lunes, 6 de junio de 2016

Los agricultores de la Costa sufren la peor campaña de los últimos 20 años granadahoy.com

COAG califica este periodo de "castastrófico" en casi la totalidad de los productos Las altas temperaturas y el veto ruso, algunos de los motivos
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL
El tomate cherry o el calabacín también han sufrido esta campaña.
El precio de venta del pepino apenas supera los 40 céntimos.

"La peor que se recuerda en los últimos 20 años". Así califica el secretario provincial de Coag, Miguel Monferrer, la campaña de otoño-invierno, en la que la gran mayoría de productos se han visto afectados por los bajos precios, durante prácticamente todos los meses. Así, Monferrer explicó a este periódico que "la gran mayoría de agricultores han vivido esta realidad", y que "antes, había alguna campaña en la que a lo mejor iba un mes mal, pero es que este año han sido demasiados los negativos y ha afectado a todos los productos que plantamos aquí, en la Costa". 

El secretario de la organización agrícola y ganadera comentó que en el caso del pepino este año prácticamente no se ha llegado ni siquiera a cubrir los costes de producción. "Este producto ha sido una ruina total", señaló. A esta mala campaña se unen los números rojos de ya demasiados años, por lo que muchos serán los agricultores que se desanimen a plantarlo el próximo ejercicio, debido a su escasa rentabilidad. De momento, sigue siendo uno de los productos con más importancia en cuanto a extensión, pues "ocupa un 40% de las explotaciones bajo plástico de la Costa", según Miguel Monferrer. De ahí que esta "campaña catastrófica", como dice el también productor, afecte a muchas familias de la Costa. 

En concreto, el precio que se ha pagado a los agricultores por el kilo de pepinos ha ascendido a tan sólo 35 o 40 céntimos, cuando su coste de producción se eleva ya a los 30. Desde Coag y otras organizaciones agrarias se lleva diciendo desde hace años que es necesario regular este mercado, sin embargo, no encuentran la fórmula para poner a todos de acuerdo. 

En el caso de tomate cherry o calabacín ha ocurrido prácticamente lo mismo, y sólo se han salvado las producciones de pimiento y judía, en las que los agricultores han obtenido alguna rentabilidad. 

En cuanto a las temporadas en las que otros años se recuperaban los precios, este año no ha sido así, en una campaña que es la más fuerte en la Costa. "Llegó el mes de febrero, subió algo, pero en esa época ya habíamos vivido cómo en noviembre se cotizaba por debajo de los 80 céntimos, lo cual no se había visto aquí nunca. En enero se han alcanzado precios máximos de 80 u 85 euros y en diciembre, de 89 céntimos". Entre febrero y marzo los días son más cortos y la producción baja, por lo que hay menos producto y el precio puede subir algo, pero no ha llegado a pagarse más de 1,40. 

Pero desde abril se ha 'plantado' la cifra de 80 céntimos, de la que no se consigue arrancar hacia arriba, una cantidad muy baja para un producto que necesita tanta mano de obra y cuidados como es el cherry, en sus infinitas variedades. 

Monferrer explica que el principal motivo de que los precios hayan estado bajos ha sido una superproducción, debido al buen tiempo registrado en la Costa "prácticamente durante todo el año". Y añade: "Hemos tenido una meteorología muy adversa para nosotros, porque ha sido un otoño muy suave y un invierno prácticamente inexistente, que parecía más primavera que otra cosa, en los que ha habido una producción muy alta". 

Sin embargo, reconoce que hay muchos más factores a tener en cuenta, de tipo "geopolítico", como el veto ruso o la entrada de productos de otros países, como Turquía y, por supuesto, Marruecos, "que nos sigue haciendo daño y al que se añaden otros países". 


Los agricultores no saben cómo van a hacer más esfuerzos para seguir sacando adelante sus productos hortofrutícolas, un sector que genera miles de puestos de trabajo en la provincia, tanto en la producción como en el manipulado, y que -dicen- cada vez se sienten más "cercados", entre los bajos precios 'dictados' por las grandes cadenas alimentarias, las políticas europeas o la caprichosa climatología, como la de este año.

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