El sistema dual permite aumentar la probabilidad de inserción en el mercado laboral de la educación superior y la realización de prácticas en la empresa
Educando con las manos en la masa |
En una sociedad moderna como la española los jóvenes deben adquirir competencias ajustadas a las nuevas formas de producción especializadas, rápidamente cambiantes y flexibles. El creciente interés por el aprendizaje dual no se debe a la mera casualidad, a las decisiones de los gestores políticos o a modas educativas. Al contrario. El aprendizaje en la empresa está en consonancia con las concepciones más actuales de cómo adquirir el conocimiento pragmático, entendido como un bien socialmente distribuido, flexible y dinámico.
Las bases del este sistema no son nuevas. Por ejemplo, el investigador de la Universidad Pablo de Olavide, Brice Cossart, reconoce como una de las fortalezas de la Sevilla imperial del siglo XVI su sistema de aprendizaje de especialistas con una formación comparable a la impartida en las universidades. Quinientos años después las propias universidades recurren a la institución medieval del aprendizaje en el trabajo. La educación dual se ha convertido en un baluarte de la formación en Europa. La mayor parte de los sistemas educativos avanzados disponen de un modelo implantado desde hace tiempo, y representa un factor especialmente relevante de la modernización y del intercambio de competencias entre empresa y sistema educativo.
Como resalta el último informe de EY Insights sobre la formación dual en la educación superior, encargado por la UNIA, la dualidad ha ido incrementando su relevancia en el sistema educativo europeo hasta instalarse con éxito en todos los niveles educativos. Alemania, Austria o Suiza históricamente la han empleado como parte relevante de la capacitación de sus trabajadores con resultados muy positivos de integración laboral y formación educativa. El sistema permite aumentar la probabilidad de inserción en el mercado laboral de la educación superior y la realización de prácticas en la empresa.
En España este proceso ha sido más lento y su incorporación aparece al aprobarse la LOMCE, y se refuerza con la reciente Ley de Formación Profesional. En el ámbito universitario, están en desarrollo aspectos concretos de este modelo, si bien ya hay experiencias muy positivas, como en la Universidad Internacional de Andalucía.
Esto es importante ya que España presenta la mayor tasa de desempleo juvenil de la UE; un 36,9% de los españoles entre 16 y 24 años no encuentra trabajo, según la OCDE. Pero hay razones para el optimismo: en 2011 la tasa de abandono escolar, jóvenes de entre 18 y 24 años sin finalizar Formación Profesional de Grado Medio o Bachillerato y que, además, no siguen estudiando, superaba el 30%, mientras que las últimas cifras sitúan esa cifra en el 13.3%. No tenemos dudas de que esa reducción se debe, en gran parte, a la formación dual.
Para que el sistema universitario saque el máximo partido de la dualidad, el informe de EY Insights señala algunas recomendaciones. Entre ellas, mejorar la relación con la industria y superar el desajuste tradicional entre oferta en el sector educativo y demanda de competencias de las empresas. Hay que invertir en el aprendizaje a lo largo de la vida, uno de los ámbitos de mayor crecimiento futuro y donde la dualidad ofrece más oportunidades. Y aprovechar el nuevo enfoque modular de la formación generando flexibilidad en el sistema universitario.
Para el impulso de la formación dual universitaria es importante acertar en la oferta de títulos duales. Y no toda la formación puede ser dual, ya que ni el sistema educativo ni el empresarial lo soportarían.
Las administraciones deben crear incentivos que animen a las empresas a participar en el sistema y aumenten la oferta de plazas, su calidad y la diversidad de sectores. Y mejorar la formación del profesorado en la empresa y en la universidad.
También debemos divulgar el sistema y sus resultados, y planificar la actualización de competencias. La formación a lo largo de la vida es necesaria para mantener e incrementar la productividad del trabajador en la empresa. Sin olvidar apoyar a las empresas en la mejora de la contratación de los estudiantes y bonificaciones fiscales que hagan atractivo el sistema. NextGenEU y el Fondo Social Europeo son una gran oportunidad para ello.
Lejos de ser una lista exhaustiva de recomendaciones, estas son las principales necesidades que no pueden ser obviadas para garantizar el éxito de la formación dual. No son condiciones suficientes, pero sí necesarias para garantizar que la aplicación del modelo dual sea una referencia de buenas prácticas y éxito de transferencia de conocimiento a la sociedad.
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