lunes, 15 de julio de 2013

Una bella historia de imposibles granadahoy.com

Esta muestra de la Galería Mecánica nos vuelve a situar en los complejos pictóricos de un Zurita mago encantador que funde, con precisión, los límites de lo real y lo ficticio
BERNARDO PALOMO 
No es fácil, dentro del Arte que hace unos quince años salía de la Facultad de Bellas Artes de Granada, decantarse por una situación artística de tantas como allí se generó; en los espacios del antiguo manicomio se gestaron infinitas propuestas, en las que ninguna se parecía a las otras, cada artista estaba en posesión de una conciencia artística personal e intransferible y sus posiciones estéticas se manifestaban con personalísimos lenguajes que los hacía únicos; incluso, si existiera algún ingenuo que quisiera destacar un acto creativo de otro, estaría abocado al más absurdo de los planteamientos. Por eso, cada vez que uno de aquellos ilusionantes jóvenes artistas presenta su obra, se produce uno de los más especialísimos actos de emoción creativa. Algo que nos encontramos con esta nueva comparecencia de Jesús Zurita, uno de los grandes autores que inauguró el que, probablemente, ha sido el momento más dulce del arte que se ha producido en Granada. 

Jesús Zurita, como todos sus compañeros de grupo, es un artista total, sin resquicios, de una gran capacidad creativa, es, además, rico en formación conceptual, conocedor de la Historia y del Arte y, por supuesto, seguro de lo que quiere, de lo que hace y de cómo darle forma. 

Lo primero que uno siente ante una obra de este autor es su potencia compositiva. Aunque los espectadores no se paren con mucha detenimiento a observar la pintura de Jesús Zurita, siempre captan su contundente dibujo que se funde, con un poderoso desarrollo cromático, en una amalgama pictórica que, pronto, abre un universo de imposibles cuya trascendencia visual atrapa la mirada y hace presentir infinitas sensaciones. Y es que Jesús Zurita, cuyo elemento artístico es de difícil clasificación, hace participar de una pintura que no deja indiferente, que promueve la complicidad del que observa, dejando que éste plantee su compromiso significativo y que busque nuevas situaciones. 

Esta exposición en la galería Mecánica de Sevilla, uno de los espacios nuevos que existen en la capital hispalense -capital que ha perdido muchísimo en materia expositiva en los últimos años-, y que está actuando con trascendencia y acierto artístico, nos vuelve a situar en los complejos pictóricos de un Jesús Zurita, mago encantador que funde, con precisión, los límites entre lo real y lo ficticio, que crea un escenario en el que se representa una función protagonizada por elementos de dispar naturaleza que yuxtaponen sus contornos y diluyen las fronteras de una realidad que se ve enmascarada por una nebulosa dibujada de difícil filiación. 

La obra de Jesús Zurita abre infinitamente las perspectivas representativas, escenifica acciones donde todo puede ser o no ser, donde los elementos transmiten la ilustración de un universo mediato, un paisaje poblado de entes de ecléctica conformación, de ambigua manifestación y que potencia los registros de una historia cuya credibilidad está en la visión suprema de una pintura que el artista lleva a los máximos esquemas de un Arte con mayúsculas. 

De nuevo, la obra de Jesús Zurita impone su extrema potestad. Otra vez nos encontramos con esa mano segurísima en el dibujo, con ese entramado pictórico que se funde con la grafía perfecta y que se interpone sobre los soportes, apenas intervenidos y que, en una perfecta yuxtaposición de elementos, crea un escenario que envuelve de las mejores sensaciones artísticas la mirada del que contempla una de las obras con más carácter que, hoy, podemos encontrar en esta pintura que nació en Granada y que ha ido conquistando los más significativos centros de interés artístico.

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