“Una mezcla de todo, incluso algún hongo”.
Por
Paula M. Gonzálvez
Está más que demostrado: hay que saber cómo ponerse la mascarilla y reutilizarla de manera adecuada. De no ser así, aunque no salte a la vista, el resultado en la tela es abrumador.
Así lo ha demostrado la analista clínica Marisa García Alonso, que ha realizado varios cultivos con mascarillas usadas y ha compartido el resultado en su cuenta de Instagram.
En apenas un día pudo comprobar la cantidad de bacterias que se acumulaban en ellas, como bacilos, estreptococos, neiserias y estafilocos. Aunque lo que de verdad impresiona es la cantidad con la que se encontró en una mascarilla usada durante tres semanas ocho horas al día. “Una mezcla de todo, incluso algún hongo”, explica en este vídeo en el que muestra las bacterias:
La farmacéutica ha hecho la prueba también con otras mascarillas, una que ella misma ha utilizado para cantar y una FFP2 usada esporádicamente y en cortos periodos. En este caso, también aparecen bacterias, aunque en una cantidad mucho menos impactante. Incluso en las mascarillas desechables sin estrenar se acumulan algunas.
“Podrían convertirse en patógenas oportunistas si se ven muy aumentadas debido a que están creciendo en abundancia en las mascarillas húmedas con nuestro aliento”, explica, pero también insiste en que esto no es ninguna evidencia para dejar de usarlas, sino para “cuidarlas mejor o cambiarlas más a menudo”.
Estas son las conclusiones de Marisa García Alonso:
Después de “sembrar” las mascarillas como habrás visto en los vídeos anteriores ya tenemos los resultados en las placas de Agar Sangre. Han crecido staphylococcus, streptococcus, neiserias, bacillus que parecen ser contaminantes. Está claro que debemos lavar las mascarillas, desinfectarlas de vez en cuando y cambiarlas si es posible con relativa frecuencia. Las bacterias que aparecen no son patógenas por sí mismas, pero podrían convertirse en patógenas oportunistas si se ven muy aumentadas debido a que están creciendo en abundancia en las mascarillas húmedas con nuestro aliento.
¡Ojo! Esto es una evidencia de algo que ocurre para que cuidemos mejor nuestras mascarillas, o las cambiemos más a menudo. No es mi intención que alguien concluya no usarlas, y menos cuando podamos correr algún riesgo o que lo corran personas a nuestro alrededor.
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