12.02.10 - 01:28 -
Ahora son filitas, antes fueron taludes, acuíferos o restos arqueológicos. Algo tan insignificante y a priori tan previsible puede poner en vilo proyectos millonarios. En Granada hay múltiples ejemplos sin salir de la A-7 y de la línea de alta velocidad entre Granada y Bobadilla, dos infraestructuras que superan los mil millones de euros. Cualquier traviesa que se coloca o cualquier kilómetro que se construye llevan detrás informes y estudios que salen por un pico.
Pero ninguno de esos sondeos fue capaz de detectar que el trazado primitivo del AVE por Antequera atravesaba 17 yacimientos arqueológicos que estaban allí desde hacía siglos. Fue en la etapa final de Álvarez Cascos y hubo que paralizar la obra en 2004, a los pocos días de que empezara.
El único trozo del AVE de Granada que está aún sin resolver es que que pasa por Loja. En 2005 hubo que retocarlo porque se utilizaron unos planos tan antiguos que el tren se llevaba por delante zonas habitadas. Después apareció un acuífero tan peligroso que incluso podía estar contaminad con sulfuro. El contratiempo ha obligado a trasladar el recorrido al lado contrario de la autovía.
Las repentinas filitas no son el único accidente en la A-7. El 26 de diciembre de 2007 la anterior ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, convocó a los medios de comunicación entre Albuñol y Adra para inaugurar un nuevo tramo. La apertura se quedó a medias porque la lluvia empapó las laderas y uno de los taludes se había desmoronado. Dos kilómetros y medio estuvieron cerrados hasta octubre de 2008 y en repararlos se fueron 489.262 euros extras. Pero a los pocos meses, recién estrenado 2009, hubo que volver a cerrar el mismo tramo porque se dobló el viaducto de la Alcazaba. Ahora, filitas.
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