La derecha quiere imponer el relato de que toda la gestión de los socialistas en Andalucía se reduce a los ERE, borrando de la memoria colectiva los logros conseguidos
La primera modernización de Andalucía |
Escuchando recientes declaraciones del presidente de la Junta y de sus voceros, parecería que la historia de Andalucía comienza ahora, con el Gobierno de la derecha del PP y Ciudadanos con el apoyo de la ultraderecha de Vox: todo lo bueno ha comenzado con ellos. Nada más lejos de la realidad. Si hace veinte años Manuel Chaves propuso el proyecto de la Segunda Modernización de Andalucía ante el Parlamento es porque de alguna forma ya se había cubierto un primer ciclo del proceso de modernización que Andalucía necesitaba para salir del atraso secular en que se encontraba después de decenas de años de incuria. En todos los debates que celebrábamos en el Parlamento, invariablemente, los sucesivos portavoces del PP cuestionaban de forma sistemática los avances que en todos los órdenes había experimentado nuestra tierra en aquellos veinte años; ya diez años antes, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, se encargaron, con la inestimable colaboración de los medios amigos, de cuestionar el evento y la capacidad de Andalucía para gestionarla eficazmente. De hecho, fue por aquel entonces cuando Aznar dijo aquello de "…ese trenecillo…" refiriéndose al AVE Sevilla-Córdoba-Madrid, el primero de España.
No les valía para nada la realidad de nuestras infraestructuras de comunicaciones en carreteras, ni el salto fenomenal en la alfabetización y en la construcción de centros escolares, ni la dotación de centros de Salud por toda nuestra geografía, ni nuestros datos de crecimiento económico o de modernización de nuestra agricultura hasta convertirse en la más moderna y productiva de Europa. No bastaban tampoco nuestros Parques Tecnológicos, el de Málaga y el de Cartuja en Sevilla, o el de Ciencias de la Salud en Granada, o la creciente importancia de la industria aeroespacial en la Bahía de Cá diz y Sevilla. Nada era suficiente para que nuestra derecha, la misma que había sumido a Andalucía en la marginación y el atraso, la misma que le había dado la espalda con motivo del 28F - con la sonora excepción de Clavero - y no había sabido compartir la satisfacción y el orgullo de haber organizado la mejor Exposición Universal que se recuerda en las últimas décadas, nada era bastante para que esa derecha estuviera dispuesta a asumir que algo se había hecho bien en aquellos años.
Esa etapa de veinte años supuso un proceso de cambios profundos en la vida económica, social y cultural de nuestra tierra. Andalucía se dotó de todas sus instituciones de autogobierno, se llenó de contenido el Estatuto de Autonomía, y se pusieron las bases de la ordenación y planificación de las grandes líneas de las políticas esenciales para el desarrollo y el bienestar de la sociedad andaluza, avanzando como nunca antes en la consecución de condiciones de igualdad. Se alcanzó la universalización de servicios básicos y de prestaciones para los ciudadanos en la educación, la salud y las pensiones. Se dotaron las infraestructuras decisivas para articular territorialmente nuestra Comunidad, señaladamente con la Autovía Sevilla-Granada y una red de alta capacidad que alcanzó la totalidad de las ocho provincias. El esfuerzo y la cooperación con las Corporaciones Locales hicieron posible -ahora que tanto se habla de la España vaciada- que nuestros pueblos y ciudades tengan un nivel de equipamientos radicalmente superior al de veinte años atrás, haciendo que se asentara la población en el territorio y se invirtiera el proceso de éxodo rural de décadas anteriores. Todos estos cambios indican que Andalucía había experimentado en estos veinte años el proceso de modernización más profundo y prolongado de su historia, dejando atrás el atraso secular, aunque eso no implicara la superación de todos los déficits estructurales que la caracterizaban.
Pese a todo ello, ahora como entonces esa misma derecha que nos gobierna pretende que la sociedad andaluza asuma un relato según el cual toda la gestión de los gobiernos socialistas de Andalucía se reduce a los ERE, borrando de la memoria colectiva los logros conseguidos. Ahora que se presentan como propios hitos ya alcanzados con gobiernos anteriores en nuestras exportaciones o en la creación de empresas, el incremento de nuestro PIB o las cifras de nuestro turismo, ahora conviene hacer un ejercicio de dignidad y de memoria de lo mucho y bien que los gobiernos socialistas hicieron de la mano del pueblo andaluz en aquellos lejanos pero no olvidados años de la primera modernización de Andalucía, porque es de justicia.
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