Detectan la presencia de poblaciones estables de aves que nunca habían sido citadas en el macizo montañoso granadino
JUAN ENRIQUE GÓMEZ | GRANADA
Los camachuelos trompeteros, un pequeño pajarillo que tiene su principal hábitat en los desiertos de Tabernas, pueden verse en las laderas de Sierra Nevada. Trepadores azules, que hasta ahora colonizaban pinares del Parque Natural de Huétor, vuelan ya entre los bosques de coníferas de la Sierra. Estas dos especies fundamentales de la avifauna de la península Ibérica son dos ejemplos de las que han decidido que el macizo montañoso puede ser un buen lugar para vivir. Temperaturas más cálidas en zonas donde antes hacía más frío y la madurez alcanzada por bosques de repoblación, son algunas de las causas que propician el movimiento de especies que tienen a este sistema montañoso como su nuevo espacio para sobrevivir.
Es parte de los datos aportados por ornitólogos granadinos que en las próximas semanas presentarán oficialmente un nuevo libro sobre las aves de Sierra Nevada. Una publicación realizada por dos especialistas en esta materia: Jorge Garzón Gutiérrez, director de la empresa Al-Natural y técnico de ecoturismo y exresponsable regional de la Sociedad Española de Ornitología en Andalucía, e Ignacio Henares Civantos, biólogo y conservador de los parques nacional y natural de Sierra Nevada.
Tras varios años de estudios y recopilación de datos «se puede decir que se ha conseguido reflejar la realidad actual de la avifauna que vive en este espacio», escribe el director del Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada, Javier Sánchez. «Hemos confirmado que en este territorio, en las dos provincias a las que afecta, habitan 214 especies de aves, además de otras que utilizan estas montañas como paso en sus migraciones», dice Jorge Garzón, que considera que las especiales características de Sierra Nevada, hacen de este territorio uno de los más interesantes para el estudio de los movimientos ornitológicos de toda Europa, ya que hablamos de las máximas altitudes de la península y en una situación tan meridional que casi roza el continente africano, donde se dan condiciones meteorológicas muy cálidas y de fríos extremos.
Para el presidente de la Sociedad Española de Ornitología, Eduardo de Juana, de la Universidad Complutense de Madrid, las particularidades de Sierra Nevada generan que haya comunidades de especies muy interesantes, como la alondra común o la collalba gris, que en general son propias de pastizales y que «han sido capaces de adaptarse a las durísimas condiciones de vida y a la brevedad de los periodos estacionales productivos de la alta montaña. Aquí colonizan las mayores altitudes conocidas en el conjunto de Europa. También resulta de mucho interés la presencia de núcleos de especies que como el acentor y el verderón serrano; aquí están a una gran distancia de otras poblaciones, ya que sus congéneres más próximos viven a más de 500 kilómetros».
Máxima altitud
Por su clima y el mantenimiento de los ecosistemas más extremos tal y como han estado siempre, el sistema montañoso nevadense se convierte en el techo altitudinal para las aves ibéricas, pero también ofrece un 'techo' de otro tipo, un refugio seguro a aves que necesitan condiciones más frías, como ocurre con el acentor alpino, que nidifica en Sierra Nevada como la collalba gris, el roquero solitario y parejas de chovas piquirrojas. El acentor puede verse en las rocas de la cumbre del Mulhacén. Algunos escribanos, como el montesinos y el soteño, también gustan de parajes con temperaturas medias entre las altas cumbres y la baja montaña.
Migraciones
Sierra Nevada, para Jorge Garzón e Ignacio Henares, tiene también una importancia en cuanto a los flujos migratorios. «Aunque aquí no se dan las abrumadoras cifras que se registran en el Estrecho de Gibraltar, los territorios nevadenses actúan como un repartidor de rutas migratorias donde se generan una serie de pasillos de altura por los que la migración vuela cada año». Las últimas cifras de seguimiento de migraciones en la sierra, indican que más de 25.000 aves pasan sobre las cumbres de la sierra, y en particular por la zona del Puerto de la Ragua en los meses de migración prenupcial, antes del verano, y postnupcial, en septiembre. Jorge Garzón señala que las migraciones producen «espectáculos orníticos inesperados, como el que los árboles e incluso los tejados de algunas casas en pueblos como Ferreira o Jerez del Marquesado se cubran de aviones comunes y golondrinas dáuricas buscando refugio y descanso».
En los últimos años se ha constatado la presencia de especies que nunca habían sido citadas en Sierra Nevada, como el camachuelo trompetero, el trepador azul e incluso un córvido conocido como rabilargo, habitual en zonas más templadas y junto a bosques de coníferas y zonas pobladas. Una de las causas de la llegada de nuevas especies está en la evolución climatológica. Un estudio incluido en este libro de las aves de Sierra Nevada se refiere al cambio climático, elaborado por el biólogo José Miguel Barea. Afirma que la evolución hacia temperaturas más cálidas ha hecho que algunas especies busquen zonas más altas para reproducirse y que otras, procedentes de pisos bioclimáticos más termófilos, asciendan y decidan que Sierra es un buen lugar para vivir.
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