‘Granada en Sorolla’ reúne 24 de los 46 cuadros en los que el valenciano Joaquín Sorolla y Bastida (1863 – 1923) plasmó los paisajes de Granada durante tres viajes en los inicios del siglo XX. La exposición permanecerá abierta en el Museo Sorolla hasta el 22 de febrero.
El curador Eduardo Quesada Dorador afirma que la exposición “Muestra al pintor como un artista más completo, menos unívoco y con una paleta más compleja. Se supera la visión de pintor de la alegría para pasar al pintor de la melancolía, un concepto romántico ejemplificado en Santiago Rusiñol y sus jardines solitarios”, publicó El País.
Entre los cuadros hay recreaciones de salones de la Alhambra, rincones de los jardines del Generalife y calles soleadas del Albaicín, el barrio que se derrama por la ladera que hay frente al palacio. “La importancia de esta selección es que muestra la Granada vista por Sorolla. Muchas se conservan tal y como las vio el pintor, pero otras han cambiado para mal y están irreconocibles”, comenta el comisario.
En la inauguración estaban ayer políticos como Esperanza Aguirre, Ana Botella o José Torres Hurtado, alcalde de Granada. “Recoge toda la esencia de Granada en los pinceles de Sorolla”, explicaba el regidor granadino. Curiosamente, ninguno de los 46 cuadros del pintor sobre la ciudad andaluza están en el Museo de Bellas Artes de la ciudad. Todos descansan en el Museo Sorolla, en el Museo de Valencia y en colecciones particulares, además de los cuadros que se quedó la familia.
Miguel y Fabiola Lorente Sorolla son bisnietos del pintor valenciano, y ambos siguen los pasos de su bisabuelo dando clases de pintura. Al entrar en la antigua casa de Sorolla en Madrid, ambos sienten que están “en familia, como en casa”. “Recuerdo cuando venía con mi abuela Elena y el museo era un desastre. Nos sentábamos en los sillones del estudio y pasábamos allí las tardes”, explica Fabiola. Ambos conocen perfectamente la obra de su bisabuelo y pasan por la antigua casa del pintor en Madrid a menudo.
“Sorolla era un gran pintor, pero Granada estaba en la pintura de paisajes desde el siglo XIX. Además, ya la habían recorrido músicos como Falla, Bretón, Debussy o Tárrega… Sorolla decía que en Granada había una belleza sorda, poco brillante pero muy profunda”, explica Miguel, que añade que su bisabuelo “no buscaba el arabesco, sino una Granada más contemporánea”.
Ambos coinciden en su parte favorita de la exposición: los paisajes de Sierra Nevada. “Hay un cuadro que me impresiona mucho, que está hecho desde el mirador de San Nicolás. Es impresionante esa visión de la Alhambra con los montes nevados detrás”, explica Fabiola, que viene una vez al mes al museo para acompañar a amigos en la visita. A Miguel, que tiene uno de los cuadros de Sierra Nevada de su bisabuelo en casa y no se cansa de contemplarlo, también le gusta la que “es como una visión aérea del Albaicín”, aunque “son todos preciosos, con la misma pincelada suelta característica de Sorolla”.
“Los dos sitios que más gustaron a mi bisabuelo fueron Jávea y Granada. Sorolla recorrió toda España pintando, pero a Granada siempre iba porque quería. Y eso que los cuadros granadinos no tenían salida comercial -de hecho todos están en el museo-, al contrario que los de Jávea, que se vendieron como churros”, explica Miguel.
En la exposición temporal hay un espacio dedicado a los bocetos de fuentes granadinas que luego Sorolla quiso llevar a su jardín, y dos cuadros de los exteriores del museo, que el pintor configuró como su Generalife particular. Además, en varias vitrinas se exhiben cartas de Sorolla a su mujer en las que le describe su fascinación por una Granada “preciosa”. Valencia fue su tierra, Madrid su casa y Granada, su amante.
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