Hace más, mucho más de una treintena de años la denominada Costa Tropical era sólo visitable, desde el resto de la provincia, a través de una carretera de ancho bastante limitado que imprimía una alta peligrosidad durante su tránsito, agudizada por la cada vez más numerosa presencia de camiones que cargaban los llamados 'contenedores' que, desde el Puerto de Motril, donde se descargaban por un creciente número de buques a este tipo de transporte dedicados, no tenían otra opción para distribuir la mercancía ya que aquel puerto, el de Motril, era -y lo sigue siendo, igualmente, en la actualidad- el único de la Península Ibérica que no tiene conexión a través de ferrocarril. Y así prosigue aquel grao de la costa granadina, sin otra conexión con el resto de tierra firme que no sea carretera, hoy -¡por fin!- autovía, cinco lustros después y que, por cierto, vuelve de nuevo a hacernos padecer largas colas y embotellamientos, lo que demuestra que se ha convertido, de nuevo, en insuficiente para el crecido tráfico que soporta.
El desarrollo de esta parte de la provincia de Granada pasa, indefectiblemente, por el de las redes de comunicación para el transporte de personas y mercancías. Se ha permanecido durante demasiado tiempo propiciando sólo 'lo imprescindible' para que las comunicaciones existiesen, pero muy poco para que se desarrollasen y en clara desproporción a las necesidades reales del crecimiento económico de aquella pujante comarca.
Sin duda es la llamada Costa Tropical un polo fundamental en el desarrollo económico de esta provincia, tanto en el sector de servicios; léase turismo y ocio; como en el sector terciario o dedicado a la pesca y muy muy especialmente a la agricultura de productos subtropicales y extra tempranos, en la que el crecimiento, además, está persistentemente limitado por la exasperante ausencia de conducciones para el riego, desde el cercano pantano de Rules, cuya construcción -recuérdese- ya duró mucho más que la de una de las pirámides de Egipto.
Pero hétenos aquí que esa envidiable riqueza hídrica de Rules; que es la vertiente sur de Sierra Nevada, deshelada por el Guadalfeo; hoy por hoy, pasadas decenas de años, para angustia de los agricultores de aquella importante comarca de Granada y zonas de provincias colindantes, no tiene más utilidad que la práctica de algún deporte acuático y pintorescos paisajes para la fotografía. Caros deportes y carísimas fotografías pues, lustros después de haberse terminado la presa, centenares de millones de metros cúbicos de agua dulce se vierten al mar, año tras año, sin utilidad alguna, homenaje inmenso y vergonzante a la estupidez y a la ineficacia. Mientras, los sedientos campos circundantes, sienten el azote cruel de la sequía y los agricultores la injusta ruina de su actividad. Es imposible entenderlo. ¿O no?
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