El consumo moderado, con y sin alcohol, mejora la función cardiaca y la recuperación de un paciente después de sufrir un episodio
BELÉN RICO GRANADA Gemma Vilahur, en el centro, presentó ayer la investigación en el Colegio de Farmacéuticos de Granada.
Un estudio del Centro de Investigación Cardiovascular del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau ha demostrado que el consumo moderado de cerveza -tanto sin alcohol como con alcohol, pero especialmente en este último caso- mejora la función cardiaca y la recuperación de un paciente después de sufrir un infarto.
El Colegio de Farmacéuticos de Granada acogió ayer la presentación del estudio dirigido por la doctora Gemma Vilahur, investigadora del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICC) junto con la directora del mismo, Lina Badimón, y que ya se ha publicado en la revista de referencia internacional en investigación cardiovascular Basic Research in Cardiology.
Vilahur detalló que la cerveza ofrece, siempre con un consumo moderado, un efecto cardioprotector que representa defensas para el paciente con problemas de corazón y agiliza su recuperación tras sufrir un infarto de miocardio.
El estudio se desarrolló con tres grupos de animales (cerdos) que, durante diez días, tomaron cerveza, cerveza sin alcohol y un grupo de control que no ingirió esta bebida. Además todos recibieron una dieta rica en colesterol.
"Después de estos diez días, se les indujo un infarto para ver cómo reaccionaban. Los animales que tomaron cerveza tuvieron menos arritmias, menos complicaciones y una mayor capacidad de recuperación de su función cardiaca", desatacó la responsable del estudio.
Los animales que incluyeron en su dieta la cerveza las tres semanas posteriores al infarto sufrieron un menor estrés oxidativo y un porcentaje inferior de muerte celular, además de una mejor reparación de las cicatrices que provoca el infarto en el corazón.
Los investigadores han señalado que estos beneficios se aplican siempre en el caso de un consumo moderado de alcohol: de una a dos cañas diarias en el caso de las mujeres y de dos a tres en el de los hombres por su mayor tolerancia al alcohol, según señaló la doctora Vilahur.
"Hay que tener en cuenta que además de ese consumo moderado tiene que haber unos hábitos de vida saludables, como el control de la alimentación y la práctica de ejercicio físico moderado. No hay que olvidar que la cerveza no es un medicamento", comentó el vocal de Alimentación del Colegio de Farmacéuticos de Granada, José Castillo.
Además, la toma de cerveza -siempre acompañadas de comida- está asociado a un menor riesgo de infarto de miocardio en población de riesgo y pacientes con enfermedades coronarias.
"La ingesta de cerveza sin alcohol también es beneficiosa, aunque con resultados algo inferiores a los obtenidos con pacientes que tomaron cerveza con alcohol", detalló Vilahur. El estudio ha demostrado además que la cicatriz provocada por el infarto se reduce en los cerdos que tomaron cerveza y que, en una dieta con altos niveles de colesterol, su consumo moderado aumenta el colesterol bueno (HDL) frente al malo y aumenta su calidad, lo que beneficia a la revascularización de la arteria dañada durante el infarto.
La investigación, elaborada por el Centro de Información Cerveza y Salud (CICS), ha incidido en que los animales que tomaron cerveza no aumentaron de peso, ya que una caña tiene 90 kilocalorías frente a las 124 de la misma cantidad de leche entera.
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