No sé si fue un millón de personas a manifestarse en la Diada, pero en todo caso fue mucha gente. El independentismo se apuntó el tanto, aunque en gran parte eran ciudadanos que querían mostrar su disgusto con la situación de crisis, paro y desesperanza que se vive en España y buena parte de la Europa del sur. Los resultados de ayer indican que el independentismo pierde peso. CiU se da un batacazo y el soberanismo tiene menos escaños en el Parlament. El plebiscito de Mas ha fracasado. Pero lo que más le interesa subrayar a un servidor es el poder de la calle, que en este caso ha servido para provocar unas elecciones anticipadas, pero en otros ha cambiado leyes o decisiones gubernamentales.
No se puede decir en sentido estricto que los españoles se hayan echado a la calle; de hecho con cuatro horas y media de consumo de televisión por habitante y día, estamos batiendo nuestro récord histórico. Pero lo que sí está pasando es que los ciudadanos se movilizan directamente contra decisiones o normativas que consideran injustas, dejando a un lado a partidos políticos o centrales sindicales, cuya representatividad o prestigio están muy debilitados.
En Madrid, la pretensión del Gobierno autonómico de convertir el Hospital de la Princesa en un centro geriátrico ha provocado una protesta de vecinos y profesionales de tanta intensidad que el sustituto de Esperanza Aguirre no ha tenido más remedio que dar marcha atrás. La Princesa seguirá siendo hospital general. Hace meses la actuación de un bloguero contra un lamentable programa de Tele 5 movilizó a las redes sociales de tal manera que los anunciantes de La Noria retiraron la publicidad del programa y la cadena tuvo que eliminarlo de su parrilla. Carlos Colón en esta misma página ha justificado de manera excelente esa acción [http://cor.to/KEkG].
Las actuaciones espontáneas de vecinos y ONG a favor de familias desahuciadas de sus casas por los bancos ha conmovido fuertemente a la opinión pública y los dos grandes partidos han hecho propuestas para el cambio de la legislación hipotecaria. Ahora los profesionales de la justicia, abogados, procuradores, jueces y fiscales se movilizan en contra de la subida de tasas, que pone en riesgo el acceso universal a este derecho constitucional.
El país está que hierve. Y eso tiene su lado positivo: la ciudadanía goza de buena salud. Parece que Gabriel Celaya hubiese compuesto ahora sus versos de España en marcha en vez de en 1955: “No vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos… De cuanto fue nos nutrimos, transformándonos crecemos y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto. ¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”. Feliz lunes.
Ignacio Martínez
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