jueves, 25 de abril de 2019

El eco de la piel elhuffingtonpost

 El eco de la piel es, como todas mis novelas, producto de un enamoramiento. Siempre escribo la historia de la que me he enamorado y en eso no hay nada nuevo. Lo que resultó nuevo para mí en esta novela es que lo primero que surgió en mi mente es cómo quería contarla, cuando aún no sabía qué era lo que quería contar.
Un tema que me ha interesado toda la vida es el pasado tanto individual como colectivo; eso lo saben todos los que leen mis novelas, y el pasado -lo sabemos desde siempre, pero Orwell fue quien más claro lo dijo- solo permanece en las palabras con las que se lo cuenta y, al contarlo, se construye, se manipula. Narrar es seleccionar de entre todo lo que realmente sucedió lo que elegimos que permanezca, por eso siempre es fabulación. Por muy verdad que sea lo que estamos contando, siempre hay elementos de ficción en ello, aunque solo sea para llenar las lagunas entre un recuerdo y otro.
Yo imaginé una historia en la que lo que se cuenta es algo que sucedió hace tiempo, por eso el personaje que tiene que reconstruir lo sucedido solo puede hacerlo a través de testimonios de otros y de fragmentos de vida como cartas, fotos, objetos, etc. Todas esas cosas, fuera de contexto, van dando una historia que resulta coherente, posible, probable, pero que no tiene que reflejar necesariamente la verdad, simplemente porque faltan datos.
Cuando una persona muere, su verdad muere con ella y nadie llega a saber nunca cómo fue, ni el porqué de muchas de las cosas que pasaron en su vida. A partir de su muerte, son los demás los que la narran basándose en sus propios recuerdos y su propio punto de vista y, con eso, incluso cuando tienen buena intención, la falsean, porque nadie puede saber realmente cómo es el otro. Todos tenemos secretos, facetas más o menos importantes que ocultamos a los demás, y nadie nos conoce del modo que fuimos en cada etapa de nuestra vida. Los hijos no pueden hacerse una idea de cómo eran sus padres cuando eran ellos los hijos; los empleados no se imaginan cómo era su jefa antes de serlo, cuando ella misma era empleada; los estudiantes no saben cómo era su profesor cuando era estudiante...
Cuando una persona muere, su verdad muere con ella y nadie llega a saber nunca cómo fue, ni el porqué de muchas de las cosas que pasaron en su vida.
¿Qué queda de ti cuando ya no estás? Cosas sueltas. Trastos viejos. Papeles. Habladurías. Todo se reinterpreta. Todo el mundo se cree con derecho a contar quién fuiste, cómo fuiste. Los que te sobreviven, si aún hablan de ti, te imponen una identidad que no es necesariamente la que tú tenías cuando estabas viva, y así, sin saberlo -porque ya no estás- de pronto te conviertes en algo que quizá no fuiste o que nunca quisiste ser. Para unos, por ejemplo, fuiste una persona que luchó para conseguir lo que deseaba y lo logró, una triunfadora, pero otros explican esa vida de éxito diciendo que nunca te sentiste querida por tu padre, pongamos por caso, y eso te llevó a tratar de demostrarle durante toda tu existencia que valías algo. Y así, de pronto, todo ese éxito queda convertido en la lucha de una pobre víctima para hacerse valer, y de su fracaso frente a la única persona que le importaba, su padre. O al contrario: que fuiste una persona tan ambiciosa y egoísta que, para alcanzar ese éxito, no te importó quedarte sola y destruir a todos los que estaban a tu alrededor. O que habrías sido una mujer dulce y suave, pero que la pérdida de tu hijo, o de tu marido, o de tu socia, te llevó a convertirte en una mujer de hierro que ya nunca permitió que nadie se le acercara. ¿Cuál de esas historias es verdad? ¿Qué habrías dicho tú de ti misma si aún pudieras hablar? ¿Quién eres? ¿Quiénes somos cada uno de nosotros?
El eco de la piel es una novela con la que se puede reflexionar mucho, pero que no es densa ni “intelectual”; es más bien visceral, emocional, una historia que muestra un ejemplo de algo que nos afecta a todos.
Yo quería narrar una historia que permita al lector, a la lectora, reflexionar sobre la identidad de cada uno, sobre quién eres, y cómo te narras y te explicas a ti mismo, y qué quieres dejar a la posteridad... y luego qué es lo que queda después de tanto esfuerzo, cómo te conviertes en lo que los demás piensan, creen, dicen, inventan, olvidan sobre ti... cómo nunca nadie sabrá quién fuiste realmente.
Pero, como esto es una novela, una historia de ficción, el lector o lectora sí que llega a saber las cosas que los personajes ignoran e ignorarán para siempre.
Cuando tuve claro que era así como quería narrarlo, entonces es cuando me surgió la idea de cuál era la historia que quería contar. Y aquí tuvo mucha importancia un colgante que me regalaron mis hijos una Navidad. Me sucede a veces que un objeto -con frecuencia una pequeña joya: un broche, unos pendientes, un medallón... o un “bibelot” de adorno: un pisapapeles, un jarrón, una estatuilla...- me llama la atención y sé que tiene una historia dentro, que solo hay que encontrarla. Este colgante tenía dentro la historia de Ofelia, esa mujer poliédrica, contradictoria, gran empresaria, gran constructora, madre, esposa, amante, amiga, hija... que ahora ya no está para defender su versión y son otros los que la explican.
Por supuesto, a través de ella y de su larga vida, mi novela recorre la historia de una pequeña ciudad alicantina, basada en la mía -Elda- y su transformación de un pueblo agrícola a un gran centro industrial, pionero de la moda del calzado; también me da ocasión de tratar cuestiones como los inicios de la construcción masiva en la costa mediterránea, la llegada de las mafias, la corrupción política y muchos otros temas que conforman la imagen de una región, de un tiempo que ha sido origen del que estamos viviendo ahora.
Todos tenemos secretos, facetas más o menos importantes que ocultamos a los demás.
Los personajes que rodean a Ofelia Arráez en el pasado y a Sandra Valdés, su biógrafa, en el presente, van desarrollándose frente a nuestros ojos y el narrador nos permite verlos en público y en privado, antes y después, cuando hablan para otros y cuando piensan solo para sí mismos. Cada uno guarda sus secretos, sus mentiras, sus verdades inconfesadas. Hay mucho de apariencia porque hay realidades demasiado dolorosas para confesarlas, incluso para confesárselas a uno mismo.
El eco de la piel es una novela con la que he disfrutado y he sufrido mucho, una historia que no siempre ha resultado fácil de narrar porque siempre acechaba el peligro de traicionar lo más importante de lo que yo quería decir: que nada es solo de una manera, que no hay una sola verdad, que cada uno es a la vez quien es para sí mismo, y quien los demás dicen que es, o que fue, que la muerte nos quita la voz y los que hablan por nosotros nos imponen una identidad falsa.
Espero que ahora que la novela ha visto la luz, los lectores y lectoras pongan también su versión, su voz y su palabra, que la disfruten, que entren durante unos días a vivir en el mundo que he creado para ellos y salgan habiéndose llevado algo para su propia vida.

Sorprendido en Albuñol con 24 kilos de marihuana en su coche Ideal Digital

Al ser detenido el individuo manifestó que lo habían contratado para transportar marihuana desde Granada hasta la localidad almeriense de Adra

La Guardia Civil en una nueva operación contra el tráfico de sustancias estupefacientes en la provincia de Granada, se ha incautado de 23,9 kilos de marihuana y ha detenido a una persona por un delito contra la salud pública por tráfico de droga.
Esta operación se incardina en el conocido plan Telos y se enmarcan dentro del esfuerzo que la 4ª Zona de la Guardia Civil está desarrollando en el Campo de Gibraltar y su zona de influencia para combatir el narcotráfico procedente del norte de África.
La intervención tuvo lugar sobre las 01:45 horas del pasado día 22 de abril. Agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil de Granada (USECIC) estaban realizando un control preventivo de tráfico de drogas en el kilómetro 367 de la A-7, en el término municipal de Albuñol, cuando interceptaron un turismo que viajaba dirección Almería y que iba ocupado por una sola persona.
Los agentes identificaron al conductor, un hombre de 41 años de edad, vecino de Monachil, y descubrieron al registrar su vehículo que transportaba dos bolsos grandes que contenían cinco grandes bolsas cargadas con marihuana.
Al ser detenido este hombre manifestó que lo habían contratado para transportar marihuana desde Granada hasta la localidad almeriense de Adra.

miércoles, 24 de abril de 2019

Los muertos invisibles elhuffingtonpost

En campaña electoral, los políticos venden humo pero evitan hablar de él. El tabaco es la principal causa de muerte evitable en España, con más de 55.000 muertes al año y sin que se vislumbre un declive. Con el número de fumadores alcanzando sorprendentemente cotas del 34% en 2018, según la encuesta de consumo de drogas EDADES del Ministerio de Sanidad —algo que no se veía desde 2006—, no existe un debate entre los partidos políticos para buscar soluciones que paren esta sangría de vidas que hacen necesaria la adopción de medidas urgentes. Por el contrario, nos hemos instalado en una ficción con apariencia de cumplimiento, mientras que las terrazas cerradas vacían de impulso y eficacia a la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo.
La violencia de género acabó con la vida de 47 mujeres en 2018. En el mismo período, 4.000 mujeres perdieron la vida por cáncer de pulmón y, sin embargo, “el gobierno central ha abandonado las campañas mediáticas para concienciar de que el tabaco es perjudicial”, afirmó en 2015 el Dr.Esteve Fernández, Director de la Unidad de Control del Tabaco del Institut Català d’Oncologia. Y la tónica no ha cambiado. Con una proporción de 100 mujeres muertas por el tabaco por cada una asesinada por su pareja cabe preguntarse: ¿por qué una adicción tan mortífera como la nicotina —reconocida como sustancia adictiva en EEUU desde 1988— no genera políticas más agresivas en contra y atrae más atención de unos medios que publican cada crimen de género? ¿Qué convierte a los adictos a la nicotina y a los fumadores pasivos —3.000 al año— en muertos invisibles?   
Con el número de muertes por tabaquismo estabilizado desde hace diez años, la lucha contra la nicotina tiene un espejo en el que mirarse en el descenso de los accidentes de tráfico. 1.200 personas perdieron la vida en 2018 en la carretera. Son muchas, pero constituyen la tercera parte de las 3.600 muertes que se contabilizaban hace 20 años. La obligatoriedad del cinturón, los airbag, mejoras en los vehículos y un sistema de radares que penalizan económicamente al infractor son un modelo a seguir contra las tabaqueras. Si cuerpos de policía y administración hubieran aplicado la Ley del Tabaco a rajatabla, el sector de las terrazas fumadoras sencillamente no existiría. Estas zonas de fumadores ilegales con sus toldos y estructuras metálicas mantienen la legitimidad social del tabaco y su consolidación ha ido en paralelo al aumento en el porcentaje de fumadores hasta alcanzar el 34%. Los políticos deben asumir la gravedad de este fraude y atajar las causas con un cambio legislativo que acabe con el humo dentro y fuera de los establecimientos. Philip Morris, la corporación tabaquera, es patrocinadora de la FEHR, Federación Española de Hostelería y Restauración. Sin deshacer ese binomio es imposible ganar el combate contra el humo. 
Los políticos deben asumir la gravedad de este fraude y atajar las causas con un cambio legislativo que acabe con el humo dentro y fuera de los establecimientos
El sector de bingos, casinos y casas de apuestas peleó hasta el último momento para conseguir una excepción de la ley que permitiera fumar en su interior. Como no lo consiguió, fue el primero en descubrir que el emperador iba desnudo y lo celebra llenando el país de micro Eurovegas en los que se incumple la Ley del Tabaco. Los informes manejados por nofumadores.orghablan de un incumplimiento casi absoluto en los bingos de Madrid y los empleados de la casa de apuestas oficial de un equipo de primera división trabajan expuestos al humo por decisión empresarial. El fuerte producto que usan para enmascarar el olor a humo te golpea nada más traspasar el umbral. ¿Hasta cuando estarán ciegas las administraciones?
La Ley del Tabaco precisa una reforma que permita bajar paulatinamente el número de fumadores por debajo del 20%. En algunos casos, como las universidades, habrá que volver a la ley de 2005 que prohibía directamente fumar en todo el recinto. En otros, deberá extender su alcance para prohibir fumar en estadios de fútbol y playas y adecuarse a las nuevas realidades, prohibiendo el uso de cigarrillo electrónico y shishas en los mismos espacios en los que esté prohibido fumar. 

Soy madre y fui alcohólica y drogadicta durante años elhuffingtonpost

LAURA CATHCART ROBBINS
Antes era una madre borracha.
Y cuando digo “madre borracha”, no me refiero a esas madres divertidas que se ponen a bailar con sus hijos después de tomarse un cóctel o dos en una barbacoa o la que necesita un Uber para volver a casa después de tres copas de vino el sábado por la noche para relevar a los canguros de sus hijos.
Hablo de esconder botellas, de tomar pastillas, de abusar del paracetamol, de beber colirio, de beber antes de quedar con los amigos, de llevar botellines de alcohol en el bolso. Una madre que quería dejar de beber por sus hijos pero no era capaz. Una madre atrapada en una espiral de adicción tan siniestra que la consumía por completo. Esa clase de madre borracha.
Después de que nacieran mis hijos en 1998 y 1999, supe que algo no iba bien. Cuando le conté tímidamente a mi obstetra y ginecólogo mis síntomas (insomnio, ansiedad y brotes repentinos de tristeza) me aconsejó una copa de vino por las noches y me recetó Ambien, un fármaco para dormir.
En vez de buscar una segunda opinión, empecé a tratar mis síntomas tal y como me indicó. En mi mente, me tomaba el vino y las pastillas para estar presente en mi vida con mi familia, no para escapar. Las pastillas y la bebida parecían una solución fantástica para lo que ahora pienso que era depresión postparto sin diagnosticar. 
Ya sabes lo que dicen: 'Págalo ahora o págalo después, pero después siempre será peor'.
Después de que la presentadora Wendy Williams soltara la bomba de que había recibido tratamiento para una adicción y que estaba viviendo en un centro de rehabilitación, diversos medios de comunicación cubrieron la noticia.
En las redes empezaron a circular vídeos suyos: el desmayo que sufrió en vivoen el especial de Halloween de su programa; cuando dijo mirando a cámara que padecía la enfermedad de Graves, una enfermedad que afecta a la regulación de la tiroides, así como sus recientes disculpas por necesitar una temporada de descanso debido a una fractura de hombro. Sin embargo, el vídeo que más me llamó la atención fue uno en el que dijo: “No me he perdido ni un día de trabajo en seis años. Nunca he faltado al trabajo por enfermedad”.
En ese momento, sentí una afinidad insospechada con Williams.
Te comprendo, hermana. Mantuviste la compostura, aguantaste de forma sobrehumana. Sé lo que se siente, pero ya sabes lo que dicen: “Págalo ahora o págalo después, pero después siempre será peor”.
Así es como empecé yo también: aguantando. Para lidiar con el estrés de tener dos hijos diagnosticados con diferencias en el aprendizaje, me bebía los vasos de vino “recetados” por el médico cuando se iban a dormir.
Los opiáceos, recetados más adelante para los dolores de cabeza, demostraron ser muy útiles después de un día llevando a los pequeños a sus clases de  esgrima, a sus tutorías y al baloncesto. Estaba siempre de madre voluntaria en sus clases y hacia el final de mi época de alcoholismo y adicciones, solía realizar mis tareas o un poco bebida o con resaca del vodka, el vino o el Ambien de la noche anterior.
Para lidiar con el estrés de tener dos hijos diagnosticados con diferencias en el aprendizaje, me bebía los vasos de vino “recetados” por el médico cuando se iban a dormir.
No estoy orgullosa de esto, pero la adicción me invadió de forma tan sutil que ni siquiera la vi venir. Las dos pastillas de vicodina que necesitaba antes de empezar a ver Bob Esponja por las noches de repente pasaron a ser tres hasta que más de una vez me quedé dormida antes que mis hijos. Despertarme sin tomarme “los medicamentos” se volvió pronto imposible. Tenía que estar colocada en mi día a día o si no, apretaba las manos hasta que se quedaban sin circulación y esperaba que todo el mundo me dejara en paz para poder noquearme a mí misma y acabar con el sufrimiento.
Sin embargo, nunca falté a ninguna excursión ni reunión y nadie se sorprendió cuando me nombraron presidenta de la AMPA ni cuando me pidieron que me uniera al consejo de fideicomisarios del colegio. Enferma o cansada, tenía una pastilla u otro remedio en la manga y me enorgullecía de estar siempre donde requirieran mi presencia.
Por sorpresa, para casi todos mis amigos y conocidos, mi vida parecía estar de una sola pieza. La verdad es que mi mundo era una actuación de circo en la que hacía equilibrios para mantener todos los platos girando. En julio de 2008, todos los platos se hicieron añicos cuando mi marido encontró mis diarios, en los que había escrito inocentemente cada detalle de mi vida descarrilada.
Poco después de eso, llegó a casa y me pilló rellenando en secreto todas las botellas de nuestro bien abastecido minibar, ya que las había ido vaciando durante la semana y no quería que se diera cuenta de cuánto quedaba). 
Despertarme sin tomarme “los medicamentos” se volvió pronto imposible. Tenía que estar colocada en mi día a día.
“Busca ayuda o si no…”, me dijo.  
No hizo falta que dijera que ese “o si no” significaba que perdería la custodia de nuestros hijos, que tenían 7 y 9 años. Para mi sorpresa, me alivió que me pillara. Estaba agotada de hacer malabares con mis múltiples adicciones. La verdad había salido a la luz.
Me sentía tan culpable por haber sido descubierta en mi adicción que fui a The Meadows, unas instalaciones en Arizona que utiliza un método de 12 pasos y 30 días para afrontar el alcoholismo y las adicciones. Durante el tratamiento, conocí a otras madres, pero todas eran blancas y ninguna de sus historias era como la mía.
Como mujer negra, sentía una carga extra de vergüenza. Siempre me han dicho que, como mujer negra, tengo que ser el doble de buena en todo para que me consideren igual que el resto, y ahora había fracasado en lo más crucial en lo que puede fallar una mujer: como esposa y como madre.
Wendy Williams es una institución en la cultura afroamericana. Cuando le dieron su primer programa de entrevistas, la gente daba por hecho que lo que buscaba era competir con la absoluta dominadora de su campo, Oprah Winfrey, pero Williams nunca intentó ser Oprah. Cuando trabajaba en la emisora de radio de Nueva York HOT 97, tenía reputación de cantamañanas y alborotadora, pero se ganó otra reputación como mujer fuerte capaz de hacer frente a sus propios problemas (la infidelidad de su marido cuando estaba embarazada de su hijo o sus anteriores problemas con la adicción a la cocaína). 
Como mujer negra, tengo que ser el doble de buena en todo para que me consideren igual que el resto, y ahora había fracasado.
Williams nunca se había topado con un problema que no fuera capaz de resolver delante de su público. Hasta ese momento.
Al igual que Williams, cuando yo fui a recibir tratamiento, no pensé que fuera una señal de fortaleza dar un paso adelante y admitir que no podía controlar un problema que me estaba distanciando de mi familia. Lo vi como una señal de debilidad, sin duda. Pero quizás lo habría concebido de otro modo si hubiera visto a una persona famosa, sobre todo una mujer de color, hablando abiertamente de la gravedad de su problema.
Alguien como Williams, que admitió mirando a la cámara (con lágrimas cayéndole por las mejillas) que había estado viviendo en un centro de rehabilitación en Queens y que llevaba meses sin dormir en su casa con su marido y sus hijos.
Sé lo duro que es dejar tu casa y acceder a un ambiente controlado para salvar tu vida y a tu familia. Y aunque algunos de los famosos de los que Williams se ha pasado años despotricando quizás se alegren de que por fin esté sufriendo, yo estoy orgullosa de ella. No solo porque miró a la cámara y admitió sus problemas, sino porque se atrevió a buscar tratamiento, contratar a un asesor y empezar una vida de sobriedad. Son pasos que requieren un gran coraje.
Cuando empecé a vivir sobria hace 10 años y medio, no había ningún famoso en televisión al que tomar como modelo. Ahora, tal vez gracias a Williams, puede que haya más madres alcohólicas que decidan no seguir “aguantando” y decidan retomar las riendas de su vida.


Cuidado si blanqueas tus dientes con carbón activado granadahoy.com

  • Tiene un ingrediente abrasivo y existe el riesgo de que  desgaste el esmalte o cause recesión de las encías y sensibilidad dental
  • Además la acción blanqueante de estos productos es solo superficial y no cambian el color natural de los dientes
Carbón activado M.G.
Si blanqueas de manera habitual los dientes con carbón activado, deberías tener en cuenta que existen riesgos si lo haces. La OCU advierte de los riesgos que supone utilizar de forma continuada el carbón activado para blanquear los dientes.
Aunque algunos artículos de higiene personal aseguran en sus publicidades que blanquean la sonrisa, eliminan las manchas del esmalte y rebajan varios tonos su color gracias al efecto del carbón activado, la dura, y previsible realidad es que además de no ser real, puede suponer algunos riesgos.
Este tipo de productos, en pasta o en polvo, son abrasivos y aunque puedenblanquear los dientes al quitar las manchas causadas por el café o el tabaco, su acción es solo efímera y no aclaran manchas más severas ni cambian el color de los dientes.
La OCU advierte de que el uso continuado de este tipo de productos, debido al efecto abrasivo del carbón, puede provocar a largo plazo el desgaste del esmalte, una recesión de las encías y sensibilidad dental.
Las recomendaciones de uso de algunos de estos productos, en las que aconseja su empleo dos veces al día, puede suponer en la práctica la sustitución de la pasta de dientes e impedir con ello la correcta higiene bucal que estos blanqueadores no garantizan.

Albuñol celebra su II Cross Escolar y II Minitrail "Ruta del Gato". infocostatropical

El fin de semana del 27 y 28 de abril, en Albuñol será sede de varias competiciones deportivas que tendrán como protagonista el atletismo, la naturaleza.


El sábado 27, Albuñol será sede de una de las pruebas del circuito de Plogging, promovido por la fundación Miguel García, con el patrocinio de la Fundación de la Caja Rural de Granada, la colaboración del Run Run Motril y la Escuela de Padres del CAT Ciudad de Motril. Este movimiento fomenta la práctica del deporte unido a la recogida de residuos, para más información e inscripciones visitar la página: www.fmgs.es.

Con la organización del Ayuntamiento de Albuñol y el CAT Ciudad de Motril, con el patrocinio de la Mancomunidad de Municipios de la Costa Tropical, del Grupo la Caña/ Fundación Miguel García Sánchez, y la colaboración de la Diputación de Granada, el próximo 28 de abril, la localidad de Albuñol acogerá por segunda vez el Cross Escolar de que discurrirá por la rambla de la localidad, que para la ocasión se transformará en un autentico estadio de atletismo en plena naturaleza. Esta prueba pertenece al III Circuito Comarcal de Campo a Través de la Costra Tropical, esta propuesta de competición pretende animar a los aficionados a correr en la naturaleza y fomentar la participación de los escolares de la zona.

El Cerro del Gato, con su ubicación privilegiada en la costa de Granada, y puerta de la Contraviesa y la Alpujarra, con una climatología ideal para la práctica deportiva, será el protagonista del II Minitrail. En esta edición se ha alargado hasta 10 km el recorrido del Minitrail, lo que permitirá a los participantes descubir este paraje tan sorprendente. La Inscripción se podrá hacer a través de la página web el CAT de Motril hasta los días previos a la jornada.

Desde la organización de las pruebas animar a la participación de los atletas y aficionados de la comarca y agradecer a todos los centros educativos del municipio por su implicación y promoción para que el evento sea un éxito. 

martes, 23 de abril de 2019

Despiértame cuando acabe septiembre elhuffingtonpost


Siempre que comienzo a despedirme de mis personajes, otros empiezan a revolotear por mi cabeza. Algunos son nuevos conocidos, a otros los rescato del baúl de los recuerdos.
Estaba diciéndoles adiós a los personajes de mi segunda novela cuando me acordé de un artículo que había caído en mis manos unos años atrás. Contaba la historia de una mujer valenciana que había decidido dejar su vida en nuestro país para reunirse con su único hijo en Estados Unidos y conocer, por fin, a sus nietos. No sé cómo pero, entre unas cosas y otras, acabó recorriendo Estados Unidos a bordo de una furgoneta Volkswagen y cocinando paellas por encargo en domicilios particulares, algunos de ellos de gente verdaderamente famosa. Enseguida me entusiasmé con ese personaje y pensé darle vida en una de mis novelas, aunque, por supuesto, la trama tendría que estar envuelta en misterio.
Mientras continuaba la promoción de mi primera novela,El camino de las luciérnagas, y comenzaba la edición de la segunda, Donde las calles no tienen nombre, el personaje quedó un poco aparcado, aunque no podía dejar de darle vueltas en mi cabeza: ¿quería un personaje afable, tipo Miss Marple, o, por el contrario, buscaba una antiheroína? Estaba cansada de los estereotipos protagonistas de novela negra: el tipo duro con un pasado oscuro, la mujer joven y sensual que, además, resuelve misterios, o la viejecita cotilla e inteligente, dulce y cariñosa, que es capaz de transformarse en la detective más sagaz. No, quería alguien normal, alguien con quien cualquiera pudiese identificarse a pesar de no querer hacerlo. Y así surgió Amparo. 
‘Despiértame cuando acabe septiembre’ (Roca Editorial), de la escritora Mónica Rouanet. 
Poco a poco, la novela fue tomando forma. Cambié el escenario y lo llevé al sur de Inglaterra. Y decidí que Amparo no viajaba por placer, sino que debía existir algo que la obligara a salir de su pequeño pueblo. ¿Qué mejor razón que la desaparición de un hijo?
Pero todavía me faltaba la trama principal, esa base que sustenta los comportamientos de los personajes y el transcurso de la historia. Recuerdo que una noche de verano, en Cádiz, comenté el asunto con unos amigos durante una cena. Uno de ellos, economista, me planteó un caso muy interesante en el que unos informáticos de banca habían robado millones de euros quedándose los céntimos sobrantes en los cambios de moneda. Y durante varios meses, ese fue el eje central de la novela. Busqué información, creé nuevos personajes que sustentaran el argumento y averigüé todo lo que pude sobre fraude financiero. Hasta que me di de bruces con El ladrón de céntimos, de Paul Christophe y tuve que desechar mi idea.
¡Pero ya tenía los personajes envueltos en conspiraciones e intrigas y la novela bastante avanzada! No podía dejarla, así que resolví darle un giro y apoyarme en un tema que me resultara más cercano: el abuso a menores. Decidí tomar prestada únicamente la esencia de algunos de los casos en los que he trabajado durante mis años de profesión y no centrarme de forma específica en ninguno de ellos.
Necesitaba algo que diera cuerpo a la intriga para no caer de lleno en la sordidez de la trama y recreé el suspense en torno a la red de pornografía infantil.
A pesar de conocer de cerca el tema, me resultó tan duro recrearlo en papel, ser yo misma quien concibiera la historia, que, en varias ocasiones, busqué excusas simples para dejar aparcada la novela durante algunas semanas. Cuando volvía a sentarme frente al ordenador me daba cuenta de que necesitaba algo que diera cuerpo a la intriga para no caer de lleno en la sordidez de la trama y recreé el suspense en torno a la red de pornografía infantil. En la actualidad, las fotografías que circulan en esas redes son todas digitales, pero ¿qué pasaba en la época en la que se requería revelado fotográfico? ¿Todos los pederastas tenían un cuarto de revelado en sus casas? ¿Habría alguien que revelara esas imágenes y las guardara el secreto?
La novela estaba casi concluida cuando me di cuenta de que no lograba empatizar con Amparo. Había escrito la novela como un narrador omnisciente, viéndola desde fuera, mostrando sus sentimientos a través de sus acciones, pero no era suficiente. Necesitaba conocer de primera mano cómo se sentía en el avance de la trama, así que comencé a reescribirla desde su propia voz, lo que hizo que me sintiera más cómoda con ella y con toda la historia.
Reconozco que la manera en la que escribí esta novela fue bastante diferente a la que suelo utilizar. Por lo general, lo primero que creo son los personajes y después trazo su viaje: sé de dónde salen y hasta dónde los quiero llevar. También tengo clara la intención de ese recorrido, incluso tengo previstas algunas de las paradas. En esta novela todo eso estaba ahí, pero al cambiar el motivo de la trama, los personajes y su viaje se vieron trastocados. Creo que esta es la causa por la que me llevó tanto tiempo escribir la palabra ‘fin’.