objetivo es adaptar las ciudades a esta revolución tecnológica y ponerlas al día. 

-Adaptar la ciudad a las exigencias de una nueva economía supone que también hay que adaptar la mentalidad del ciudadano. El ciudadano es muy listo y se adapta enseguida a las cosas. Hace unos años, por ejemplo, uno iba buscando su sitio en los parking y ahora busca luces rojas o verdes. El ciudadano en seguida se adapta. Ya vamos buscando también en las paradas de autobuses el tiempo que falta para que llegue el autobús. 

-Es verdad que ya hay cosas que se han convertido en cotidianas sin las que no podríamos pasar.

-El ciudadano desde luego es listo y se adapta pronto. El problema está precisamente en esto, en que antes éramos cuerpo y alma y ahora somos cuerpo, alma y móvil; cuerpo, alma y tecnología. Y ahora nos lo quitan y nos quitan la mitad de la vida, la agenda, los contactos,... 

-Entonces, ¿qué tienen que hacer las ciudades? 

-Tienen que evolucionar para incorporar la tecnología a la gestión de la ciudad. Eso es en el fondo lo que es un destino inteligente: incorporar tecnología a la gestión de la ciudad. Esa gestión te dice dónde puedes aparcar, por dónde tienes que ir, dónde están las tiendas más cercanas,... pero esa información hay que meterla en la tecnología. Y las ciudades que se queden fuera de la incorporación de la tecnología se quedan fuera del mundo. Y esto avanza a una velocidad descomunal, y por lo tanto los principios de hace tres años hoy ya son viejos. La mayoría de la tecnología que vamos a usar en cinco años todavía no se ha inventado. 

-¿Cómo ve la posición de Granada en este proyecto de Smart City? Es una ciudad tradicional, con mucha historia, pequeña, con falta de infraestructuras,... 

-En el quiero avanzar siempre hay que hacerse fuerte en los puntos fuertes, en mi identidad, mi causa y mi razón. Y Granada tiene muchísimas cosas: recursos naturales, monumentales, historia, cultura, tradición, deporte, universidad, conocimiento, congresos, turismo en salud... tiene muchísimas cosas, lo que tiene que saber es detectar sus puntos fuertes y hacerse más fuerte en ellos. 

-Para los proyectos de Smart City, ¿hay presupuesto o también los recortes evitarán mayor desarrollo? 

-España ha sufrido un proceso de restricción del gasto tremendo y eso se ha notado en todo. Pero el gasto es sí o sí. Si no hay, no puedes inventarlo. Una vez superados yo creo de manera satisfactoria esos momentos más duros de la crisis, ya es el momento de pensar que en el mundo del I+D+i y en la investigación y el desarrollo está una parte muy importante del futuro de nuestro país. 

-Al ciudadano de a pié, ¿cómo le beneficia vivir en una ciudad inteligente? 

-Lo notará en todas sus pequeñas cosas: en el hogar, trabajo, transportes, servicios públicos, en la propia convivencia. Pero también tiene que poner de su parte. El mundo de los tecnorresistentes está terminando. Aquella persona que no quiera participar de la innovación va a quedar apartada del desarrollo del mundo. El ciudadano cada vez lo está incorporando de manera más fácil. 

-El objetivo último entonces es mejorar la calidad de vida. 

-Y hacer más humanas las ciudades para hacer más fácil la convivencia. Tienes más información y más capacidad de decidir lo que quieres o no quieres y lo que te gusta, lo que te preocupa... 

-El sector empresarial, ¿apoya el cambio? ¿Está involucrado? 

-Se mueve más rápido si acaso que el sector social. Están muy interesados porque permite llevar también su negocio fuera de la ciudad. Es lo que tiene la globalización: tener al mundo por cliente.

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