Granada descubre los oscuros cuadros de los años americanos de José Guerrero
En la bulliciosa y creativa Granada de los años 30 sus conocidos lo bautizaron como el amigo negro, porque ése era el no-color más importante de su obra. Ahora, el negro da nombre a 'The presence of black', la exposición que recorre los años y la producción artística de José Guerrero (Granada, 1914-Barcelona, 1991) en Estados Unidos, y que ahora llega a la ciudad del artista.
En las paredes, un centenar de piezas muestran la conmoción, -"un fuego que estimula", escribió Guerrero-, que sintió el artista al llegar a Nueva York, en 1949. «[Quiero] ir adonde esté el arte de mi tiempo», escribió el granadino. Aquel «choque» -en palabras de uno de los comisarios de la exposición, Francisco Baena-, supuso dejar atrás todo el bagaje acumulado en los años anteriores, desde sus comienzos en la Escuela de Arte y Oficios de Granada, la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en la inmediata posguerra, y en París, trayectoria que le había acercado a los grandes vanguardistas de su tiempo: Picasso, Matisse, Miró...
La presencia del negro se expone en los salones del Centro Guerrero, en el casco histórico de Granada, y en el Palacio de Carlos V, en el recinto de la Alhambra, tras dos años de trabajos en los que se han implicado la Junta de Andalucía, la Diputación de Granada, el Reina Sofía, el Museo Guggenheim de Nueva York y el Wright Art Museum de Wisconsin, además del propio Centro José Guerrero, entre otras instituciones. Tras su clausura en Granada, el próximo 6 de enero, viajará a la Casa de las Alhajas, en Madrid, y a la Fundación Sunyol, en Barcelona.
La selección incluye cuadros, lienzos, grabados y dibujos, más frescos portátiles, pinturas en piedra en las que el artista experimentó con los materiales y la arquitectura, además de abundante documentación de notas, fotos, y escritos.... Con el conjunto se comprende cómo Guerrero fue desprendiéndose de su anterior lenguaje figurativo y cómo construyó su propia voz al encontrarsecon los artistas del expresionismo abstracto en Estados Unidos. El viaje terminó en el reencuentro con la memoria revisada de España, en los años anteriores a su regreso, en 1965.
Es de ese viaje de ida y vuelta de donde emerge la última expresión de esta muestra, fruto de una visita de Guerrero en 1965 al Barranco de Víznar, donde reposan los restos mortales de su amigo Federico García Lorca, de la que emerge un cuaderno de dibujos y es preludio de un cuadro, 'La brecha de Víznar', prólogo de evocaciones lorquianas que abren una nueva etapa y se plasmarán en otras obras sucesivas.
La segunda sede de la exposición, el Palacio de Carlos V, refleja la Alhambra y el paisaje que la rodea como fuente de inspiración temprana en José Guerrero y la recurrencia al arco como motivo plástico, decorativo y arquitectónico. Una pena queda: los organizadores lamentan no haber localizado el paradero actual de Generalife, obra dedicada a los jardines granadinos
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