Loja, Armilla, La Zubia, Monachil, Dúrcal, Almuñécar, Vélez de Benaudalla o Cúllar han sido algunas de las poblaciones donde los populares se han llevado el gato al agua gracias a esos acuerdos, en tanto que el PSOE sólo los obtuvo en Santa Fe, Atarfe, Las Gabias o Salobreña.
Los pactos han dado lugar también a situaciones sorprendentes, como que el único representante del PP en Trevélez accediera a darle su voto al grupo socialista para dejar en la oposición a Izquierda Unida, formación que a su vez ha fastidiado a los socialistas en Deifontes y Guadahortuna, aliándose en ambos casos con el PP para acceder al gobierno local.
Asimismo resulta raro, aunque en política ese término es a veces muy relativo, lo sucedido en Castril, donde IU, PP y los partidos localistas Nuevo Castril e Independientes por Castril unieron fuerza para derrocar al PSOE y mandar a Juan Mar a la oposición.
En cuanto a lo de Ogíjares, una posible lectura sería la de que el PSOE ha impedido que gobernaran los populares, que fueron los más votados en los comicios, pero lo cierto es que no acceden a la Alcaldía y que ésta es para Francisco Plata, que ya fue regidor con el PP y que, después de ser expulsado de ese partido, formó un grupo independiente, de siglas APPO, que tenía la llave de la gobernabilidad y la ha usado. En ese pacto hay una tercera pata, la de los independientes de PIHO.
Reflexión al margen merece lo de Almuñécar. El Todos contra Benavides se llevó a la práctica con una puesta en escena digna de ser contada: los cuatro representantes socialistas dejaron sus papeletas encima de una mesa y, cuando llegó la hora de votar, se acercaron a ella, cogieron un sobre al azar y lo depositaron en la urna.
De ese modo, ninguno sabe quién fue el que votó al PP e hizo posible que Trinidad Herrera sea ahora la alcaldesa. Hasta pudo ser el propio candidato socialista, Francisco Frutos, que en su discurso dejó claro que todo el grupo asumía la responsabilidad. La ejecutiva provincial no ha tardado en actuar: el lunes expedientará a esos cuatro concejales por incumplir sus directrices.
Sin salir de la costa, hay que hacer notar que el PP ha jugado al despiste. El jueves, su secretaria general en la provincia, Luisa García Chamorro, acusó a Convergencia Andaluz y al PSOE de estar "mercadeando" con el objetivo de que los primeros permanecieran en el poder en Almuñécar y los segundos se llevaran Albuñol y la Mancomunidad de Municipios.
La realidad era bien otra, puesto que mientras decía eso, su partido sí que estaba negociando en Albuñol (algo que fructificó en un acuerdo de gobierno precisamente con CA) y quién sabe si también con los socialistas de Almuñécar, empujándoles quizás a tomar una decisión contraria a las órdenes que venían de más arriba.
Puede que eso no se sepa nunca, como tampoco qué impulsó a UPyD a apoyar a Antonio Ayllón para que relevara a Gerardo Sánchez en Armilla, saltándose sus propias normas. Éstas conminan a sus concejales a dar el voto a la fuerza más votada, que en este caso era el PSOE, pero prefirieron arropar a la segunda, el PP, alegando que el hasta ahora regidor está imputado. Lo está, pero por un delito particular (injurias) que supuestamente cometió cuando era delegado provincial de Medio Ambiente de la Junta, y no alcalde.
La orden, o al menos así se justificaron, vino directamente desde la dirección nacional. Eso puede ser cierto, como también lo es que su candidato, Manuel Megías, fue hasta hace seis meses militante del PSOE y se marchó por discrepancias con la dirección local, circunstancia que deja muchas dudas en el aire.
Y hablando de dudas, los curiosos más impenitentes se preguntarán qué fue lo que llevó a Miguel Castellano a renunciar a ser candidato del PSOE en Loja e incluso a su acta de concejal. Porque pudo ser para facilitar que su grupo lograra un acuerdo con los independientes de Ciudadanos por Loja, que ponían como condición que el alcalde se apartara, pero también pudo suceder que él ya supiera con certeza que los localistas ya habían pactado con el PP (que también accedió a retirar a Leo Ruiz de la carrera por la Alcaldía) y que, simplemente, no le apeteciera lo más mínimo pasar cuatro años en la oposición.
Los populares gobernarán en la mayoría de las principales poblaciones gracias a sus acuerdos con PA e independientes
GUILLERMO ORTEGA / GRANADAIncógnitas sin resolver, todas ellas. Dudas más o menos razonables que vienen a ser como las del fútbol. Porque cuando el árbitro pita el final del encuentro, hablar de un gol en fuera de juego o de un penalti no señalado ya no tiene más sentido que el mero pataleo.Lo que queda, al cabo, es un mapa en el que el PP gobernará con mayoría absoluta 52 municipios (entre ellos Granada, Guadix, Motril, Gójar, Alhama, Alhendín, Otura, Huétor Vega o Lanjarón) y tendrán otros 23 alcaldes gracias a las coaliciones, aspecto éste en el que hay que reseñar la ayuda inestimable del PA. Además, ayudará a gobernar en otros once. En total, 88 pueblos.
El PSOE se queda al mando de 60 municipios en solitario y participará en mayor o menor medida en el gobierno de 17. Lo que queda es para IU, que se lleva Víznar, Orce, Guadahortuna, Deifontes o Peligros , y para los independientes, que pierden peso respecto a hace cuatro años.
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