Un libro recoge la evolución agrícola a través de entrevistas a 42 labradores de la Costa y Almería
FERMÍN ANGUITA | MOTRIL.
Los hijos y nietos de las generaciones de hombres y mujeres que han hecho de la producción agraria su medio de vida, no 'se ven' en la agricultura. Esa realidad, por triste que sea, no deja de ser cierta pues no ven futuro a pesar de las rachas buenas, «luego vienen rachas muy malas que hunden al agricultor». Y es que esos curtidos hombres y mujeres de la tierra, acostumbrados desde siempre al esfuerzo continuado saben soportar sobre sus espaldas unos vaivenes que las generaciones actuales son incapaces de asumir, en un contexto, además, globalizado y donde la práctica agrícola ha de rayar la perfección y la precisión.
Otro desafío importante que gravita sobre la acción de los agricultores de la Costa de Granada o Almería es que «necesariamente se tienen que unir más, pues de aquel individualismo emprendedor de los años Sesenta o Setenta, se ha desembocado en un individualismo desconfiado y apático». La reflexión, más en voz alta que nunca, es de José Francisco Jiménez, profesor de Ciencia Política en la universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, contenida en el trabajo 'Relatos biográficos de agricultores. Memoria de la revolución agrícola en la Costa de Almería y Granada', presentado ayer en Albuñol, población de la que es natural su autor, por iniciativa de la concejalía de Agricultura.
Para realizar su estudio, el investigador ha contado con las historias de 42 agricultores de entre 33 y 95 años, que les ha valido para dibujar un relato biográfico colectivo que abarca desde mediados del Siglo XX hasta nuestros días. Jiménez explica en este libro que la revolución agrícola vivida en el poniente almeriense y la Costa granadina es producto del trabajo de los agricultores durante décadas y no de una revolución tecnológica puntual. «El agricultor siempre supo avanzar», resume.
Patrones repetidos
El trabajo profundiza en una parte desconocida de la historia de Andalucía de la que se tienen muy pocos datos biográficos. Su autor ha elegido esta ubicación para dar a conocer una obra en la que ha entrevistado a 42 agricultores de los municipios de Motril, Sorvilán, Albuñol, Adra, El Ejido y Roquetas de Mar. «El contenido es novedoso ya que hasta el presente no se había estudiado en profundidad a este colectivo profesional y poco se conoce de él fuera de sus ámbitos locales», explica el profesor.
Y es cierto, sobre todo si tenemos en cuenta que esta es la ocupación laboral más importante de cuantas se ejercen en las costas de Almería y Granada, dominadas en gran parte por esta actividad económica que, en la actualidad y a pesar de los avances que muestra en su evolución, está repitiendo patrones que ya fueron puestos en práctica mucho más atrás en el tiempo;. «El agricultor de la zona ha sabido enlazar lo tradicional con moderno», dice el autor y para ello explica como el 'enarenado' no se inventó hace treinta años, sino desde que ya en el siglo XIX se practicaba en El Pozuelo o el hecho de que la famosa agricultora ecológica «no esté haciendo más que rememorar lo que ya hicieron nuestros abuelos».
Pero al margen de ello, la agricultura es reflejo de la personalidad fuerte e imbatible del agricultor de siempre. Una muestra significativa del mundo social de los agricultores (en total, se ha elaborado sobre 42 de varios puntos de la costa almeriense y granadina), lleva a la conclusión de que sus sus vidas coinciden en mucho. «Por lo pronto, se trata de personas que comenzaron trabajando muy jóvenes, incluso de niños y que todo ese trabajo se estructuraba en equipo, pero en familia». De la misma forma, siempre tomando como referencia los segmentos generacionales comprendidos entre 1930-1949 y 1950-69, es revelador el dato de una escolarización precaria o muy escasa, algunos tuvieron que estudiar ya de mayores, «pero me he encontrado con agricultores extraordinariamente inteligentes, algunos con pocos estudios pero con más preparación y conocimientos que los propios ingenieros agrícolas», destaca Jiménez.
Colonización
Otra característica común de este colectivo es que formaron familia muy jóvenes, y casi todos llegaban sin herencias al provenir igualmente de familias muy numerosas, por lo que siempre tuvieron que embarcarse en préstamos suministrados por familiares o entidades implantadas en la zona. «No les resultó nada fácil, por lo que la suya es una historia de esfuerzo», destaca el profesor y en relación a ello se recogen en el libro testimonios reveladores, como los que suscita el recuerdo del desastre de la riada ('La nube') de 1973 que arrasó todos los cultivos locales de Albuñol y parte del litoral almeriense. Un agricultor de El Pozuelo (1944) da cuenta de ello: «Entonces ya vino la nube en el 73; y no sé como aquel año me dio por lavar toda la arena. Yo labraba 50 celemines. Mira, vino la nube y me dejó sin nada. Pues bueno, en ese tiempo me pilló con las plantas recién puestas, con pimientos y tomates».
El estudio pone de manifiesto, en otro sentido, que existe una gran diferencia entre el poniente almeriense y la costa de Granada. La primera revolución agrícola la protagonizó la provincia vecina, en zonas como Roquetas, el Ejido, la Mojonera, Adra. La Costa de Granada tardó más y vivió el desarrollo de manera totalmente distinta, si bien hoy genera el empleo directo a más de veinte mil familias.
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