Entrevista a Francisco Gil Craviotto, escritor | A sus 85 años, este granadino nacido en la Alpujarra, dedica el tiempo a sus dos grandes pasiones: leer y escribir
Según la 'todolosabe' Wikipedia, Francisco Gil Craviotto, alpujarreño de Turón (1933), ha dado a la imprenta una veintena de obras, entre novelas, relatos, cuentos infantiles, ensayos biográficos y traducciones del francés. También destaca que es licenciado en Letras por la Universidad de París IV y académico correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Granada. Lo que no sabe y se alarma cuando le decimos que en dicha biografía se indica que del 17 agosto al 27 de octubre de 2015, fue diputado de España por Almería. «Eso no es verdad, yo nunca he participado en política», explica como un resorte.
Comenta además que se arrepiente de haber vendido su casita de Francia y no olvida sus paseos por las orillas del Sena con su perra 'Chica' y un libro debajo del brazo. De sus novelas se siente especialmente satisfecho de la titulada 'El Oratorio de las lágrimas' y 'La cueva de la azanca', «pero es posible que la opinión de los lectores no coincida con del autor». A estas obras ha añadido recientemente el ensayo sobre '20 mujeres inolvidables'.
El último reconocimiento le ha llegado por la Comisión de Honores del Ayuntamiento de Granada, a propuesta del Centro Artístico, que ha acordado por unanimidad concederle la Medalla de Oro de la ciudad.
-¿Qué supone para usted este nuevo reconocimiento?
-Un honor que también es un reto: me va a obligar a continuar escribiendo hasta que se agoten mis fuerzas. Prueba de que continuo en la brecha es que ya he entregado a la editorial mi próximo libro. Es una novela titulada 'El secreto de Gustavo'.
- Y hablando de secretos, ¿cómo hace para mantenerse activo a los 85 años?
-No hay ningún secreto. Yo llevo una vida completamente normal, como la de cualquier jubilado de mi edad. Hago todos los días las compras, duermo mi siesta, tomo mis pastillas y los domingos, que me toca a mí la cocina, me meto a cocinero, con el mismo esmero y entusiasmo con el que me siento ante el ordenador a escribir. Los ratos libres que tengo, que gracias a mi mujer que se ocupa de todo, son prácticamente todos los días de la semana, los dedico a los dos grandes placeres de mi vida: leer y escribir. Son dos vicios solitarios que desde la infancia padezco.
-A propósito, si volviese a nacer, ¿qué cosas de las que ha hecho volvería a hacer?
-Si volviese a nacer... me encontraría con un ambiente muy distinto al que me ha tocado vivir y tendría que acomodarme a él. No tendría detrás de mí una guerra civil ni una dictadura y me encontraría en un país rebosante de libertad. Ese gran tesoro de la libertad, que tan a menudo aparece en mis libros, no tendría sentido pedirlo ni reclamarlo. Pero, dado que la pregunta es qué volvería a hacer, creo que hay tres cosas que sí volvería a repetir: leer y escribir libros, vivir un tiempo en Francia y cobijarme el resto de mis días en Granada.
-¿Cómo ve el panorama cultural de Granada? ¿Qué le duele más de esta ciudad y sus habitantes?
-Muy bueno. Carolina Molina, escritora madrileña muy vinculada a Granada, en cierta ocasión me dijo: «Conozco muchas ciudades del tamaño de Granada, unos 250.000 habitantes, y ninguna tiene el nivel cultural de Granada». Es algo que se hace evidente con sólo echar una ojeada a los periódicos: todas las tardes hay tres o cuatro actos culturales en la ciudad. Así desde octubre hasta junio. La Universidad, la Academia de las Buenas Letras, el Centro Artístico, las distintas bibliotecas, etc., son faros de esa cultura en la que hay que contar toda una pléyade de escritores, pintores, escultores, músicos, investigadores, de distintas generaciones y tendencias, que deberían llenarnos de orgullo. Pero aún hay más: desde hace unos pocos años, al esplendor literario y artístico y musical, hay que añadir el científico. Lo que más me duele de Granada es el olvido y la desidia. También la indiferencia por el mundo vegetal. No hay más que ver el estado de nuestros parques y jardines.
Esfuerzo de los editores
-¿Considera que el mundo editorial también está abandonado?
-Sí, quiero romper una lanza por los editores. Granada es una ciudad de magníficos editores, que no tienen la consideración ni el apoyo que deberían tener. Un ejemplo, entre muchos: Todas las bibliotecas de Granada disfrutan anualmente de un presupuesto para invertir en libros. Sería interesante saber cuánto invierte cada una de ellas en autores granadinos y en libros publicados en Granada. Algo parecido ocurre con las revistas. Magníficas revistas, como 'Alhóndiga', 'Wadias', 'Extramuros', 'Entrerríos', 'Calle Elvira', que son todo un ventanal de la cultura granadina hacia fuera, luchan denodadamente para sobrevivir sin la menor ayuda de nadie. Hasta hace poco el Ayuntamiento de Granada mantenía la publicación de una colección de libros, 'Granada literaria', que últimamente ha dejado de publicarse. Yo creo que debería nuestro Ayuntamiento reanudar esta publicación, porque hay libros que escapan a las editoriales comerciales y sin embargo tienen un gran interés para la ciudad. Para terminar quiero dar las gracias al Ayuntamiento, muy especialmente a nuestro alcalde, por esta medalla y a todas las personas que han firmado pidiéndola. Mi deseo es compartirla con todos los escritores de Granada.
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