Los artistas deben recurrir a la imaginación para reinventar los formatos de los espectáculos convencionales
Foto: CND |
Son malos tiempos para la cultura y el arte. Desde la subida del IVA para este sector hasta alcanzar el del 21%, el panorama para la supervivencia de teatros, cines y productoras se vuelve inestable. Esto, sumado a la austeridad de las familias, que dejan de gastar dinero en cosas estrictamente necesarias hace que también los artistas vean peligrar su medio de supervivencia. Por eso esos artistas deben recurrir a la imaginación para reinventar los formatos de los espectáculos convencionales, para llamar al público y crear una nueva competencia.
Granada goza de una nutrida agenda cultural, y son muchas las personas que profesionalmente o por afición se dedican al arte. Sin embargo, también en ellos se nota la crisis. Hay quienes, poco a poco han conseguido encontrar su sitio como profesionales. Otros lo intentan, y otros tienen el arte como una afición y viven gracias a trabajos que no tienen que ver con el sector. Al fin y al cabo, todos, a su manera, son artistas. Y hoy en día los artistas han tenido que reinventarse.
Es el caso de Miguel Ángel Palacios. Tiene 25 años, es bailarín y actor. Actualmente trata de sacar adelante su propia academia de artes escénicas: la Sala Dánzate, situada en la Plaza Fontiveros. Además es director de Cabaret Dánzate, un espectáculo que se lleva una vez al mes a la Discoteca Granada 10.
Reconoce que es muy duro mantenerse y vivir gracias al mundo del espectáculo y el arte. Sin embargo defiende que “echándole imaginación y con mucho trabajo siempre hay nuevos proyectos que sacar adelante”. A pesar de su juventud, lleva toda su vida dedicado a formarse como profesional. Ahora mantener su nueva sala es un nuevo reto para él, ya que además de artista debe de hacer las veces de empresario. “Crear un negocio hoy en día trae consigo muchas deudas, pero el negocio está arrancando”, dice. De hecho, espera poder ampliar su sala con unos meses. “La gente que ha venido a conocer la sala y ha probado alguna clase siempre ha repetido” porque “la gente, aunque ahorre, necesita dedicar y sentir el arte cerca”, añade.
Otro caso de cómo los profesionales tratan de vivir gracias a su vocación es el de Laura Rodríguez, que todavía se está formando para conseguir ese objetivo. “Llevo cuatro años estudiando en el Conservatorio de danza. Comencé a estudiar la carrera de Bellas Artes, pero me di cuenta de que la danza me llenaba mucho más y decidí arriesgar”, afirma. Hoy en día compagina sus estudios de danza con trabajos eventuales que le van surgiendo. “Pretendo que la danza y el arte se conviertan en mi forma de vida, pero la situación actual me frustra, porque hoy en día es muchísimo más duro conseguir esta meta, aunque lo seguiré intentando. A veces piensas en dejarlo, en buscar cualquier cosa, pero siempre decido seguir porque solo con perseverancia se alcanza lo que te propones”, concluye.
En el otro extremo, está Alberto Roldán. Es profesor de gimnasia en un instituto de Granada y decidió dedicarse a ello por vocación. El teatro y la interpretación son su otra gran pasión. “Yo tengo un trabajo, y lo amo. No lo dejaría bajo ninguna circunstancia porque lo elegí, porque me llena y porque desde pequeño soñé con ser profesor de gimnasia. El teatro es mi afición y es arriesgado dedicarse a ello. Aunque dedico a formarme como actor y a ensayar gran parte de mi tiempo libre no me dedicaría a ello. Hipotéticamente solo lo haría si pudiera hacer exclusivamente lo que me gusta. Pero me temo que el trabajo del actor no se limita a eso, hay que hacer de todo, como en cualquier trabajo. Simplemente disfruto”, asegura.
Los artistas, como todos los profesionales, han cambiado su punto de vista con respecto al futuro de su sector. Los hay que consiguen mantenerse y vivir gracias a un trabajo gratificante, los hay que lo intentan y lo seguirán intentando; y los hay que aman los escenarios, pero pueden permitirse disfrutar de él como un complemento que llena todavía más su vida. Son tres ópticas para una situación: no son buenos tiempos para el arte, aunque por suerte hay quienes luchan por mantenerlo vivo.
Irene Aybar
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