AXEL KAISER | ABOGADO Y ESCRITOR |
Axel Kaiser es abogado chilenoalemán, Master of Arts y doctor en Filosofía por la Universidad de Heidelberg (Alemania), director de la cátedra F. A. Hayek de la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago de Chile, visiting scholar de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford y co-fundador de la Fundación para el Progreso, uno de los centros de estudios liberales más influyentes de Hispanoamérica. Asimismo, es conferenciante internacional y autor de varios bestsellers. En España acaba de publicar La neoinquisición (Deusto, 2020).
–Ha escrito un libro sobre la neoinquisición. ¿A qué se refiere?
–Me refiero a un movimiento que pretende depurar la sociedad de acuerdo a sus estándares morales sin aceptar discusión ni la crítica racional. Este pensamiento dogmático deriva en una censura y decadencia cultural que sigue a todo movimiento que asfixia la libertad.
–¿En qué se manifiesta?
–Se manifiesta en censura de libros, destrucción de estatuas, cancelación de conferenciantes, ataques masivos por redes sociales a personas que emiten opiniones que no están de acuerdo con la ortodoxia de la corrección política dominante... Se manifiesta en universidades que despiden a profesores por contradecir supuestos de esta corriente, descalificaciones permanentes como nazis, homofóbico, transfóbico para cerrar el diálogo y no entrar en una discusión más compleja donde se ven los grises. Y ante todo, se manifiesta en que las personas que hoy día tienen más estatus social son las que se definen como víctimas de un supuesto orden opresivo.
–¿Por ejemplo?
–Las feministas, que afirman que viven en un patriarcado intolerable y que son discriminadas, lo cual es absurdo en el mundo occidental. Por ejemplo, el reclamo de que los afroamericanos tienen muy malas condiciones de vida producto del racismo institucionalizado y una sociedad absolutamente discriminatoria, lo cual es falso de acuerdo con las evidencias empíricas disponibles.
–¿Qué opina del debate sobre la violencia de género en España?
–Es un caso que toco en mi libro. La ideología de género ha influido en que la legislación es extremadamente gravosa para los hombres, para que cada vez sean más reacios a acercarse a las mujeres, por las denuncias que se toman como un instrumento de chantaje y que se asumen inmediatamente como ciertas, dejando que la turba se abalance sobre ellos.
–Pero los datos oficiales indican que las denuncias falsas son un porcentaje muy pequeño sobre el total.
–El porcentaje que yo manejo es que más del 80% de las denuncias no llega nunca a condena, lo que indica que hay un porcentaje altísimo que son falsas.
–¿Cómo es posible hablar de neoinquisición si nunca ha sido más fácil expresarse a través de las redes sociales?
–Tiene que ver con la fragilidad psicológica de las nuevas generaciones que ha derivado en una sociedad cada vez más histérica. Nunca en la historia de la humanidad hemos tenido generaciones tan frágiles y tan susceptibles de sentirse ofendidos por cualquier cosa. Esto tiene que ver con el sobreproteccionismo que han hecho escuelas, padres y las instituciones uniersitarias para no exponerles a ningún tipo de adversidad. Otro elemento decisivo son las redes sociales, que han transformado la esfera pública como no se ha visto desde la invención de la imprenta. Esto ha generado que los mensajes que provocan pánico o rabia se masifiquen anulando la capacidad de razonar de la sociedad, estimulando parte de lo peor del ser humano, y que reaccione de manera histérica y violenta para destruir a otros. Las redes han dado un altavoz a los grupos radicales de todos los extremos. Y por último, las universidades occidentales han sido tomadas por activistas de extrema izquierda, cuya agenda es la transformación del orden social de acuerdo con los estándares de la ideología que ellos abrazan. Entienden que el orden occidental es opresivo por excelencia y hay que desmantelarlo.
–Usted defiende que toda discriminación positiva va en contra del individuo.
–Yo creo que la ideología que está detrás puede poner el orden occidental en jaque. Defiende que no somos todos iguales ante la ley, que hay unas personas con privilegios en función de la raza o el género. Lo lógico es que una norma se aplique de forma igualitaria y el que tenga mejor resultado obtenga el beneficio. Es más, se habla de una deuda histórica absurda. Tratar de volver atrás en la historia por actos en los que esas personas no tienen ninguna culpa es una aberración civilizatoria.
–¿Qué consecuencias tiene esa tendencia para la democracia, en su opinión?
–Es incompatible con la democracia liberal. La democracia es una solución al problema de cómo asignar el poder del estado de ejercer violencia sobre los ciudadanos sin violencia sobre los ciudadanos. Supone que podemos resolver los problemas a través del diálogo racional, basado en la lógica y la evidencia. Pero cuando tienes un pensamiento dogmático, el diálogo racional no es posible, por lo que no es imposible lograr consensos y resolver los problemas de la vida en común. La única alternativa es la confrontación y que un grupo se imponga con la violencia. Esto es una forma de acercar a la sociedad al conflicto civil, o en un caso menos extremo, a una sociedad asfixiada.
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