Un mendigo lituano, procesado por el crimen de otro en Albuñol, declara ante el jurado que actuó en defensa propia y que luego pidió ayuda a un viandante
Y. H. / GRANADA | ACTUALIZADO 06.04.2010 - 01:00el detenido a su llegada a los juzgados
H.K. es lituano y no habla casi español. Antes de convertirse en preso preventivo vivía en la indigencia, en un cortijo "semicaído" de Albuñol. Hace once meses acuchilló mortalmente a A.J., un compatriota suyo también mendigo y compañero de borracheras.
El fatal episodio tuvo lugar en el campo de fútbol del referido municipio y está siendo juzgado desde ayer en la Audiencia Provincial de Granada por un jurado popular. El 29 de mayo del año pasado, los dos extranjeros se encontraban en una especie de cobertizo que hay al lado del estadio.
Habían empezado a beber muy temprano vino y alcohol sanitario rebajado con agua y, por razones que H.K. no dejó ayer demasiado claras, empezaron a discutir. Estaban sentados sobre unas cajas de verduras y llevaban "unos diez litros de vino" en el cuerpo. En el transcurso de la disputa, la víctima cortó a H.K. en el dedo. El cuchillo, de "unos siete u ocho centímetros de hoja", era del acusado. Lo tenía "para cortar tapas" y se lo había dejado a su amigo un momento para que pelase una naranja.
Tras el incidente de la raja en el dedo, comenzó un supuesto forcejeo que acabó con la vida de A.J., que falleció cuando iba a ser trasladado al Hospital de Adra (Almería). El procesado no buscaba ese desenlace; al menos eso es lo que aseguró ayer en el juicio, donde no negó ser el autor de la muerte del otro mendigo. "Actué en defensa", afirmó a través de una intérprete.
H.K. se enfrenta a 12 años de prisión por homicidio y, según su versión, durante el forcejeo ambos cayeron al suelo. "Estábamos revolcándonos en la tierra y le pinché en un costado, pero una sola vez", aclaró, si bien luego indicó que pensó que "sólo le había rozado con el cuchillo". Cuando vio que la víctima estaba sangrando, corrió "a pedir ayuda para que llamaran a una ambulancia". H.K. no recuerda si pidió auxilio a un hombre o a una mujer, pero sí que gritó: "¡Sangre!, ¡médico!, ¡cuchillo!".
Luego se dirigió a una fuente cercana y se lavó las manos; la herida del dedo le sangraba. No se quedó en el lugar de los hechos "porque no pensaba que fuera tan grave lo ocurrido, que A.J. se moriría". La navaja la tiró, pero "no para intentar ocultarla". Ahora está arrepentido de lo que sucedió, aunque insiste en que no quiso matar a su compatriota, con quien tenía una "buena relación". Incluso, le había ofrecido trabajar en el campo cuando había trabajo. "Fue él quien se abalanzó sobre mí", dijo el extranjero, resaltando que su amigo comenzó a golpearle. Ante esta afirmación, tras concluir el interrogatorio de su defensa, el magistrado presidente del tribunal del jurado lanzó una pregunta clave para determinar si hubo o no legítima defensa: "¿Su amigo iba armado en el forcejeo?". H.K. reconoció que no, que la navaja la tenía él, mientras que su amigo le agredía "a mano limpia". "¿Por qué sacó el cuchillo y le apuñaló?", preguntó el magistrado. El procesado no supo explicarlo. Ayer declaró un testigo que dijo no haber presenciado un forcejeo en el suelo y sí cómo la víctima y el acusado salieron del cobertizo y éste le dio "un par de puñaladas contra la pared".
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