Se llevan 30 años. Él se llama José y ella María José y son los alcaldes de Albuñol de este mandato. Pactaron dividir el periodo de gobierno en dos mitades y compartir el sillón de la alcaldía. Forman un buen equipo. Se miran y se entienden, en esto influirá el que se conozcan de toda la vida. En los primeros minutos de su existencia, él ya estaba ahí. Son padre e hija y tienen un mismo objetivo: el bienestar de sus vecinos. Desde partidos diferentes, con una sangre común, llevan los mandos de su pueblo.
Para María José no es tan raro que la hija del alcalde sea la alcaldesa. Explica que la política es una vocación y que ella ha seguido los pasos de su padre como hacen los descendientes de los médicos, los toreros o los maestros. Siempre fue muy echada para adelante y le gustaba levantar la mano en los consejos escolares. El resto lo mamó en casa y un proyecto de renovación la colocó a la cabeza del PSOE local. «Ella ha vivido lo que es ser alcalde. Ha visto cómo un vecino llamaba a mi puerta a las tres de la mañana porque los darros se habían roto», dice José Sánchez, que lleva una década dirigiendo el Ayuntamiento de Albuñol.
Ahora la 'jefa' es María José, que ya lleva un año de alcaldesa y que reconoce que gobierna apoyándose en su padre -que es ahora teniente de alcalde- y creando entre ambos un cóctel saludable de experiencia y juventud a partes iguales. La historia de los Sánchez tiene un presente feliz y un pasado algo azaroso que ambos se empeñan en olvidar.
Para entenderlo todo hay que remontarse unos años atrás. Concretamente al 2003 donde en una tensa asamblea del PSOE, padre e hija -carambolas de la vida- se jugaban frente a frente ser el candidato a las elecciones municipales. María José ganó por un solo voto y se convirtió en el cartel de los socialistas. Su padre dejó el partido y creó el suyo propio: CPM (Candidatura por el Progreso del Municipio de Albuñol) con el que ganó las elecciones de ese año y tras no prosperar el pacto gobernó en minoría. Las asperezas se fueron limando poco a poco hasta que los Sánchez se volvieron a encontrar frente a las urnas. En 2007 volvió a ganar el padre a la hija y esta vez sí decidieron pactar con el PSA y el Partido Independiente de La Rábita como compañeros de viaje.
Así, que José Sánchez y su descendiente, superadas las rencillas, gobiernan en coalición desde partidos diferentes y con las ideas cada vez más similares.
«Este es un periodo de tranquilidad, de diálogo. Estamos impulsando proyectos que estaban estancados por las disputas políticas», apunta María José que dice que de su padre valora su experiencia y del equipo que ambos forman el equilibrio y la buena coordinación que tienen.
Olvidar el pasado
Ni a ella ni a José les gustar echar la vista atrás y situarse en la asamblea que los enfrentó. Ella dice que no se acuerda de nada porque por aquel entonces había sufrido un accidente de tráfico y él lo señala como un momento «amargo» que le planteó la vida que dice «es cómo va saliendo».
Para la alcaldesa lo mejor de trabajar junto a su progenitor es «la confianza» y lo peor «el exceso de confianza» y para él, lo positivo de firmar resoluciones y tirar del carro junto a María José son «sus virtudes y su preparación» y lo negativo «que llevo peor las críticas que hacen de ella que las que hacen sobre mí». Este es el punto débil de José Sánchez, que las lenguas sean ácidas y apunten contra su hija y al contarlo se le emocionan los ojos. «Que hablen mal de mí me da igual porque llevo muchos años en esto, pero que hablen mal de ella... eso sí que me duele». Cuenta este padre que nunca le quitó a su niña la idea de ser política de la cabeza. «Estoy muy orgulloso de ella», reconoce.
A José se le notan los tiros pegados, se las sabe todas, y a María José las ganas de comerse el mundo y de abarcar proyectos de tanta envergadura como la regeneración del litoral de su municipio. Juntos explican que su pacto es la recomposición de la izquierda, que simboliza la integración y que el futuro pasa por formar todos una única lista en el PSOE. Pero José dice que no van las cosas todo lo bien que deberían y que está surgiendo una nueva escisión del Partido Socialista que puede trastocar estos planes de unidad.
Tienen mucho en común. Tanto padre como hija se retuercen con los dramas de sus vecinos y sufren cuando ven que no pueden hacer nada por ellos porque el paro les devora. Ven el pueblo con los mismos ojos, para eso ambos son Sánchez.
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