Unas trescientas personas asistieron al último de los foros de Salud y Nutrición organizados por IDEAL y la Finut en el Parque de las Ciencias
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INÉS GALLASTEGUI | GRANADA
Lluis Serra Majem, impulsor de la Dieta Mediterránea como Patrimonio de la Humanidad, imparte su ponencia en el foro :: ALFREDO AGUILAR
Más de trescientas personas se dieron cita ayer en el auditorio del Parque de las Ciencias de Granada para asistir al tercer yúltimo de los foros de Salud y Nutrición organizados por IDEALy la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut) con el patrocinio de Hefagra. Tras recorrer la exposición ‘Nutrición, impulso vital’, inaugurada la semana pasada, el público pudo escuchar a algunos de los principales expertos actuales en dieta mediterránea, el tema elegido para cerrar este ciclo: Lluis Serra Majem, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; Ramón Estruch, director del estudio Prevención Dieta Mediterránea; y Emilio Martínez de Victoria, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Granada.
Lluis Serra, presidente del comité científico de la Fundación Dieta Mediterránea, aclaró que «el Mediterráneo no es solo el mar, es también la tierra; tan mediterráneo es Portugal como Italia, Libia como Grecia». Recordó que esta dieta la ‘descubrió’ y popularizó en los años cincuenta del siglo XX el norteamericano Ancel Keys, que por cierto vivió cien años, y cuyo trabajo dio lugar a la famosa pirámide alimentaria. De aquella esquemática figura original –que distribuye los alimentos desde la base hasta la cúspide, en función de la frecuencia y cantidad con que se recomienda consumirlos– se han hecho numerosas versiones y actualizaciones; la última, la pirámide tridimensional estrenada en la exposición del Parque de las Ciencias, que introduce, además de la alimentación, otros factores, como la actividad física y el descanso, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria.
Alimentos con impacto
Serra señaló que los expertos siguen debatiendo «qué es y qué no es dieta mediterránea» –el próximo martes participa en un debate en la FAOsobre el tema– y dijo que el patrón histórico se basaba en alimentos variados, poco procesados, frescos, de temporada y cultivados localmente. «No tiene sentido que importemos los mangos de América si se cultivan en Granada. La soja puede ser muy sana, pero no es sostenible traerla en barcos desde Brasil a base de deforestar el Amazonas», insistió. En relación al medio ambiente, el profesor subrayó que los alimentos de la base de la pirámide –cereales y hortalizas– tienen mucho menos impacto ambiental que los de la cúspide –carnes rojas, dulces y grasas–, en cuya producción se emplea más energía y más agua y se emiten más gases de efecto invernadero.
En todo caso, en esta dieta tienen mucho protagonismo los cereales, las legumbres, la fruta, la verdura, el pescado y el aceite de oliva virgen, mientras que el consumo de carne es esporádico. El problema, apuntó, es que la dieta mediterránea se está perdiendo y, aunque una parte importante de la población cree que la sigue, en realidad no es así: «Hace veinte años la mayoría de la gente ni siquiera sabía lo que era dieta mediterránea y, cuando se le pedía que nombrara los alimentos más sanos, los cuatro más citados eran la zanahoria, la lechuga, el pescado blanco y la miel». El arroz, el pan integral y el aceite de oliva no empezaron a ser mencionados hasta bien entrado el siglo XXI.
El doctor Serra recordó que, en comparación con la dieta mediterránea, la comida rápida es «más barata y con más densidad energética, pero también menos sabrosa, menos variada y menos sana». Y como ejemplo de la importancia económica que pueden tener las costumbres alimentarias, lamentó que un país tan turístico como España ofrezca a los visitantes la peor versión de nuestra comida. «El plato combinado es la antítesis de la gastronomía. Y eso es lo que estamos dando de comer a nuestros turistas, y no de forma aislada. No tenemos en cuenta que lo que más valora el turista una vez que regresa a su casa es lo que ha comido», advirtió. Los extranjeros no son los únicos perjudicados: no es casualidad que los lugares donde más se ha erosionado la dieta mediterránea sean las costas de Andalucía, Murcia, Valencia, Cataluña, Baleares y Canarias.
Lluis Serra dedicó la última parte de su intervención a los valores culturales de la dieta mediterránea, que han sido apreciados por la Unesco al incluirlos en su lista de patrimonio inmaterial en 2010, aceptando la candidatura liderada por España junto a Italia, Grecia y Marruecos. «La dieta mediterránea no es una solución a la hora de comer, sino un estilo de vida», concluyó. Se trata, añadió, de un patrimonio cultural que conjuga paisajes, formas de cultivo, pesca y ganadería, sabores y perfumes, recetas tradicionales que se transmiten por generaciones... «Y con un condimento básico: la sociabilidad. Como dijo Plutarco, no nos sentamos a la mesa para comer, sino para comer juntos. Algo que estamos perdiendo por culpa de la televisión», lamentó.
Estudio Predimed
Ramón Estruch, consultor senior del departamento de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, explicó los resultados del estudio Predimed, realizado por 17 grupos de investigación de toda España con casi 7.500 pacientes durante siete años: la dieta mediterránea, tanto si es suplementada con aceite de oliva virgen extra como si lo es con frutos secos, reduce en un 30% las muertes por causas cardiovasculares y los infartos y en un 40% los ictus, respecto a la dieta baja en grasas habitualmente recomendada para la población con alto riesgo de enfermar o morir con esas patologías. Porque los sujetos participantes, recordó, eran hombres y mujeres de edad avanzada, muchos de ellos diabéticos, hipertensos o con colesterol alto, la mayoría con sobrepeso y algunos fumadores.
«A los médicos nos resulta muy fácil recetar, pero para prevenir las enfermedades cardiovasculares habría que trabajar sobre factores de riesgo como la alimentación o la actividad física, y solo después dar medicación. Con eso se ahorrarían muchos costes y toxicidad», advirtió el profesor Estruch.
Las conclusiones del estudio Predimed se dieron a conocer en un artículo en ‘The New England Journal of Medicine’ el pasado abril y tuvieron mucho más impacto en Estados Unidos que en España. «Allí han puesto el acento en el aceite de oliva y los frutos secos, pero creemos que la clave no es un alimento concreto, sino un patrón de alimentación, la dieta mediterránea en su conjunto», dijo el médico.
Aunque el Predimed sea la investigación más importante publicada hasta el momento, hace ya años que existen evidencias científicas de que la dieta mediterránea aumenta la longevidad y previene las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la demencia y la depresión. Pese a ello, la adherencia a este tipo de dieta está bajando. «Creemos que comemos bien y no comemos tan bien», alertó.
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