ANDRÉS CÁRDENAS
JUAN PAREDES NÚÑEZ | CATEDRÁTICO DE FILOLOGÍA |
–Después de haber estado estudiando casi cincuenta años a Pardo Bazán… ¿qué ha aprendido de ella?
–Estoy seguro de que mucho más de lo que yo creo. De cualquiera de las maneras, sería muy difícil destacar algún rasgo en particular de una personalidad tan rica y poliédrica como Emilia Pardo Bazán. Pero si tuviera que destacar alguno tal vez me quedaría, siguiendo a Unamuno, con su laboriosidad admirable y su curiosidad inextinguible.
–¿Cree que se está celebrando convenientemente el centenario de su muerte?
–Bueno, hasta ahora se han celebrado dos congresos internacionales, en los que han participado un centenar de investigadores, dos grandes exposiciones en Madrid y La Coruña, diversas publicaciones, etc. Sin embargo, son insuficientes a tenor de todos los estudiosos de su obra. Por eso, el Instituto de Estudios Emilia Pardo Bazán y la Asociación Prolegado de la escritora han impulsado la continuidad del centenario hasta mayo de 2022.
–Está usted considerado el experto más importante en Pardo Bazán. ¿Por qué esta autora y no otra?
–Como catedrático de Filología Románica mi investigación ha estado centrada fundamentalmente en la literatura medieval pero también he realizado incursiones en la literatura posterior. Además, Pardo Bazán tiene un carácter muy marcadamente románico, como lo demuestran sus numerosos estudios sobre el tema y su propia condición como catedrática de Filología Románica. Por eso me atrajo su figura. Además, cuenta con una obra extraordinaria, en buena parte aún sin estudiar.
–De diez estudiantes universitarios a los que se le preguntara por Emilia Pardo Bazán, ¿cuántos cree usted que han oído hablar de ella?
–Me gustaría creer que todos. Otra cosa distinta es tener una idea, siquiera aproximada, de su auténtica dimensión, pues nos encontramos con una de las figuras más representativas de nuestra historia literaria.
–¿Tiene vigencia la obra de esta escritora?
–No solo tiene actualidad, sino que en muchos aspectos se adelanta a su tiempo. Estamos ante un caso de precocidad literaria. Ya a los catorce años publicó su primer cuento, que yo conseguí exhumar de La Soberanía Nacional, aunque también apareció poco después en el Progreso de Pontevedra, periódico en el que apareció en la misma época su primera novela, que yo también pude publicar de manera fragmentaria.
–Clarín llegó a decir que escribía como los hombres, que se ponía los pantalones al escribir.
–Efectivamente. De ella se ha dicho de todo: que escribía a lo hombre, que era aficionada en extremo a la moda, que era una metomentodo. “Dama obispal de la literatura española”, la llama Gómez de la Serna. Qué duda cabe de que una mujer al ser famosa, condesa, culta, independiente y que se atrevió a meterse en terrenos tradicional y excluyentemente masculinos, tenía, sin duda, que crearse enemistades.
–En pocas palabras… ¿cómo era Pardo Bazán?
–Emilia Pardo Bazán es, sin duda, una de las personalidades más relevantes de la vida, la cultura y la literatura de la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX. Nos encontramos con una de las mujeres más extraordinarias de ese periodo. Crítico, novelista, cuentista, autora de infinidad de crónicas, impresiones de viajes, artículos sobre la vida contemporánea, conferenciante incansable, miembro de numerosas sociedades, presidenta de la sección de Literatura del Ateneo, consejera de Instrucción Pública, catedrática…, y por encima de todo una escritora singular que supo ganarle la partida a su época.
–De todas sus facetas como creadora… ¿con cuál se queda usted?
–Teniendo en cuenta que hablamos de una autora que escribió más de dos mil artículos periodísticos, crónicas de viajes, numerosas novelas y una ingente cantidad de cuentos, no resulta fácil destacar una faceta especial. Yo, sin duda, me quedo con sus cuentos, género en el que se configuró como uno de los autores, sin distinción de género, más prolíficos de la literatura universal. Es realmente sorprendente que una escritora haya podido producir una obra tan extensa.
–Al parecer tuvo un idilio con Benito Pérez Galdós.
–Sí. De ello tenemos noticias gracias a la correspondencia amorosa que le dirigió la autora. Desgraciadamente esa correspondencia es unidireccional, pues no contamos con las que le envió el autor canario, aunque recientemente la prensa se ha hecho eco de las noticias sobre su existencia. Pero no solamente con Galdós, sino con Vicente Blasco Ibáñez o Lázaro Galdiano. Precisamente algunos han querido ver en Insolación una traslación de la infidelidad de la autora, que entonces mantenía relaciones con Galdós, con este último.
–Fue una gran feminista.
–Por supuesto que sí. Su feminismo, patente en algunas actitudes como la creación de la Biblioteca de la mujer. Son muy numerosos los cuentos que ponen de manifiesto esta faceta destacadísima de la autora. En mis Nuevos ensayos críticos recojo, por ejemplo, el titulado La novia fiel, cuya protagonista es un traslado de la mujer que Pardo Bazán preconizaba.
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